Luís Rosales 19 de septiembre de 2015
Sobre la humildad se fundan todas las
demás virtudes
y quien carece de humildad no puede
vivir cristianamente.
Un buen amigo mío, con un cargo de
cierta responsabilidad en el gobierno de una autonomía española, tuvo necesidad
de ir al médico. Como era la primera vez que lo visitaba, el doctor le hizo la
ficha:
-¿Dónde trabaja usted?
-Soy el secretario particular del Presidente.
-¡Ah! Entonces es usted una persona importante.
-¿Importante?¿Eso qué significa? Porque yo sigo teniendo hambre, sueño,
trabajo, dolores…igual que antes de ser secretario. ¿Qué es eso de ser
importante?
Personas hay que parece que no han nacido
-y morirán- como todos los humanos. Se consideran seres superiores. Son
cualquier cosa menos humildes. Desconocen lo más importante de nuestra
existencia: la humildad.
Humildad no es sinónimo de pobreza,
humildad es sinónimo de calidad de persona. La humildad es servicial. Una
personas que vive la humildad hace el esfuerzo de escuchar y de aceptar a
todos. Cuando más aceptamos, más se obtendrá el cariño y reconocimiento, porque
una palabra dicha con humildad tiene el significado de mil palabras agradables.
Humildad es aceptar las cualidades con
las que nacemos o desarrollamos, desde el cuerpo hasta las posesiones más
preciadas. Por tanto, debemos utilizar estos recursos de forma valiente y
benevolente. Ser humilde es reconocer las capacidades físicas, intelectuales y
emocionales de los demás.
La humildad permite a la persona ser
digna de confianza, flexible y adaptable. En la medida en que somos humildes,
adquirimos grandeza en el corazón de los demás. El signo de la grandeza es la
humildad
El éxito en el servicio a los demás
proviene de la humildad; cuanto más humildes seamos mayores logros obtendremos.
No puede haber beneficio para el mundo sin la humildad. Una persona humilde
puede adaptarse a todos los ambientes, pero debemos cuidar nuestras palabras
para no lastimar sin desearlo.
Para ser humildes, necesitamos ser
realistas, conocernos a nosotros mismos tal como somos. Únicamente así podremos
aprovechar todo lo que poseemos para obrar el bien. Siempre encontraremos
limitaciones en nosotros y en los demás. Lo importante es aceptar la situación
e intentar luchar por superarnos día a día.
Si hacemos de la humildad el aire que
alimenta nuestros pulmones espirituales, acabaremos con la contaminación de la
vanidad y el orgullo que nos intoxica continuamente.
¿Qué es ser importante? Lo diré con una
cita de una persona que, por ser humilde, llegó a ser importante: La
humildad es verdad, y la verdad es humildad. (San Pío de Pieltrecina)
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