Por Edgard Gutiérrez, 06/09/2015
Olvidemos por ahora el debate referido a si la oposición podrá ganar
las elecciones parlamentarias o si será víctima de un gigantesco fraude
perpetrado por el oficialismo: ese análisis viene después y nos tomaremos el
tiempo para hacerlo. En este momento, veamos un panorama más amplio,
estructural, de cuáles son algunos de los síntomas más claros y patentes del
malestar generalizado de toda una sociedad. Para este propósito voy a utilizar
el más reciente sondeo de fecha 16 de agosto, del Instituto Venezolano de
Análisis de Datos del profesor Félix Seijas.
Lo que venía luciendo como un acelerado deterioro de un régimen, hoy va
más allá. Sostengo que en Venezuela se produjo un quiebre. ¿Qué significa esto?
Pues una ruptura de la sociedad (o de la mayor parte de ella), con un orden
político establecido. Hay que decirle adiós a la famosa polarización del 50-50.
En Venezuela ya cuajó un cambio radical en las opiniones y éste producirá,
tarde o temprano, consecuencias políticas. La inmensa mayoría ya rompió con una
forma de ejercer el poder.
¿Cómo es este quiebre? Veamos cinco manifestaciones:
1.- Ya no hay dos mitades.
El chavismo disminuye su tamaño cada vez más
Durante mucho tiempo, un discurso timorato no asumía lo que venía
gestándose como una realidad. Los factores que adversan a este régimen son
mayoría social y política desde comienzos del 2014 y lo único que han hecho es
aumentar considerablemente su dimensión. Hoy, lo que podemos denominar el
“bloque opositor” constituye el 68,5% del electorado; relegando a un 23% a
aquellos que todavía defienden al chavismo. Voy a decirlo de otro modo: el
chavismo, desde que Maduro está en el poder ha perdido un 30% de apoyo popular.
Hoy, aunque siga teniendo el poder, es franca minoría.
2.- La gente sabe que nos dirigimos a un
precipicio
Es un consenso sumamente amplio: por donde vamos, nos llevan a un
barranco. El 87% de la población considera que la dirección del país es
equivocada. No podría ser de otro modo ante tal nivel de calamidad social y
económica generada por un modelo que pretende controlar nuestro modo de vida.
Tal número no sería viable si el mismo chavismo no opinase de la misma forma:
de aquellos que aún se consideran fieles al “proceso”, una mayoría del 55%
también afirma que la dirección del país es equivocada.
3.- Se pulverizó la confianza
Nadie puede confiar en quien es el conductor de un autobús que se
dirige de forma directa a un barranco. Pues bien, en este momento, el 65% de
los venezolanos afirma que no tiene NINGUNA confianza (la peor categoría
posible de respuesta), al ser interrogado sobre si considera que Nicolás Maduro
pueda resolver los problemas que actualmente confronta el país. Tal magnitud de
rechazo solo es la amplia percepción de lo contrario: es Maduro quien provoca o
agrava los principales problemas de Venezuela. Cuando se pierde la confianza,
ya no hay nada que hacer.
4.- Ya la inmensa mayoría lo afirma: no
estamos en democracia
Algo de lo que deberían tomar nota algunos encuestadores que piensan
que todo en Venezuela es transaccional y que hablar de libertad y democracia no
“gana votos”. Ese análisis economicista, peca por unidimensional y en algunos
casos tan solo responde a una agenda política. La gente en Venezuela aprecia la
democracia y le gusta que sus gobernantes sean democráticos. A la par del
desmadre económico que sufrimos, el quiebre también se nutre de una amplia
fuente política: la masiva violación de derechos humanos, la existencia de
presos políticos, el ahogo a la libre expresión y la exagerada represión.
Después de los sucesos de comienzos del año pasado, un 55% consideraba que este
gobierno NO es democrático, para agosto la cifra alcanza al 68%. Vamos a
decirlo de un modo más pedagógico: 7 de cada 10 venezolanos piensan que esto no
es una democracia.
5.- Hay un dramático cambio en las
preferencias electorales
Cuatro elementos como los presentados anteriormente, deben tener una
consecuencia lógica: un vasto rechazo y un severo castigo en la intención de
voto. Cuando se le pregunta a los venezolanos sobre su intención de voto para
las próximas elecciones parlamentarias, apenas un 19% se pronuncia a favor de
los candidatos del chavismo, mientras que por los candidatos de la oposición lo
hace un 58%. Sí, leyó bien, no se equivocó. La diferencia es 39 puntos
porcentuales. ¿Qué mayor evidencia sociopolítica de que sí ha ocurrido un
quiebre? Me cuesta ubicar algún otro.
Hay un proceso electoral a la vuelta de la esquina, donde este quiebre
se pudiera manifestar de manera clara. Si ese evento no llegase a ocurrir como
debiera, tendremos otra razón para que ese quiebre se profundice y las
consecuencias políticas se materialicen más temprano que tarde. La clave
seguirá siendo la misma: ¿quién organiza y conduce todo este malestar?
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