Por José Vicente Carrasquero
Hemos trillado hasta el
cansancio que este es el peor gobierno que ha tenido la República desde su
fundación. La calidad de vida del venezolano se ha deteriorado de una
forma alarmante. El pueblo está sumido en un situación de pobreza que nos pone
a la cola de los demás países del continente. No se ven colas en otras naciones
del hemisferio para adquirir cosas que la gente da por garantizadas. Desde
comida y productos de higiene personal hasta vehículos y enseres de todo tipo
pueden ser observados en viajes a Ecuador, Nicaragua o Bolivia para nombrar
solo países socios de la clase política gobernante en Venezuela, que no de su
pueblo.
Hemos repetido a la saciedad
que la actual clase política llega al poder gracias al hartazgo del pueblo con
las dirigencias partidistas que tuvieron la mala práctica de prometer y no
cumplir. Cada cinco años los venezolanos se veían en medio de un carnaval
electoral en el que se ratificaban las ofertas proselitistas de siempre.
El posterior comportamiento del gobierno electo nada tenía que ver con la
solución de problemas que se convirtieron en crónicos y produjeron el cansancio
del pueblo con unos partidos a los cuales no le querían creer más.
Se abrieron espacios para
nuevos actores políticos que retomaron esas promesas incumplidas y las
relanzaron como suyas. Esta vez, con una tierra fértil para que el reproche y
la culpa hiciera pensar a muchos votantes que era el momento de darle la
oportunidad a otros actores. Mucho se oyó decir en aquellos tiempos que peor de
lo que estábamos no íbamos a estar.
Y resulta que los pueblos,
contrario a lo que decía Rafael Caldera, si se equivocan. Y es que en política
peor que lo anterior siempre es posible. El deterioro comienza por la calidad
intelectual de la clase política emergente. En particular siempre me llamó a la
desconfianza el hecho de que la aparición en el escenario público venezolano de
estos nuevos actores se diera a través de un sangriento intento de golpe de
estado que retrotrajo a Venezuela a situaciones que se consideraban ya
superadas en cuanto a mecanismos de resolución de conflictos en nuestra
sociedad.
Una lectura de los presuntos
planes que tenían los golpistas una vez que se hicieran del poder, mostraba una
puerilidad infantil en la concepción de la política venezolana. Una suerte de
pensamiento mágico resolvería los problemas del país que según los decretos
tenían su origen fundamental en la ausencia de limitantes morales de los
funcionarios en ejercicios de sus cargos.
Quinquenios después de la
llegada al poder de esta clase política nos encontramos en una situación mucho
peor que la lleva los golpistas frustrados de 1992 a emprender su aventura
sangrienta que todavía hoy causa graves perjuicios a la evolución del país.
No es para nadie un secreto
que a la sombra de esta clase política ha crecido un grupo de nuevos
millonarios que exhiben niveles de riqueza verdaderamente ofensivos.
Periodistas allegados al gobierno presentan denuncias de fiestas y viajes que
realizan miembros de esta clase política en forma que afrenta a quienes hoy
permanecen en colas o deambulan por las ciudades en busca de cualquier cosa que
necesiten.
La nueva burguesía cuenta
con mansiones en otros países, abultadas cuentas en dólares norteamericanos,
aviones para trasladarse sobre todo a los imperialistas aeropuertos de la
Florida. Usted no lo va a creer, hay entre ellos quienes organizan parrilladas en
sus casas de Caracas con productos debidamente traídos de Miami en vuelo que al
objeto realizan en sus propias aeronaves.
Mientras, las madres hacen
colas para conseguir leche o pañales. Ni hablar de cuando necesitan buscar una
medicina. Los enfermos crónicos sufren además de su padecimiento, la
incertidumbre de si conseguirá o no la medicina que necesita para controlar su
dolencia.
Poco se sabe de La Casona,
la casa que el pueblo venezolano destina al presidente y su familia. La misma
que Chávez prometió convertir en un centro para atender niños desamparados, es
presuntamente ocupada de forma irregular por la descendencia del extinto
mandatario. ¿Es que heredaron algún tipo de privilegio impropio de los sistemas
verdaderamente democráticos? Es una clara muestra de la elasticidad moral del
chavismo que no se puede llamar de otra forma que corrupción.
Las diferencias más
importante entre los políticos de la era 58-98 y los actuales son su capacidad
intelectual y su formación académica. No va a encontrar usted entre los
miembros del partido de gobierno a un Gustavo Tarre o a un Luis Emilio Rondón
padre. No ve usted en la Asamblea Nacional un diputado revolucionario que pueda
hilar efectivamente un discurso que no esté innecesariamente cargado de
epítetos, insultos y mentiras. Las dificultades en la mecánica bucal del mismo
presidente de la AN son lamentablemente notables.
He allí nuestra desgracia,
el país está en manos de unas personas de poca formación y escaza capacidad de
entendimiento. Eso ayuda a explicar que un país petrolero que recién sale de
una racha de riquezas sin precedentes en la historia se encuentre en la
lamentable y vergonzosa condición de pobreza que hoy sufren los venezolanos.
09-09-15
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