CARLOS ALBERTO MONTANER 08 de enero de 2017
Venezuela
continúa hundiéndose. La barbarie no conoce límites. La única regla clara es
que mañana siempre será peor que hoy. Lo demuestra el nombramiento de Tareck El
Aissami, gobernador de Aragua, como primer vicepresidente del país.
El
periodista venezolano Antonio María Delgado, estudioso del tema, ha escrito en
el Nuevo Herald que es una señal de que el “sector procastrista asume el
control del chavismo, marcando el triunfo del marxismo radical procastrista
sobre los militares nacionalistas”. Probablemente tiene razón, pero hay otras
razones que las cuento al final de este artículo.
Si
Maduro, que es de la misma cuerda ideológica, deja de ser presidente, lo
sustituiría este siniestro personaje, sindicado como colaborador del
narcoterrorismo islámico, según revela el experto Joseph Humire del SFC (Secure
Free Society). Es como saber que, tras padecer lepra, ha comenzado a devorarnos
el recto un cáncer terminal.
De
acuerdo con el informe de Humire, el nombre de El Aissami como próximo hombre
fuerte comenzó a circular tras la visita a Caracas de Hassan Rouani, presidente
de Irán, en septiembre pasado. La información propagada en los mentideros venezolanos
era que Irán financiaría el desastre venezolano, pero exigía a cambio que su
hombre estuviera claramente en la línea de sucesión de un régimen que se
tambaleaba.
Para
Raúl Castro es una jugada perfecta. El Aissami también es su hombre. Uno de sus
hombres. La monogamia no es una conducta necesaria en este tipo de alianzas.
Entre La Habana y Teherán no hay ninguna contradicción. ¿Qué importa que Cuba
sea una dictadura comunista atea e Irán una teocracia convencida de que lleva a
cabo los designios de Alá interpretados por su discípulo Mahoma?
Los
une la lucha contra Estados Unidos, el Satán americano, contra Israel, contra
los valores laicos y profanos de la democracia liberal, pérfidamente difundidos
en el podrido mundillo occidental. ¿No aseguró Fidel Castro, en mayo del 2001,
de visita oficial en Teherán, que Cuba e Irán pondrían de rodillas a Estados
Unidos? De eso se trata.
El
Aissami es un duro luchador, suficientemente fanático como para que Cuba, en su
momento, se lo sugiriera a Chávez como Ministro del Interior, el organismo
venezolano que otorga pasaportes y cédulas de identidad, una entidad clave en
las labores de contrainteligencia, espina dorsal de este tipo de regímenes.
En esa
condición, fue él quien ordenó se entregaran (por lo menos) 173 pasaportes y
documentos de viaje venezolanos a miembros de Hezbollah, la organización
terrorista creada y financiada por Irán en Líbano, madre patria de El Aissami.
Mientras tanto, su primo, llamado Husam, con el mismo apellido, dirigía el consulado
venezolano en Amman, Jordania, y lo ponía al servicio de las redes clandestinas
de terroristas, de acuerdo con el persuasivo relato de Humire.
¿No es
un error designar a semejante sujeto como vicepresidente de Venezuela? ¿No
creará eso más alarma social nacional e internacional? No es un error. Se trata
de una prueba contundente de que la cúpula chavista, impulsada por Cuba, ha
optado por despojarse totalmente de la careta democrática.
Eso
quiere decir que, llegado el momento, invocarán el sagrado nombre de Bolívar,
declararán que los diputados de la oposición han traicionado a la patria, y
disolverán la Asamblea Nacional.
Eso
quiere decir que no habrá otras elecciones en las que los venezolanos puedan
contarse porque eso del multipartidismo es una ordinariez
contrarrevolucionaria.
Eso
quiere decir que continuará la corrupción porque, no sólo se trata de crear una
oligarquía boliburguesa, sino también de atar fuertemente el sistema por medio
de una cadena de complicidades delictivas.
Maduro
huye hacia delante. Preside un Estado fallido, quebrado, incapaz de mantener el
monopolio de la violencia, porque el chavismo armó a cien mil maleantes que hoy
controlan parcelas crecientes de autoridad en el país, y les dio una patente de
corso para que actuaran al margen de la ley, lo que ha generado una sociedad
también fallida, improductiva y desesperada, en la que han sido asesinadas
decenas de miles de personas, y de la que escapa casi todo el que puede.
La
función del dúo Maduro-El Aissami no es arreglar los problemas del país, porque
no les interesa esa tarea, ni pueden, y ni siquiera saben cómo hacerla. El
objetivo es proteger a la banda más importante, la de ellos, la que gestiona el
narcoestado, y mantener fuera de la cárcel a los militares y civiles que han
realizado mil fechorías amparados por “la revolución”.
Cuba e
Irán, por su parte, continuarán esquilmando a Venezuela y poniéndole el hombro
a la pareja. Mientras más repulsivo sea el chavismo, mejor para las metrópolis,
porque sus clientes venezolanos no tendrán otra opción. No hay régimen lo
suficientemente repugnante como para no merecer el abrazo revolucionario y
antiimperialista. Sobre todo si tiene algunos petrodólares.
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