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jueves, 10 de septiembre de 2015

La estafa de la masificación de la Educación Superior en Venezuela por @prodavinci


Por César R. Gallo P.




I
La disminución de la desigualdad y la pobreza de ingresos en Venezuela, ocurrida particularmente entre 2004 y 2009, ha sido mostrada como uno de los logros más importantes de la llamada Revolución Bolivariana. Tanto ha sido así que se ha usado como bandera política de campaña en los numerosos procesos electorales a los que hemos asistido, arrojando una buena cantidad de votos a favor del gobierno. Desafortunadamente la tendencia no fue sostenible y a partir de 2010 comenzó un proceso de reversión de esa tendencia decreciente que podemos constatar oficialmente sólo hasta 2013, ya que durante los dos últimos años el INE no publica resultados en su página y por supuesto tampoco pone a disposición la base datos de la Encuesta de Hogares en la que nos basamos quienes trabajamos sobre este tema.


Si tomamos en cuenta la fuerte crisis económica que estamos viviendo, que se expresa en una gran escasez de productos básicos y en un nivel de inflación que no habíamos experimentado antes, no es difícil especular que los niveles de pobreza de ingreso deben haber alcanzado ya niveles sin precedente, así como es de esperar que la desigualdad haya igualmente revertido su tendencia. El gobierno actual responsabiliza de esta situación a una guerra económica que no ha podido demostrar, siendo este un argumento poco convincente aún para sus más fieles seguidores, guerra que según su parecer ha destruido en corto tiempo los “exitosos” resultados de las políticas sociales a favor de los sectores que, hasta la llegada al poder de la “Revolución”, habían sido excluidos de los beneficios del crecimiento económico.
Se mostró a Venezuela como un modelo exitoso en la lucha por reducir la desigualdad y la pobreza, presentándolo como inédito y ejemplo a seguir. No obstante, cuando se revisan las estadísticas del Banco Mundial y diversos trabajos sobre el tema, se constata que el decrecimiento de la pobreza y la desigualdad no se ha registrado exclusivamente en Venezuela. Todos los países de América Latina registraron en el mismo período tendencia decreciente de sus cifras de desigualdad y pobreza, incluso aquellos países de orientación ideológica opuesta a la del gobierno venezolano como fueron los casos de Chile, Colombia, Panamá, Paraguay y Perú (World Bank, 2013; Gasparini and Lustig, 2011; Lustig, López y Ortiz, 2012; Azevedo, Inchaust y Sanfelice, 2013; Ferreira, Firpo y Messina, 2014; Canavire y Rios, 2015).  El Banco Mundial (2013) reporta que hubo una mejora económica relevante en América Latina en la última década, la cual implicó un aumento de la prosperidad en todos los niveles de la sociedad, destacando que la ganancia de los grupos más pobres ha sido más rápida que la de los que ya estaban en mejor situación económica. Esto sin duda explica la reducción de la desigualdad que se registró en la mayoría de los países de la región, la cual, según el reporte, se ha dado en medio de una prosperidad que ha beneficiado a todos los grupos sociales. ¿Podemos afirmar que esto ha ocurrido también en Venezuela? ¿Podemos incluso afirmar que la reducción de la pobreza y la desigualdad registrada en Venezuela hasta 2009 fue realmente el resultado de políticas sociales eficaces? Es de hacer notar que el reporte del Banco Mundial no incluyó el caso venezolano en su estudio porque el gobierno no les suministró las bases de datos correspondientes, según me informaron los coordinadores del proyecto que produjo el referido reporte.
II
La efectividad de las políticas sociales implementadas por el gobierno venezolano a partir de 2003 para reducir la pobreza y la desigualdad es cuestionable no sólo por producir resultados no sostenibles en el tiempo, sino que además ni siquiera se les puede atribuir responsabilidad directa de la reducción registrada entre 2004 y 2009. Lustig y McLeod (2009, 2011) presentan evidencia econométrica de que la disminución de la pobreza y la desigualdad en los casos de Venezuela y Argentina puede ser explicada sólo por el aumento de los precios de sus productos de exportación (Petróleo en el caso venezolano) y ninguna conclusión se puede extraer en relación a la efectividad de las políticas de sus gobiernos.

En relación a la insostenibilidad es fácil concluir que al ser políticas populistas y efectistas, más que efectivas, que se apoyan en un crecimiento económico no sostenible, tampoco lo son sus resultados. Sin embargo, podría pensarse que esas políticas sí tuvieron responsabilidad indirecta en tales reducciones porque ellas representaron el canal a través del cual se transfirió parte del beneficio del crecimiento económico del país a la población en general y en particular a las más pobre.

Ahora bien, hay que tomar en cuenta que la desigualdad de ingresos puede disminuir por diferentes razones. La reducción puede ser el resultado de una mayor ganancia de los grupos más pobres, tal como destaca el reporte del Banco Mundial que ha ocurrido para el resto de América Latina, o por el contrario podría deberse a una mayor pérdida de los grupos más ricos ¿Qué ocurrió en Venezuela entre 1999 y 2013? También cabe preguntarse si cualquier reducción de la desigualdad es siempre un indicador favorable y deseable para la economía. Por ejemplo, la desigualdad de ingresos puede disminuir en medio de un ambiente de desmejora económica generalizada de toda la población en la que los grupos más ricos pierden más que lo que pierden los más pobres (todos pierden), llegando incluso a una situación extrema en la que todos sean igualmente pobres. En tal situación teóricamente el coeficiente de Gini reportaría valor cero. ¿Es esta una situación deseable? ¿Podría considerarse esto un éxito de política económica?

A lo anterior hay que agregar que aún existe un debate no concluido en torno a si cierto nivel de desigualdad de ingresos es favorable o no para impulsar el desarrollo económico. Algunos autores sostienen que la reducción de la desigualdad a través de favorecer más a los grupos de menores ingresos incrementa la demanda de productos básicos lo que incentiva la producción, esto a su vez trae un aumento del empleo y así se estimula el crecimiento. Pero otros argumentan que un cierto nivel de desigualdad a favor de los más ricos es conveniente, ya que estos son los grupos que están en condiciones de ahorrar e invertir lo que también genera empleo y crecimiento. El objetivo no es abordar este debate aquí. Lo que quiero destacar es que los gobiernos se plantean como objetivo la reducción de la desigualdad en la distribución del ingreso per se, sin importarles mucho cómo ni para qué. Sólo les interesa exhibirla como un logro de su política, cuando muchas veces podría ser más bien una muestra de su fracaso.

Los gobiernos populistas muchas veces requieren de aplicar políticas efectistas, no necesariamente efectivas ni mucho menos eficientes, que le den resultados rápidos que les sirvan para obtener el apoyo popular que les garantice mantenerse en el poder. Por eso sus políticas preferidas, cuando hay disponibilidad de recursos, son las transferencias de dinero. En salud se prioriza la construcción rápida de numerosos ambulatorios en los sectores populares, sin preocuparse mucho de mejorar la red de hospitales existentes, construir nuevos, dotarlos de personal médico bien formado y bien remunerado y dotarlos de los equipos modernos acorde con el desarrollo actual de la tecnología en medicina en el mundo. En lo que respecta a educación se recurre a la masificación, sin importar el efecto que ésta tiene en su calidad y en consecuencia en su función de ofrecerse como una opción para mejorar el nivel de vida de los individuos que reciben un mayor nivel de educación, ya que además se descuida el estado de la demanda de mano de obra calificada.

El presidente Chávez en 2003, en una de sus innumerables y largas cadenas, hizo un análisis bastante acertado en relación a la regresividad del gasto público en educación superior, fenómeno que no es exclusivo de Venezuela. Esta regresividad se da por el hecho de que los grupos de menores ingresos ven restringido su acceso a la educación superior debido al gran desbalance existente de calidad entre la educación pública y la privada. Los egresados del sector privado están mejor preparados y en consecuencia tienen ventaja para acceder a la educación superior pública. De esta manera el gasto público que se realiza en la educación superior tiende a favorecer a los grupos de mayores ingresos, tendiendo así a incrementar la desigualdad en la distribución del ingreso. Nos anunció el presidente en ese entonces la “gran solución” para revertir esa regresividad del gasto en educación superior, la cual consistió en la creación de la Universidad Bolivariana de Venezuela y a partir de allí se creó una red de universidades bolivarianas, la cuales dan acceso a los estudiantes que carecen de recursos económicos, pero sin exigirles mayores requisitos académicos para su ingreso. Es decir, como cantaba Héctor Lavoe, la política fue: “entren todos que caben cien”. Se exacerbó así una política populista de masificación de la educación superior que ya se había iniciado desde los primeros gobiernos de la llamada IV República. Se recurre al populismo en educación en lugar de buscar resolver la regresividad del gasto público en el nivel superior prestando la atención que demandan los deteriorados niveles primario y secundario de la educación pública, donde realmente se origina el problema y no en una expresa política de discriminación social por parte de las universidades, como lo da a entender oportunistamente el gobierno.

III
Como ha sido costumbre en estos gobiernos, se atiende al síntoma, a la consecuencia, no a la causa. La razón es que los resultados positivos de una política que atendiera la verdadera causa del problema dirigida a recuperar los niveles básicos de la educación pública se ven sólo a largo plazo, toma mucho tiempo, por lo que se prefiere el efectismo inmediato de ampliar el acceso a la educación superior sin restricciones académicas. Esto genera aplausos complacientes y gran cantidad de votos rápidos que son necesarios para seguir en el poder a costa de un gran daño, de una gran estafa que se le hace a la población de egresados de este nivel, quienes luego encuentran dificultad para insertarse adecuadamente en el mercado laboral acorde a la formación adquirida y ven así frustradas sus expectativas de lograr un mejor nivel de vida. Parte de ese mismo populismo en educación superior es la exigencia que se les está haciendo actualmente a las universidades autónomas en relación a sus mecanismos de ingreso.

Lo preocupante es que ese populismo en educación logra de hecho un efecto de reducción de la desigualdad en la distribución del ingreso, que se exhibe con orgullo como un logro en “revolución”. Pero esa reducción no necesariamente es reflejo de una mejora en el bienestar social ni de prosperidad en el caso de Venezuela, como al parecer sí lo ha sido para el resto de América Latina según lo destaca el reporte del Banco Mundial.

El efecto de la masificación en educación sobre la desigualdad se produce a través de los ingresos laborales. Alrededor de la mitad de la disminución promedio de la desigualdad en América Latina en la última década se debió a cambios en los ingresos laborales, mientras que las transferencias de dinero tuvieron un impacto mucho menor, siendo así el mercado laboral la principal fuente de igualación en la región (Azevedo, Inchaust y Sanfelice, 2013).  En el caso venezolano la educación y la ocupación resultan ser los factores con mayor poder explicativo de la desigualdad de ingresos laborales (Gallo, 2011).   Ambos factores están estrechamente vinculados ya que las ocupaciones de los individuos se asocian a su nivel educativo. La elevación del nivel de educación de la mano de obra junto a una distribución de la educación más igualitaria juegan un papel relevante en hacer a la distribución del ingreso laboral más igualitaria (De Gregorio y Lee, 2002). Pero como nos advierten Lustig, López y Ortiz (2012) en base a la experiencia de los Estados Unidos, mientras el logro educacional se ha hecho más igualitario en América Latina, lo mismo no puede decirse de la calidad de la educación y esto puede tener efectos adversos en el tiempo.

¿Cuál ha sido el efecto de la masificación de la educación superior en Venezuela en los ingresos laborales entre 1999 y 2013? Veamos primero cómo cambió el perfil educativo de la mano de obra ocupada y que recibe ingresos laborales en Venezuela entre esos dos años (Cuadro 1) [1].




Ocupados que reciben ingresos laborales en Venezuela. Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo, segundo semestre (Cálculos propios)
Puede verse que ha habido un incremento muy importante del nivel educativo de la población ocupada y que recibe ingresos laborales en Venezuela entre 1999 y 2013.   El número de ocupados con educación media, así como el de egresados del nivel superior, se triplicó, mientras las correspondientes proporciones en la población total se duplicaron. Visto de otra manera, en 1999 el 62% de la población ocupada tenía a lo máximo educación básica, mientras en 2013 el 73% tenía como mínimo educación media. La mano de obra ocupada graduada del nivel de educación superior (con título) pasó de un 11.4% a ser casi 23% en 2013. Estas cifras por si solas revelan un logro cuantitativo importantísimo en materia educativa de la mano de obra ocupada, en un período relativamente corto, lo cual obviamente proporciona dividendos políticos.

¿Qué ha pasado con la calidad? Esta no es una pregunta fácil de responder, para la cual no se tienen datos de medición directa de la calidad que pudieran respaldar la respuesta. Se requiere de una investigación específica para obtenerlos y poder hacer esa evaluación. Sin embargo, partiendo del supuesto de que el mercado laboral remunera en base a la productividad del trabajador y asigna ocupaciones de acuerdo a su calificación, se podría tener una idea de cómo este mercado evalúa a los egresados del sistema de educación superior venezolano. Con este fin se puede revisar información que suministra la encuesta de hogares del INE que nos permite ver cómo han cambiado los ingresos laborales de los ocupados que reciben ingreso laboral según su nivel educativo y cómo se han distribuido estos en las diversas ocupaciones que ofrece el mercado laboral. El Cuadro 2 proporciona información sobre los ingresos laborales de la población ocupada según su nivel educativo, expresados en términos de la Canasta Alimentaria Normativa (CAN) del año correspondiente que con regularidad mensual suministró el INE hasta noviembre de 2014.





Ingresos laborales mensuales en CAN de la población ocupada según su nivel educativo en Venezuela. Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo, segundo semestre (Cálculos propios)

Una rápida mirada de las cifras sugiere una situación de desmejora importante entre 1999 y 2013 para la población ocupada. En primer lugar sorprende la reducción que registra el promedio del ingreso laboral de la población total de ocupados, ya que el ingreso total promedio per cápita mensual de los hogares aumentó de 3,6 CAN en 1999 a 4,3 CAN en 2013 (cálculos propios). Esto indica que la mejora del ingreso total de los hogares no provino de los ingresos laborales sino de otros ingresos entre los que se incluyen las transferencias de dinero. De hecho, con excepción del grupo de ocupados sin ninguna educación, cuyo ingreso prácticamente permanece igual, todos los grupos de educación lo reducen. Curiosamente las mayores reducciones de ingreso las sufren los trabajadores egresados del nivel superior de educación completa (con título). Para ambos años se constata que los ingresos son mayores para los niveles de educación más altos, pero se observa que las diferencias entre niveles para el año 2013 son muy pequeñas en comparación con lo que eran en 1999. Esto sugiere que tener un título de educación superior en Venezuela en 1999 era mejor remunerado de lo que era en 2013, lo cual indica una desvalorización importante de la educación superior. Nótese que los técnicos superiores con título pierden 4 CAN mientras que los universitarios con título pierden casi 9 CAN como ingreso laboral mensual.
No es difícil prever que un comportamiento como el reflejado en el Cuadro 2 tiene que conducir a un nivel de desigualdad menor en 2013 que en 1999. De hecho, al realizar el cálculo del popular coeficiente de Gini para los ingresos laborales en Venezuela, en ambos años, se obtiene un resultado de 0,427 en 1999 y de 0,338 en 2013. Esta es una reducción bastante relevante, la cual se ha exhibido como uno de los grandes logros de la “Revolución Bolivariana”. Sin embargo, se muestra que tal reducción no es más que el reflejo de una situación de desmejora generalizada en donde los de mayor nivel educativo han sufrido las mayores pérdidas. Obviamente, esta disminución de desigualdad en los ingresos laborales conduce también a la disminución de la desigualdad de ingreso total de los hogares venezolanos, que anualmente publicó el INE hasta 2012. Como se dijo al comienzo, más del 50% de los cambios en la desigualdad provienen de los ingresos laborales y si a este hecho se le unen las transferencias de dinero por parte del gobierno destinadas a elevar los ingresos de los hogares más pobres, obviamente da como resultado una caída de la desigualdad agregada. Según mis cálculos la desigualdad de ingresos agregada de los hogares venezolanos disminuyó de 0,490 en 1999 a 0,415 en 2013.

IV
Para complementar este análisis sobre el efecto que ha tenido la política populista de masificación de la educación superior sobre la desigualdad de ingresos, es bastante útil dar una mirada a cómo ha sido la distribución por ocupación de los trabajadores que tienen nivel de educación superior completa (con título) entre 1999 y 2013. Antes, es importante dar una mirada al Cuadro 3 que muestra la distribución de la fuerza laboral con ese nivel de educación entre empleados y desempleados.





Ocupados y desocupados con educación superior completa en Venezuela. Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo, segundo semestre (Cálculos propios)

Tal como lo ha informado el INE, la tasa de desocupación en Venezuela disminuyó entre 1999 y 2013, disminución que también se registra en el segmento de la fuerza laboral que tiene educación superior completa. A pesar de eso, cuando se miran los números y no sólo los porcentajes, sigue siendo preocupante que aun así es considerable la cantidad de individuos con educación superior completa que permanecían desempleados en 2013, número que llegó a superar los 250 mil. Ahora bien, la cantidad de ocupados con ese nivel de educación también aumentó de manera importante siendo el incremento de casi dos millones. El punto está en ver en qué se ocuparon estos individuos, resultado de esta masificación. El Cuadro 4 muestra esa distribución.





Distribución por ocupaciones de individuos con educación superior completa en Venezuela. Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo, segundo semestre (Cálculos propios)

Puede verse que tan sólo un poco más de la mitad de ese incremento se ubicó en ocupaciones acorde con su formación adquirida en educación superior (54%). En 1999 representaron el 74% reduciéndose a 61% en 2013. El resto se distribuyó en ocupaciones que son generalmente de más baja remuneración. En 2013 el 23% se distribuyó entre empleados de oficina, vendedores en comercios y vendedores ambulantes (444 mil individuos), mientras un 15% se distribuían entre servicios, conductores, artesanos y operarios de fábrica (650 mil individuos).[2] Si a estas cifras agregamos el número de desempleados en 2013, vemos que en ese año habían 1 millón 344 mil individuos con educación superior completa que no pudieron insertarse en el mercado laboral acorde a su nivel educativo, viendo posiblemente frustradas las expectativas que tenían de poseer un título de educación superior.

El Cuadro 5 complementa esta visión del efecto perverso de la masificación de la educación superior. Las ocupaciones que generalmente requieren de un nivel de educación superior reducen de manera dramática su ingreso laboral mensual.   Es así como puede verse que no es sólo que una proporción importante de egresados de este nivel han pasado a ejercer ocupaciones para las que no se requiere el nivel de formación educativa que supuestamente adquirieron, en las que reciben remuneraciones más bajas, sino que además las ocupaciones que sí requieren de esa formación también redujeron su nivel de remuneración de manera importante. Esto es una consecuencia lógica cuando la oferta de mano de obra para esas ocupaciones rebasa en mucho la correspondiente demanda. Ambos efectos explican la situación de deterioro de los ingresos laborales para el nivel de educación superior completa mostrada antes en el Cuadro 2.





Ingresos laborales mensuales en CAN de la población ocupada por ocupación. Fuente: INE, Encuesta de Hogares por Muestreo, segundo semestre (Cálculos propios)

Para finalizar no se puede dejar de destacar un hecho curioso que muestra el Cuadro 5.   Puede notarse que todas las ocupaciones reducen su ingreso laboral promedio con excepción de los diputados y los militares (los servicios registran un ligero incremento poco relevante). En 1999 las ocupaciones de mayor remuneración eran las correspondientes a directores, gerentes y propietarios, los directivos de la administración pública, los profesionales y técnicos y los mineros, en ese mismo orden, estando los militares y los diputados en quinto y sexto lugar respectivamente. En 2013 los militares pasan a ser la ocupación mejor remunerada por trabajo en el país seguida de los diputados. Cabe recordar que los ingresos reportados son los provenientes del trabajo únicamente, usualmente sueldos y salarios, no incluye los llamados “otros ingresos”, aparte de que usualmente los entrevistados tienden a sub-reportar sus ingresos, particularmente cuando estos son altos. Con esto quiero decir que probablemente los incrementos de ingresos de esos dos tipos de ocupaciones sean aún más altos. Esto sugiere un cambio importante de prioridades y de la valoración que se hace de la educación a partir de 1999.

Por otro lado, debe tomarse en cuenta que todos los cálculos cuyos resultados aquí se han presentado fueron realizados en base a la CAN suministrada por el INE, cuyo valor ha sido cuestionado por algunos economistas por no considerarlo fiel reflejo de la realidad de precios que rige en la economía en los últimos años. El CENDAS proporciona a su vez un valor de Canasta Alimentaria que en los dos últimos años ha sido tomada como la principal referencia de precios y del costo de la vida en Venezuela, dada la ausencia de información de cifras oficiales tanto por parte del BCV como del INE. Como dato puede ser útil saber que en 1999 la canasta reportada por el CENDAS era 1.96 veces la del INE, mientras esa relación subió a 2.51 en 2013. El ejercicio de especulación es libre.

V
Este análisis sugiere que el deterioro de las remuneraciones de los trabajadores ocupados con nivel de educación superior es el resultado de un proceso de disminución de los retornos de la educación en Venezuela, de desvalorización de la educación, debido a que la demanda de mano de obra calificada ha estado muy rezagada en comparación con la oferta. Esto es una consecuencia lógica de un proceso de masificación con fines principalmente políticos, sin prestar la debida atención a la capacidad de absorción del mercado laboral de mano de obra con ese nivel de calificación. El proceso de masificación de la educación en Venezuela, y junto con ella el deterioro de su calidad, comienza realmente en la época de los primeros gobiernos de la llamada “era democrática”. Sin embargo, con la llegada de la “Revolución Bolivariana” al poder en 1999 ese proceso se exacerba, en particular a partir de 2003, conducido por la orientación populista del gobierno, con el agravante de que no sólo se descuidó el estado real de la demanda de mano de obra calificada en el país, sino que peor aún las políticas económicas implementadas contribuyeron en gran medida a reducir esa demanda. Las expropiaciones, nacionalizaciones, confiscaciones, control de cambio y de precios, son todas políticas que ahuyentan la inversión privada nacional y extranjera, aparte de destruir lo existente, con la lógica consecuencia de reducción de demanda de trabajo tanto calificado como no calificado. Debido a esto la gran masa de egresados del sector de educación superior se ve obligado a ubicarse en ocupaciones que no corresponden a su formación educativa y a aceptar niveles de ingreso muy por debajo de los que corresponderían a su nivel de educación, mientras otros sencillamente engrosan las filas del desempleo.

Es así como ha operado una gran estafa a la que han sido sometidos los grupos de menores ingresos de nuestro país, llevando en efecto a una menor desigualdad de ingresos laborales pero con un empobrecimiento generalizado de la población educada. Es así como se les ha hecho creer que esta “revolución” los ha incluido y les ha concedido poder. Se les ha creado la ilusión de poseer un nivel de educación superior, cuando en realidad esa educación está devaluada, manteniéndolos en la práctica excluidos del proceso de producción de riqueza, de su propia riqueza, que es la única forma de lograr su verdadera liberación sin tener que depender de las dádivas del estado.

Las políticas educativas deben estar coordinadas con las económicas. Deben ser parte de un mismo proyecto de desarrollo. El gasto en educación, incluido el sector superior, correlaciona en efecto negativamente con la desigualdad de ingresos, como lo muestra la evidencia empírica en la mayoría de los países. Definitivamente una mano de obra más educada es más productiva si la educación se promueve acertadamente, sin intereses populistas, en los sectores primario y secundario, lo cual se traduce en una mayor prosperidad para los individuos que reciben educación y en una mayor equidad en la distribución del ingreso.

En Venezuela se dio un proceso de disminución de la desigualdad por la vía de desmejorar económicamente a toda la población ocupada en términos reales, creando además una ilusión monetaria a través de las transferencias de dinero, el cual cada día pierde rápidamente valor. No se puede dejar de destacar que el análisis aquí presentado se ha hecho en el período 1999 a 2013. Es decir, esta situación es resultado de las políticas económicas y sociales implementadas durante el gobierno del finado presidente Hugo Chávez. No recogen los efectos de los desaciertos del actual gobierno, ni tampoco se puede atribuir este escenario a la caída de los precios petroleros, ya que en 2013 dicho precio aún se mantenía alto. Es fácil entonces especular que la situación en 2015 debe ser mucho más frustrante que la aquí mostrada. Aún más si se toma en cuenta que todos los cálculos se han hecho en base al valor de la CAN publicada por el INE, la que para muchos dista bastante de la situación real de precios en el mercado de alimentos básicos.

El populismo en educación a través de engañar a la población con una masificación del nivel superior que está divorciada de nuestra realidad económica hace un gran daño a la nación. Cabe aquí recordar las palabras de Uslar Pietri citado en un trabajo de José Alberto Montilla y María Cristina Parra (1992, p.87) al discutir la supresión de muchos requisitos de ingreso al sector universitario:

“Otros han visto el problema universitario desde un ángulo exclusivamente político, o mejor dicho demagógico. Para ellos el problema se ha reducido a dar puerta franca en la universidad, a establecer una lotería de títulos y distinciones académicas, a creer que se abre una universidad dondequiera que se abre un edificio con este nombre. A tomar siempre ante los problemas por la línea de menor resistencia, sin percatarse de que el problema pospuesto hoy es problema doble para mañana.” (Uslar Pietri, 1986:106).

Sería muy bueno para Venezuela que los políticos que pretenden tomar las riendas de conducción de este país en un futuro, que espero sea cercano, aprendan de nuestras sufridas experiencias y renuncien en su ejercicio del poder a la demagogia, al populismo, a no posponer los problemas, a saber tomar las líneas acertadas, así sean las de mayor resistencia aunque den sus frutos sólo en el largo plazo. Que renuncien a su ambición personal de pasar a la historia rápidamente y piensen realmente en el futuro de este país, aunque no reciban hoy los aplausos de aprobación que tanto desean.

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Referencias
Azevedo, Pedro, Gabriela Inchaust y Viviane Sanfelice (2013). “Decomposing the Recent Inequality Decline in Latin America”, Policy Research Working Paper 6715, The World Bank.
Canavire, Gustavo y Fernando Rios (2015). “On the Determinants of Changes in Wage Inequality in Bolivia”, Documentos de Trabajo Economía y Finanzas No. 15-08, Centro de Investigaciones económicas y Financieras, Universidad EAFIT.
De Gregorio, José y Lee Jong-Wha (2002). “Education and Income Inequality: New Evidence from Cross-Country Data”, Review of Income and Wealth, Series 48, Number 3.
Ferreira, Francisco, Sergio Firpo y Julian Messina (2014). “A more level playing field? Explaining the decline in earnings inequality in Brazil, 1995-2012”, The World Bank and IZA, IRIBA Working Paper: 12.
Gallo, César (2011). “Explicación de la desigualdad de ingresos laborales en Venezuela durante el período 1997-2007.  Descomposición por factores componentes”, Revista BCV, Vol. XXV, No. 2, 2011.
Gasparini, Leonardo y Nora Lustig (2011). “The Rise and Fall of Income Inequality in Latin America”, Working Paper 1110, Tulane Economics Working Paper Series, University of Tulane.
Lustig, Nora, Luis López y Eduardo Ortiz (2012). “Declining Inequality in Latin America in the 2000s: The Cases of Argentina, Brazil, and Mexico”, Working Paper 307, Center for Global Development.
Lustig, Nora and Darryl McLeod. (2009). “Are Latin America’s New Left Regimes Reducing Inequality Faster? Addendum to Nora Lustig, ‘Poverty, Inequality, and the New Left in Latin America.’” Washington: Woodrow Wilson International Center for Scholars (July).
__________________________ (2011). “Inequality and Poverty under Latin America’s New Left Regimes”, Working Paper 1117, Tulane Economics Working Paper Series, University of Tulane.
Montilla, José y María C. Parra (1992). “Proyecto Educativo del Populismo en Venezuela”, Espacio Abierto No. 1, LUZ Repositorio Académico, Vicerrectorado Académico, Universidad del Zulia.
Uslar P., Arturo (1986). De una a otra Venezuela Caracas, Monte Ávila editores, la. Re-impresión.
WORLD BANK (2013). Document of the World Bank 78507: Shifting Gears to accelerate Shared Prosperity in Latin America and the Caribbean. Washington, DC: World Bank Publications.
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[1] Hago la salvedad de que se trata de los ocupados que reciben ingreso por trabajo (ingreso laboral), ya que interesa analizar la desigualdad de ingresos laborales y usualmente dentro del total se ocupados se consideran también a los individuos que son ayudantes familiares no remunerados. Por otro lado, a pesar de que los valores de desigualdad que reporto en estas notas son sólo los del coeficiente de Gini, en el trabajo más amplio que estoy realizando, el que incluye descomposición, utilizo también la familia de índices de entropía generalizada, los cuales por definición no admiten los ingresos cero. De esta manera mantengo la coherencia en cuanto a la muestra utilizada en todo el trabajo.
[2] Como empleados de oficina se consideran mecanógrafos, secretarios, cajeros, ayudantes, etc. La mayoría de las ocupaciones incluidas en artesanos y operarios de fábrica corresponden a la categoría de obreros. Los servicios corresponden al servicio doméstico, de limpieza, peluqueros, conserjes, porteros, ascensoristas, etc. Los conductores incluyen a pilotos, transporte público, taxistas, arrieros, etc.

César R. Gallo P. Ingeniero Electricista y Economista de la UCV. Trabajó para CANTV hasta 1980. Luego, profesor dedicación exclusiva en la UCV-FaCES es jubilado. Actualmente, investigador asociado al IIES-FaCES-UCV. Maestria de CENDES-UCV, Msc de QMC-Londres y PhD en UCL-Londres.

09-09-15
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