Juan Guerrero 16 de agosto de 2018
@camilodeasis
La
gravedad de la situación por la que atraviesa la sociedad venezolana es de tal
magnitud, que no es posible en estos momentos cuantificar, ni en términos
monetarios ni mucho menos en pérdida de vidas, semejante catástrofe
humanitaria.
Porque
no estamos frente a un gobierno de Estado. Tampoco frente a una dictadura ni
mucho menos, ante un régimen totalitario. Lo que enfrenta la sociedad
venezolana en la actualidad, es la presencia de una Organización Criminal que
impone órdenes que se cumplen a través de megabandas y éstas operan con bandas
sectorizadas.
La
estructura de esta compleja red criminal penetró absolutamente todo el sistema
institucional del Estado venezolano. Por ello es tan difícil visibilizar e
identificar responsables operativos. Solo vemos las caras públicas que lideran
este desastre. El cuerpo institucional del Estado se encuentra controlado por
representantes de este inmenso poder criminal que corrompió principios y
valores que estaban normados por leyes y controles administrativos.
Pareciera
que frente a este descomunal despliegue de poderío criminal es imposible
luchar, porque domina y contrala fuerzas policiales, militares y de
inteligencia y contrainteligencia. Para ello, desde el mismo momento que
comenzó a imponerse, 1998, se usó la propaganda oficial como estrategia para
perpetuarse en el poder del Estado, con el lema: “Solo nosotros somos garantía
de paz y tranquilidad”
Semejante
mentira comunicacional fue impuesta a los estratos más bajos de la sociedad.
Unas veces como garantía para obtener votos, otras para acceder a trabajos y
regalías, y en la actualidad, como amenaza directa al acceso de comida y
seguridad personales.
La
recuperación de la sociedad y del Estado republicano y democrático es posible
alcanzarlo, aún y teniendo en contra este poder criminal que se cree invencible
e insustituible. La realidad está indicando que su principal debilidad es su
incapacidad para brindar prosperidad y bienestar a toda la sociedad, a través
del desarrollo económico-financiero. Otra debilidad es su desconocimiento
absoluto de los procesos de alta tecnología en el uso, administración, control
y distribución de los bienes del Estado. Además que en ellos no existe la
palabra mantenimiento preventivo, correctivo de equipos en las áreas
industriales y de servicios.
Pero
lo más dramático es la desprofesionalización de las industrias, empresas e
instituciones del Estado.
Frente
a este descomunal desastre donde el propio Estado venezolano está controlado
por una organización criminal, debemos indicar que la respuesta está,
fundamentalmente, en la Constitución nacional. Sus artículos 70, 71, 333 y 350
dan el soporte constitucional, legítimo y legal para enfrentar a delincuentes
disfrazados de estadistas. Porque frente a actos criminales que han cometido
quienes detentan el poder del Estado, la rebelión y todo instrumento de fuerza,
pueden y deben utilizarse como legítima defensa.
Debemos
enfatizar una vez más, que es falso que desplazando del poder a estos actores
de la delincuencia política la nación y sociedad caigan en un caos y guerra
fratricida. Por el contrario, desde hace varios años la sociedad venezolana,
sus más activos dirigentes sociales, han diseñado, cada quien desde su ámbito
de conocimiento, proyectos, planes y propuestas para superar la dramática
crisis nacional que tenemos.
Es
falso que Venezuela, una vez desplace a la criminalidad roja-rojita, se
enfrente en una guerra civil. Eso no ocurrirá. Por el contrario, los grupos de
estudio formados, tanto por los partidos políticos como organizaciones civiles,
apenas estos delincuentes sean apresados, comenzarán a funcionar conjuntamente
con la orientación académica, tanto de universidades y centros de asesorías
internacionales que desde hace tiempo han ofrecido ayuda.
Todavía
en Venezuela quedamos profesionales, jubilados y activos, dispuestos para
contribuir a levantar el país. De ello no queda duda alguna.
La
larga noche roja-rojita de la improvisación y permisividad, al dejar en manos
de delincuentes y la “masa social” la administración del Estado, terminó. Ahora
comienza el esfuerzo conjunto entre profesionales para levantar desde sus
cenizas, la nación de todos.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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