Por Marianella Herrera
Cuenca
Cuando de democracia se
habla, uno piensa en gobiernos, elecciones, yo que soy venezolana pienso
en el dedito meñique pintado de ¡morado! pero ¿qué es realmente la
democracia? Igualmente cuando decimos comida, pensamos en el desayuno, el
almuerzo o la cena pensamos en un plato (que reconozco para mí es llano, ¡no es
un plato de sopa!) con comida de diferentes colores. ¿Qué es realmente una comida?
¿Qué significan verdaderamente ambos términos y cómo se relacionan entre sí?
La palabra democracia viene
del griego demos que significa pueblo y kratos cuyo significado es poder, es
decir la democracia es el poder del pueblo. Otra definición dice: Sistema
político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del pueblo a elegir
y controlar a sus gobernantes. En cuanto a la comida, los diccionarios de
la lengua española ofrecen dos definiciones. La primera: sustancia sólida que
se ingiere y sirve de alimento y la segunda: acción de comer a una hora
determinada del día. Si pensamos en democratizar la comida, ¿será que pensamos
en comida para el pueblo? Si esto es así, el análisis para mí como profesional
de la salud y nutrición, me obliga a adentrarme en varios
aspectos/dimensiones/situaciones que requieren mayor profundidad.
En primer lugar si queremos
que haya comida para todos, entiéndase para todos, deben existir alimentos
que puedan verdaderamente ser accesibles para cada uno de nosotros, e insisto
realmente para todos, tal y como lo refiere el tratado internacional de los
derechos económicos, sociales y culturales. Es decir, el derecho a la
alimentación debe cumplirse al garantizar el acceso, disponibilidad y
bioutilización de los alimentos de manera constante, quedando claro que al
menos en teoría, debería existir seguridad alimentaria.
En segundo lugar: ¿Cómo es
eso de que los alimentos estén accesibles para todos? ¿Es que me los van a
regalar? ¿Nos lo van a regalar? ¿Y Quién nos va a asegurar que los alimentos
nos lleguen? Interesante. En el mundo moderno, la manera de intercambiar bienes
y servicios es a través del dinero, propio o de otros, y el dinero llega a
las familias a través del trabajo digno, honesto y que bien remunerado, permite
la adquisición de bienes, que para el caso que nos ocupa son los alimentos.
Pero hay otro aspecto, el
antropológico-cultural: ese que ha hecho que en el mundo una de las comidas más
democratizadas, por la aceptación de tantos grupos poblacionales diversos que
la han adoptado como suya sea la pasta. Una vez un italiano de “pura cepa” me
refería que la comida margariteña tenía dos componentes: los pescados y frutos
del mar preparados en todas sus formas, empanadas, pescado frito, ostras,
“tripa de perlas”, “vuélveme a la vida” y tantos otros y la pasta porque en
Margarita decía él, podía comer una pasta tan maravillosa como en Italia.
Este sirve para mostrar lo
que podemos llamar “la democratización de la pasta”, que se ha infiltrado hasta
hacerse nuestra y ser la actriz principal de un plato desarrollado por el
pueblo mismo que es la pasta con sardinas y caraotas, ¿es o no un alimento
democratizado la pasta? Hasta en la casita más humilde de Venezuela se ha
comido pasta y por muchas razones.
Dicho lo anterior, tenemos
que con nuestros ingresos deberíamos al menos en teoría poder comprar los
alimentos con libertad de acuerdo a nuestros gustos, preferencias culturales, y
conocimiento nutricional. Retomando el caso de la pasta, que hemos hecho
nuestra, al menos en Venezuela, y en tantos otros países, donde la hemos
adoptado porque nos gusta, por su versatilidad al cocinarla, por la rapidez con
que un ama de casa “resuelve” la cena o el almuerzo con una pasta bien
suculenta, porque alguna vez fue un alimento barato.
¿Es entonces la pasta un
alimento que se ha democratizado en Venezuela? En algún momento del
pasado sí, yo recuerdo haber salido de noche al automercado a comprar pasta
porque en mi casa se había terminado y compraba la que me convenía más,
había marcas y más marcas, más o menos costosas y se podía elegir.
¿Es hoy en día la pasta un
alimento democratizado? La respuesta es no, y es no porque el hecho que me
regalen un alimento no lo hace democratizarse, el hecho que sea subsidiado no
le da el título de democratizado, mucho menos cuando llega de manera
inconsistente en una caja cuya procedencia y entrega no es clara, cuando
comprar un kilo de pasta de “la que hay” es más que un salario mínimo.
Ahora bien, cuando vemos una
etiqueta que declara que la pasta se fabricó en Brasil nos damos cuenta de cómo
ese alimento es un alimento universal, no hay un automercado en el mundo que no
disponga de pasta en sus anaqueles. La pasta desde el punto de vista
antropológico y cultural ha logrado permear e infiltrarse hasta en el más
humilde o el más ostentoso de los hogares del mundo.
En Venezuela, seguimos
amando a la pasta, pero hoy en día el pueblo no dispone de suficiente pasta, no
hay o no la puede pagar. La comida que ha permeado en el sabor y el gusto del
pueblo y que el pueblo mismo puede cocinar, es una comida democrática
Los alimentos no son más o
menos democratizables por el hecho que su distribución venga de un gobierno, lo
que ha democratizado a la comida es su sabor, su disponibilidad, su manera de
cocinarla y el poder adquisitivo de las familias. ¿Entonces la arepa, la pasta
o el pabellón criollo en Venezuela hoy en día, han continuado su
democratización? Los dejo con esa pregunta, estoy segura volveremos a ella.
16-08-18
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