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sábado, 18 de febrero de 2017

Por voluntad propia por @ElNacionalWeb


Por Marcelino Bisbal


Hace ya un tiempo que publiqué un artículo en donde decía, parafraseando al escritor español Javier Marías, que en el contexto político venezolano del presente “la realidad es tan repetitiva que a todos nos obliga a serlo, sobre todo cuando se trata de una reiteración siempre a peor”. Todos los días las noticias que nos asaltan, que nos producen frases como “no puede ser”, “hasta dónde hemos llegado”…, son de tal naturaleza que no podemos dar crédito a que ciertos hechos estén sucediendo entre nosotros. La evidencia más simple, negada todo el tiempo por el régimen, está a la vista de todos menos para el ciudadano Presidente de la República y su tren ejecutivo y por supuesto que tampoco es evidente para el partido oficialista. La tragedia que estamos viviendo los venezolanos es negada una y otra vez por el poder. Cuando la asumen siempre es la misma justificación: es culpa de los otros ya sea este el imperio estadounidense y/o la oposición desestabilizadora o ciertas fuerzas que han desatado extraños que no entienden lo que el Gobierno quiere llevar a cabo en pro del pueblo y de la patria.

No estamos inventado o suponiendo. No hay más que leer diariamente la prensa oficial, el Correo del Orinoco por ejemplo, los ¿variados? canales de televisión y emisoras de radio gubernamentalizadas y sus ¿variados? programas de opinión y publicidad para caer en la cuenta de lo que estamos afirmando. Veamos esta muestra ante el panorama económico que atraviesa el país. El ministro de economía Ramón Lobo, ante las pantallas de Venezolana de Televisión, dijo sin ningún rubor: “Tenemos un buen escenario y condiciones favorables dentro de la tempestad para recuperar el sendero del crecimiento económico, pero bajo un funcionamiento distinto de nuestra economía”. Pero enseguida saltó expresando que el sistema económico venezolano “arrastra vicios estructurales que vienen desde la época colonial, el funcionamiento de la economía debe estar al servicio del hombre, de la mujer y no en función de la reproducción del capital por sí mismo, tenemos una situación inducida, pero vamos a superar el momento”.


Es la reiteración de que los enemigos del Gobierno están socavando los buenos propósitos e intenciones para hacer del país una república de felicidad y progreso. Pero la realidad factual, no las hipótesis, puede más que cualquier discurso. Esto nos recuerda la siempre citada novela de George Orwell -1984- en donde la fantasía del escritor se hace patente en la Venezuela de hoy. Es decir, ocultar la trágica realidad creando enemigos en donde no existen, inventando conspiraciones que nunca se hacen presentes y manipulando la información para dar cuenta de situaciones y subversiones que solo están en el imaginario de quien detenta el poder. El mismo Orwell expresaba, ante los discursos de todo régimen totalitario, que “la gran enemiga del lenguaje es la insinceridad”.

Llegados hasta aquí hagamos un collage de citas, con su breve comentario, a la manera en que Walter Benjamin lo hacía. Es decir, desplazando opiniones de otros y trasladándolas hasta nuestro escrito para dar cuenta de otros marcas y de otros sentidos, pero que le dan sentido a un reconocimiento. Nos lo expresaba muy bien el propio Benjamin cuando nos dice que “Al citar importantes y fascinantes reflexiones de citas no solo enriquecemos nuestro texto sino que también dotamos de plasticidad. Gracias a las citas nuestro libro se convierte en una especie de obra colectiva”.

Empecemos…

1-Un editorial de TalCual del 13 de mayo del 2014 que llevaba por título: “El toro por los cachos”. Allí, Teodoro Petkoff decía que Nicolás Maduro se encuentra en un limbo entre las presiones de los radicales del chavismo (civiles y militares), los castro-cubanos y los chavistas “moderados”. Y textualmente expresaba:

“Maduro tiene una excepcional oportunidad de pasar a la historia como el hombre que pudo suceder a Hugo Chávez sin que su victoria electoral de abril de 2013 reproduzca los peores aspectos del mandato de Chávez, aquellos de provocación permanente y descalificaciones a troche y moche de cuantos eran considerados por él como enemigos”.

¿Ha sido así? Ya hemos visto que Maduro ha seguido la misma línea de confrontación del difunto, incluso la acrecentado hasta límites, diríamos, asfixiantes e inexplicables.

2-Frente a todo lo que ha ocurrido y sigue sucediendo, más allá de la crisis económica y sus consecuencias como las altas tasas de inflación, el desabastecimiento de alimentos y medicinas y la creciente violencia e inseguridad…, ha surgido un desconocimiento de los más elementales principios constitucionales en donde las instituciones del Estado se han complotado con un único fin: perpetuarse en el poder.

Así, Miguel Ardiles, uno de los personajes de la novela de Rodrigo Blanco Calderón –The night (2015)– define de manera literaria nuestra situación sin ambages:

“Siempre se habla de que hay una crisis de liderazgo. Y cuando se dice esto solo se piensa en términos de un liderazgo positivo. Nadie hasta ahora en este país se ha dado cuenta que también la maldad necesita representantes dignos. Hombres y mujeres que estén a la altura de nuestro odio y de nuestro resentimiento. Nuestro presidente es un payaso, un payaso salido de una novela de Stephen King, pero un payaso. Un poder como este, que produce risa y que sin embargo te mata, es más corrosivo que un poder serio, de esos que provocaban terror con la sola presencia de sus líderes o de sus símbolos. Es un poder que en lugar de clavar el puñal, deja que otro lo haga y se limita a contemplar el cuerpo caído que se desangra. Y a veces ni eso, porque en general ese poder dice que es mejor dar la espalda. Esto es una dictadura, Miguel. Aquí todo el mundo lo sabe.”

3-Desde hace ya un buen tiempo, incluso en vida de Hugo Chávez, se le vienen dando golpes de Estado a la Constitución. Reparemos, sin ir más atrás, en la decisiones que ha venido tomando el Tribunal Supremo de Justicia ante un poder electo popularmente y con amplia mayoría, que es la Asamblea Nacional; la conducta del Ejecutivo en la toma de importantes decisiones políticas; la negativa del Consejo Nacional Electoral al negar el derecho al voto, primero el referéndum revocatorio y ahora ante las elecciones regionales; obligando a los partidos políticos de la oposición a legitimarse dentro de unos lapsos imposibles de cumplir…

La realidad nos obliga a afirmar que esto es de facto una dictadura por donde la veamos. Por eso, toda dictadura utiliza todas sus fuerzas para negar y destruir a todo aquello que lo adverse. En ese sentido, el periodista polaco Ryszard Kapuściński (El Sha o la desmesura del poder, 1987) pone el acento en el tema:

“La dictadura, aunque desprecia al pueblo, hace lo posible para ganarse su reconocimiento. A pesar de carecer de fundamento legal alguno o, tal vez, precisamente por el hecho de carecer de él, cuida mucho las apariencias de la legalidad. Es su punto débil, en el que se muestra inusitadamente sensible, de una susceptibilidad enfermiza. Además le incomoda (aunque lo oculte cuidadosamente) la sensación de inseguridad. Por eso no escatima esfuerzos para probarse a sí misma y convencer a los demás de que cuenta con el apoyo y la aprobación incondicional del pueblo. Incluso si este apoyo no es sino mera apariencia, se sentirá satisfecha. ¿Qué importa que solo sean apariencias? El mundo de la dictadura está lleno de ellas”.

¿Qué más nos queda? Quizás repetir aquello que dijera el ensayista alemán Hans Magnus Enzensberger, en su último libro –Tumulto, 2015-, una vez que está de regreso de aquellos procesos que se dijeron de izquierda. Dice: “La gente de izquierdas, en su condición actual, es tan sierva de sus dogmas que prefiere negar la evidencia más simple antes que echar sus ideas fijas a la papelera. A veces la liberación viene encorsetada”.

Posdata

El des-orden sigue tan campante. El caos y la improvisación de las políticas están a la orden del día, la represión física y discursiva va en aumento, la censura comunicacional se ha instituido como nunca antes…y todo por propia voluntad. ¿Por cuánto tiempo más? Esperamos por tiempos mejores porque el des-orden no puede durar para siempre. Solo nos queda confiar en el optimismo del recién desaparecido lingüista, filósofo e historiador Tzvetan Todorov, de origen búlgaro, cuando expresó en una de sus últimas entrevistas concedida al periodista venezolano Boris Muñoz: “Lo que ha sido hecho con manos humanas, con las mismas se puede deshacer. Una descripción realista del futuro es un llamado a la acción”.

17-02-17




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