Por Leonardo Regnault
Las descabelladas
situaciones por la que atravesamos los venezolanos, nos hace que muchas de las
veces no sepamos por donde iniciar un artículo de opinión. Inseguridad, que se
esparce como peste por todo el territorio nacional. Alto costo de la vida, que
nos hace reducir las porciones que los adultos ingerimos, para poder alimentar
a nuestros chamos. Escasez, que nos impide encontrar lo que queremos y nos hace
adquirir lo que se encuentre en ese momento, para luego intentar trocarlo.
Racionamiento eléctrico, producto más de la negligencia y la corrupción, que de
los fenómenos naturales, que deja sin energía a grandes sectores de la población
por muchísimas horas.
Si revisamos la prensa de
cualquier país del mundo, podemos constatar que el nuestro padece cualquiera de
los problemas que ellos tienen, de manera tan, o más, acentuada que la sufrida
en aquel territorio. En materia de inseguridad, lamentablemente nos corresponde
sitial de deshonor, por encima de los países más violentos. La crisis
institucional brasileña, es superada ampliamente por la nuestra. La inflación
venezolana, supera la de Sudán, Irán o Ghana. Con este panorama desolador y por
mucho desesperanzador, la pregunta es ¿qué hacer? E indudablemente la respuesta
tiene que ser, involucrarnos para tratar con nuestro esfuerzo, aunque muchas
veces pareciera que no mejoremos, de torcer el brazo a la situación y
convertirla en la posibilidad de un mejor futuro. Transformemos la terca
realidad, sin creernos predestinados para nada, con trabajo constante en la
dirección de los valores de solidaridad, cooperación y por sobre todas las
cosas el interés más hacia lo colectivo que a lo individual; sin olvidar la
importancia de lo individual.
Ahora, eso pareciera de
ilusos soñadores. Pero creo, aunque trato de tener los pies puestos en la
tierra, que al mundo le hace falta muchos soñadores de lo imposible, recordando
aquella frase del icónico revolucionario “Seamos realista, pidamos lo
imposible”. Ese realismo es el que debe movernos, el realismo que nos invita a
luchar contra las situaciones que nos parezcan inevitables, contra las
situaciones que hacen que los débiles de ánimo abandonen sin iniciar la lucha.
Debemos recordar que
Venezuela es una nación, que se forjó en situaciones límites y que supo
sobreponerse a las adversidades. Así somos nosotros, y debemos honrar esa
historia de lucha y sacrificio por la que ya hemos atravesado. El llamado para
que juntos cambiemos esta situación, no es más que apelar a nuestros recursos
históricos como sociedad. Sin complejo debemos decir que soñamos con un futuro
prometedor y que esta pesadilla por la que estamos atravesando, sea historia
para contarle a nuestros hijos y nietos, sobre los obstáculos que tuvimos que
sortear para alcanzar la prosperidad, que ellos tanto apreciarán. Por eso la
respuesta a la pregunta que sirve de título a este artículo, es no descansar,
ni dejarnos amilanar por la adversa situación que nos agobia y como dijo Simón
en Pativilca “Triunfar”. Existe el talento y la valentía para alcanzarlo.
Debemos juntar todo ese recurso para poder adueñarnos del porvenir y no dejar
que se nos escape nunca más.
leonardoregnault@gmail.com
10-05-16

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