Por Xabier Coscojuela
El primer mes del año, en
cuanto al funcionamiento de la Mesa de la Unidad Democrática, se está
pareciendo mucho, lamentablemente, a los momentos finales de 2016. Sigue sin
lograr establecer una política a seguir para enfrentar el gobierno de Nicolás
Maduro. Sigue pendiente darle coherencia al propio nombre de la coalición
opositora, pues unidad no hay.
La primera muestra de lo que
decimos fue la decisión de decretar el abandono del cargo de Nicolás Maduro.
Diferentes fuentes nos dicen
que una buena parte de los diputados opositores no estaban de acuerdo con esa
decisión, pero la aprobaron.
Sus consecuencias han generado
cierta división en la MUD y mucha cohesión en el chavismo. Lo contrario de lo
que debiera lograrse.
El 23 de enero es otra
muestra. Estaba de anteojito que la MUD debía realizar alguna actividad para
esa fecha. Se había dicho que aprovecharían de anunciar el formato de su lucha
y "relanzar" a la MUD. Pero solo hubo una marcha, cuyo primer
proponente fue La Causa R única organización que conmemoró el triunfo
electoral del 6 diciembre de 2006 llamando a marchar el 23E.
En lugar de organizarse y
convocar, como se hizo para la manifestación del 1 de septiembre de 2016, en la
MUD nadie se dio por aludido y pasaron los días sin ocuparse del tema hasta que
Herique Capriles anunció la marcha a pocos días de cumplirse 59 años de la
caída de la penúltima dictadura del país. Tenemos entendido que dentro de la
coalición no había unanimidad en torno a la actividad propuesta por el
gobernador de Miranda y por eso la respuesta fue débil.
Claro que esa no fue la única
razón, pero pesó bastante, en nuestra opinión.
Hay que sumarle el desencanto
de mucha gente por la no concreción del revocatorio y que el destino de la
marcha era el Consejo Nacional Electoral, ruta que ya el año pasado fue
propuesta y tuvo poco eco en la población porque se sabe que no se permitirá
ser completada. Los ciudadanos han dado suficientes señales de que no quieren
violencia e intuyen que empeñarse en ir hasta la sede de ese "poder"
la puede generar.
Se pudiera tomar como algo
positivo que todos los partidos están de acuerdo en presionar por las
elecciones regionales y en rechazar el documento presentado por los
observadores tal como está. Pero sobre este punto tampoco se está actuando con
la unidad debida. Lo más prudente sería era discutir lo planteado entre todos,
con la mayor cantidad de partidos y sectores posibles y consensuar una
respuesta.
Pero eso no está ocurriendo. Cada
quien dice lo primero que se le ocurre en la dirección de descartar cualquier
intento de entendimiento. Al parecer, lo importante es ser el más radical entre
los radicales.
El más comecandela. Los
cálculos particulares y las agendas personales están causando bastante daño.
Creemos que ese documento es
un buen punto de partida para retomar las conversaciones con el Gobierno.
Suponemos que antes de presentarlo los acompañantes dialogaron con los dos
sectores y exploraron los caminos que nos saquen de donde estamos. Por supuesto
que no se puede firmar tal como está. Es una propuesta a ser debatida por las
dos partes y buscar entre todos los puntos que puedan permitir alcanzar el
necesario consenso. Tal vez no se logre, pero nos parece imprescindible intentarlo.
28-01-17
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