Por Simón García
El Secretario Ejecutivo de la
MUD es más bien víctima antes que creador de las discrepancias en la MUD. No se
le puede responsabilizar por unas diferencias, varias aireadas públicamente,
que los dirigentes partidistas no pudieron o no quisieron tramitar
positivamente.
La MUD está viviendo una
segunda crisis de dirección. Sus expresiones son típicas de una derrota, aunque
paradójicamente comenzaron a surgir después de una victoria. ¿Por qué?
La intuición apunta a
elementos como los siguientes: 1. Subestimación de las fortalezas reales del
adversario, porque se miden desde la creciente debilidad de Maduro; 2. Ausencia
de objetivos compartidos a largo plazo; 3. Intentos, desde algunos partidos, de
ser el hegemón en la oposición, en detrimento y con la exclusión de otros, 4.
La competencia hacia la presidencia que no ha sido posible evitar ni normar, 4.
El pernicioso estilo de imponer decisiones desde afuera y por vía de hechos.
Como no hay quien le ponga el
cascabel a gatos bien posicionados en la estimación nacional, la dirección
colectiva es debilitada. Adicionalmente, al contradecir con sus hechos el
discurso unitario, la MUD está pagando un costo de credibilidad.
No se puede sacar de la manga
un Chúo expiatorio. No es la causa de la baja eficiencia ni de las omisiones y
errores cometidos en el último semestre. En una sociedad caotizada por el
irrespeto a las normas, alentada a la ley del más fuerte, llena de rabias y
frustraciones, es alarmante que la élite que está construyendo caminos
alternativos muestre impreparación para el pluralismo, gusto por los pequeños
asuntos y bajo esfuerzo por contar con un repertorio de estrategias
inteligentes, comunicadas con un nuevo discurso político.
Nuestra élite no ha terminado
de romper con el pasado. ¿Cómo tener confianza que podrá hacerlo, superando el
largo ciclo entró en fase terminal con la destructiva gestión del prospecto de
tirano?
La MUD tiene que satisfacer
las demandas de ampliación, acordarse en normas para regular la confianza entre
quienes son la punta de una lucha que debe ser alternativa a las costumbres
dirigentes convencionales, tan lejanas y despreciativas de la gente.
La exigencia para los que
moldearon la victoria del 2005 es la de manejar las discrepancias como fuentes
de creatividad, generar iniciativas eficaces más allá de los estereotipos,
fortalecer la Unidad y obtener logros en la acumulación de condiciones para
desatar la transición hacia otro país. Todavía pueden.
04-02-17
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