Por Nelson Freitez
Decir que el “Carnet de la
Patria” es un nuevo instrumento de control social y político gubernamental
sobre la población, es ya un lugar común. Que será utilizado como medio de
discriminación política, también. Que sus objetivos no están claros para la
población que se inscribe, igualmente.Lo que debe ser enfatizado es que
constituye la mayor evidencia de que la pobreza y exclusión social no ha hecho
más que crecer, sobre todo en los últimos cinco años y, que cada vez un mayor
volumen de familias venezolanas dependen de un magro subsidio estatal para
sobrevivir.
Ya lo detectaban encuestas
nacionales sobre condiciones de vida (Encovi 2014-2015) realizadas por
universidades nacionales (UCV-USB-UCAB) en las que se registraba que más del
75% de los hogares en Venezuela se encontraban en situación de pobreza medida
por ingresos mensuales, de los cuales un 49% se ubicaban en Pobreza Extrema.
Estos indicadores reflejaban un incremento sustancial con respecto al año 1998,
en el cual los niveles de pobreza alcanzaron el 55.4% de los hogares y nos
colocaban en la situación de pobreza del año 1975 (76%, según INE).
De tal manera, que el saldo
social de un ingreso total de 970.000 mill de $ por venta internacional de petróleo
e impuestos al fisco nacional (Puente, J.M. IESA, 2016), se expresa en estos
grados alarmantes de pobreza, exclusión y sus consecuentes cuadros de deterioro
social. Cuál fue el impacto real de las Misiones Sociales para contener y
revertir la pobreza en Venezuela; por qué si voceros oficiales han señalado que
en estas políticas el Estado invirtió más de 500.000 millones de $, hoy nos
encontramos en esta “metástasis” de desnutrición, deserción escolar,
delincuencia juvenil y una “anomia social” que erosiona nuestros históricos
tejidos sociales (que la Compañía de Jesús cataloga como “daño antropológico”).
Ahora ante esta inocultable
magnitud de nuestro deterioro social y los bajísimos índices de aprobación de
la gestión gubernamental, surge un nuevo registro de la población y una nueva
promesa de redención social. El “Carnet de la Patria” se presenta como elemento
articulador de programas sociales y medio para solventar déficits que, con el
mayor ingreso en la historia y una gestión de más de década y media, no se
pudieron revertir.
Por supuesto, que una
población que se encuentra desvalida, sin acceso a bienes y servicios básicos,
sometida a un cuadro dantesco de exclusión social y de violación de derechos
fundamentales, acude presta a buscar en el “Carnet” lo que no puede adquirir
por otras vías. Sus ingresos monetarios insuficientes, el desabastecimiento de
bienes, el deterioro de servicios de salud, han colocado a millones de familias
en esta orfandad de protección social ante la carencia de un sistema estatal
que los ampare, concretando el Estado social de Justicia y Derecho que tanto
pregona el partido oficial.
El “Carnet” será otro cúmulo
de promesas más incumplidas. Las expectativas que genera no podrán ser
satisfechas. El Estado carece de recursos suficientes, su maquinaria operativa
está fracturada y vencida y, los recursos que se destinan al gasto social, por
sus desviaciones e irregularidades administrativas, en muy poca medida llegarán
a quienes los necesitan.
En especial, porque los
“puntos ciegos” que existen en nuestra geografía en los cuales se anida la
pobreza extrema no son desconocidos ni se ignoran sus causas. Sólo una economía
sana, productiva, con una fuerza laboral capacitada y un sistema de seguridad
social viable, puede garantizar la reversión de esta pobreza creciente. Este
estatismo inútil y despilfarrador no sólo ha fracasado históricamente sino que
no tiene futuro en Venezuela. La población excluida no tendrá patria ni
derechos, con un “carnet”, sino con trabajo, salud, educación y dignidad. Que
se lo generará una adecuada combinación de mercado, Estado y de su propia
iniciativa.
10-02-17
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