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viernes, 3 de febrero de 2017

Un chiflado de pelo amarillo por @luispespana


Por Luis Pedro España


No es sólo lo que hace, sino como lo dice. Hasta en mute es desagradable. Verlo gesticular y mover la boca en forma de hocico de puerco no es más que la antesala de algún disparate. Si no fuera porque ha sido electo a la presidencia del país más poderoso del mundo, sólo daría risa, sería un caso curioso (como alguna vez le escuché decir a una profesora de la Universidad de Sofía en Tokio refiriéndose a Chávez), pero no, este señor puede revivir muchos fantasmas y pesadillas que pensábamos que nunca más reaparecerían.

Ha llegado a la Casa Blanca como llegó el nuestro a Miraflores, hecho todo un carrito chocón, metiéndose con todo el mundo, ya no sólo desde sus prejuiciados impulsos contra las mujeres, los latinos o los musulmanes, se trata de todo un coctel explosivo de proteccionismo, racismo y nacionalismo chauvinista.

No tiene 100 días y ya su popularidad ha comenzado a caer. Europa, especialmente la ex comunista, le tiene pánico por sus coqueteos con Putin. Hasta el presidente del Consejo Europeo lo ha declarado “una amenaza externa”. ¿Quién es ese chiflado con pelo amarillo?

Por lo pronto va a ser alguien muy despreciado por la comunidad internacional. Su decreto de prohibición de entrada a los nacionales de 7 países musulmanes, la insistencia en lo del muro y el abandono de los programas de libre comercio, lo convierten en un peligro para todos. Tampoco le va muy bien en su propio país. Tras la toma de posesión, y las manifestaciones de rechazo que provocó, han seguido protestas anticipadas en aquellos países que se propone visitar o de aquellos que tenían previsto visitarlo.


Pero él también es la prueba de que ningún país, ningún pueblo, por muy aventajado que sea política o económicamente hablando, está a salvo de que un loco ponga el carro de la historia en retroceso y acelere afondo suponiendo que esa es la forma de echar hacia adelante. Los principios más nobles de Occidente están en peligro bajo la administración de este señor. La libertad, el sacrosanto principio de la América del Norte, está bajo la amenaza de un empresario que cree que se puede manejar un país, desde las simples recetas con las cuales manejaba sus negocios.

Desde nuestro país, el flamante adalid de antimperialismo, el chavismo gobernante, guarda curioso silencio. Por mucho menos que esto cualquier progresista ya habría roto lanzas o clavado la espada de la confrontación en el suelo. Pero no, lo último que le hemos escuchado es que hay que darle un chance al nuevo mandatario. Tanta moderación sorprende, de seguro se trata de alguna otra cosa.

Independientemente de la razón por la cual el gobierno de Venezuela no ha dicho nada y no ha reclamado con la exageración que caracteriza su política exterior, deja bastante en claro que no es por los principios ni por ideales que éstas se orientan.

El silencio frente al desprecio que el “señor del pelo amarillo” ha mostrado contra mucho o todo de lo que los revolucionarios dicen defender, sólo se explica por la expectativa que tienen por un reacomodo en la correlación internacional, algún tipo de nuevas alianzas entre poderosos que, por pura carambola, favorezca a la Venezuela sin acceso a ayudas internacionales.

El gobierno, interesado en un nuevo correlato, guarda silencio ante la afrenta que hasta ahora parece representar la nueva administración de Washington contra América Latina. Con toda seguridad esta espera favorable no terminará en nada. La pequeña nación petrolera que somos no se favorecerá de las relaciones entre bocazas. Pero como la esperanza es lo último que se pierde, puede que el gobierno impulse una de esas etiquetas que su aparato mediático posiciona como tendencia.

Quizás dentro de poco veamos en Twitter algo como  #AquiNoSeHablaMalDeTrump .

02-02-17




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