CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ 08 de enero de 2017
@CarlosRaulHer
A la
salida de su breve carcelazo Hugo Chávez no parecía representar nada. Previo al golpe militar del 4F, el Congreso
de la República, -donde un partido del orden dirigía la oposición-, era un
infierno de desestabilización y denuncias irresponsables que no llegaban a
término. Luego ese mismo Congreso votará por defenestrar sin delito al
Presidente constitucional, un gran triunfo moral para el movimiento golpista
que convierte a Chávez en ídolo popular. Sin armas, aplastado militarmente, en
pocos años se recupera, gana las elecciones y desarticula todo lo que lo rodeaba.
Su habilidad excepcional desarmó pieza a pieza un poder construido en 40 años.
Pudo seducir, engañar, dividir, presionar y atemorizar a quienes debían
oponérsele y actuó según las enseñanzas fundamentales de Maquiavelo: dividir al
adversario y ganar la mayor cantidad de aliados posibles, por lealtad o miedo.
Hizo
todo porque fragmentó los grupos de poder, puso una parte a favor suyo,
incorporó empresarios, periodistas, intelectuales y quebrantó la lealtad de los
factores del sistema. Desde el gobierno destruyó el Congreso, hizo una
constituyente, refundó el Estado, desmanteló las instituciones, las Fuerzas
Armadas, los partidos y casi acabó con la oposición; y su herencia amenaza hoy
hasta la sobrevivencia de Venezuela. Además marcó con su impronta y concepción
política a nuevas generaciones de dirigentes y muchos lo imitan consciente o
inconscientemente. Se disfrazan de bandera y hablan con “la bicha” en la mano
como él. Cultivan una oratoria zumbona e igualada como la suya. Hablan de
constituyentes y “salidas”, “el país no aguanta más” etc. Pero él gozaba de una
gran ventaja: una tremenda astucia política y un comando grande liga, que puso
la puerilidad radical y la ingenuidad bajo control.
Mantener el cauce
Pararon
sistemáticamente en seco a los desgaritados radicales que querían precipitar
dinámicas -o frenarlas en otros casos-, y los dejaron a un lado. Sin tanques ni
batallones y después de recibir una derrota militar en 1992, el arma que usó
fue la inteligencia, la astucia
estratégica que permite a un profeta desarmado salido de la cárcel como
golpista solitario y en ruinas, convertirse en profeta armado. Sepultado el
comunismo en sus tumbas de Cuba y Corea del Norte, un hijo póstumo aparece en
el país más moderno de Latinoamérica. Maquiavelo en 1498 tenía 29 años. Había
conseguido su primer trabajo como secretario de la Cancillería de Florencia, y
sus oficinas estaban en el palacio Vecchio. Exactamente al frente, en Plaza de
la Signoría, comenzó a predicar el monje dominico Jerónimo Savonarola su feroz
mensaje.
El
joven Maquiavelo se interesaba mucho por la personalidad carismática, poseída,
del monje, que amenazaba con el infierno a los acomodados de la ciudad.
Savonarola producía una mezcla de terror y seducción. Insultaba, amenazaba y la
reacción de sus feligreses era de sumisión absoluta, felices de que su ídolo
los tomara en cuenta aunque fuera para humillarlos. Esto intriga y admira a un
cerebro tan gélido y un observador tan profundo de la naturaleza humana como
Maquiavelo. Savonarola dice actuar en nombre de Jesucristo, a quien designa
Tirano de Florencia y como al Mesías no le interesaba el cargo, el monje lo
ejerce de buen grado. Botticcelli y Miguel Ángel, -pérdida incalculable del
patrimonio cultural de la Humanidad- entre otros artistas, lanzaron sus obras
en la hoguera de las vanidades de la plaza, donde las mujeres dejaban sus sedas
y perfumes.
Fuenteovejuna piquete al revés
En esa
fulgurante pero breve carrera, el monje se atravesó en el camino de un león
hambriento, César Borgia, -no un idiota como él- y terminó ahorcado y en la
hoguera. Años después Maquiavelo llamó al monje el profeta desarmado y entendió
que Borgia era el profeta armado y que solo él podía acabar con la anarquía que
devoraba Italia y le impedía ser un Estado nacional integrado. Como hoy por
fortuna no es la regla dirimir a cañonazos, el profeta armado es el que tiene
tres factores juntos: partido, gente y sobre todo inteligencia política. Y el
desarmado es simplemente el que se derrama en emoción precoz. Estudiar la
trayectoria de Chávez es una tarea pendiente de los dirigentes democráticos
venezolanos para entender cómo avanzó en una cadena de éxitos, pero para usarla
esta vez con fines positivos. La oposición vio nacer 2016 con las condiciones a
su favor.
Un
triunfo refulgente gracias a la estrategia gradualista, una vez que la
epilepsia radical lucía derrotada. Aun así ésta impone la política durante el
año, provoca una catástrofe peor que peor y luego se presenta como alternativa.
¿Cómo pueden producirse incidencias tan absurdas? ¿Por qué una dirección
política fracasa en medio de la descomposición general de su adversario aun
cuando su estrategia proclamada era exitosa? Que el radicalismo haga
estropicios no es noticia, pero si lo es que saque del rumbo comprobado al
colectivo. La Unidad atraviesa y atravesará zozobras pero deberá recuperar el
camino y enfrentar el cuchillo de la división. El error es de todos en general
y eso hace indiscernibles responsabilidades personales. Pero tenemos una
versión heterodoxa de Fuenteovejuna en la que, ante la pregunta del comendador,
se acusan todos a una.
Carlos
Raúl Hernández
@CarlosRaulHer
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