Por Marco Negrón
Su complejo militarista hace
del actual un régimen inédito en nuestro país, al menos en los tiempos
modernos: no hay que gastar demasiada tinta para demostrar que ni siquiera los
presididos por militares activos colocaron tal cantidad de miembros de las
fuerzas armadas en cargos de gobierno. Más recientemente empezaron a crearse
“Estados Mayores” para manejar distintas áreas de la economía y la sociedad
duplicando, además, estructuras ya existentes.
El pasado 31 de enero fue el
turno de las ciudades, cuando en Consejo de Ministros Nicolás Maduro,
obsesionado por la jerga militarista, procedió a juramentar el llamado Estado
Mayor de Gobierno de Caracas, una instancia que no existe ni en la Constitución
ni en normativa alguna, presidido por el Alcalde del Municipio Libertador e
integrado por otras 7 personas de las cuales 3 son militares: un paso más en la
búsqueda del chavismo por convertir nuestras ciudades en cuarteles.
Pero al lado de la ilegalidad
campea la confusión: de acuerdo a Maduro en el territorio de esta nueva
instancia, que él llama “la capital”, “conviven 6 millones de habitantes pero
anualmente transitan más de 8 millones, es necesario reestructurar Caracas para
una mejor convivencia”: un auténtico galimatías que sólo arroja oscuridad sobre
el ámbito de actuación asignado a esta estructura ad hoc pero que evidentemente
se pretende imponer sobre el territorio de lo que informalmente se conoce como
Gran Caracas, integrada por 23 municipios, 2 estados federales y el Distrito
Capital (anómalo, por no decir inconstitucional, por tener un Jefe de Gobierno
no nacido de votación alguna).
¿Simple confusión o maniobra
para ir montando estructuras paralelas en la eventualidad de que no pudieran
evitar procesos electorales que los desplazarían sin contemplaciones?
Seguramente las dos cosas a la vez.
De las tareas asignadas a esta
nueva estructura burocrática es poco lo que puede deducirse de la información
hecha pública hasta hoy; en cambio, de sus integrantes se sabe que nada conocen
acerca de la ciudad empezando por quien la encabeza, Alcalde del Municipio
Libertador durante los últimos 8 años, mimado por el Ejecutivo Nacional y
poseedor a través del Gobierno del Distrito Capital de una enorme masa de
recursos y competencias birlados mediante resolución de la vieja Asamblea
Nacional a la Alcaldía Metropolitana. Sus acciones sobre el sector de la ciudad
que le corresponde gobernar son, sin embargo, irrisorias: básicamente
recuperación de espacios creados por la denostada república civil más las
desafortunadas intervenciones de la Misión Vivienda o las “soluciones viales”
del ministerio del Transporte Terrestre. En el futuro, es bueno advertirlo
desde ya, seguramente será necesario demoler algunas de esas estructuras por
seguridad de los ciudadanos y de la ciudad.
El PSUV ha gobernado ese
municipio por 18 años y lo que se constata es crecimiento de la pobreza,
deterioro acelerado del espacio público, inseguridad que alcanza las cotas más
altas del mundo y fuga hacia otros municipios de las actividades más dinámicas.
Si en casi 4 lustros no han
sido capaces de dar respuesta a las demandas de los 3 millones de habitantes
del Área Metropolitana de Caracas, ¿qué permite pensar que puedan hacerlo para
una población no sólo 2 veces mayor, sino además más compleja y desigual, con
tradiciones culturales muy distintas y con expectativas diferentes? Por eso
apuestan al nominalismo, a creer que los nombres definen las realidades: llamar
a ese órgano de gobierno Estado Mayor pone en evidencia la ideología que le
subyace, como es creer que la ciudad, y por último la sociedad, puede manejarse
a punta de órdenes como si de un cuartel se tratase. Demostración final de que
nada han entendido de la ciudad, lo que los conducirá a su desastre definitivo.
Habrá que tener cuidado de que no nos arrastren a todos.
07-02-17
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