Por Andrés Cañizales
Los dos primeros apagones
nacionales los viví a lo lejos. Estaba de visita en España y con la angustia
del caso traté vanamente de comunicarme con familiares y amigos. Observé, en
esos dos casos, reportes de Netblocks y
veía con alarma que junto con la caída eléctrica, caían también el
Internet y la telefonía en Venezuela.
Para que no me quedaran
dudas sobre la calamidad padecida, 24 horas después de mi arribo a suelo
venezolano he estado 4 días consecutivos sin el servicio eléctrico. Y ya
sabemos lo que eso significa: sin luz, sin agua, sin Internet, sin telefonía. Y
lo más grave, han sido 4 días sin información.
El régimen de Nicolás
Maduro, en medio de los apagones, ha estado más enfocado en adjudicarle a otros
las responsabilidades que en tratar de brindar ayuda a los venezolanos. Han
brillado por su ausencia operativos de contingencia para llevarle agua potable
a los sectores afectados, tampoco en medio de la oscuridad se han
implementado operativos de seguridad.Los uniformados sólo aparecen en las
calles para reprimir alguna protesta ciudadana.
La más grave y diría que
imperdonable omisión oficial es en materia de información. Nadie del
gobierno brinda información en medio de los apagones: número de estados
afectados, precisión sobre planes de contingencia, pronóstico certero de cuándo
estará solventada la falla.
Las apariciones de voceros
oficiales en medio de los apagones tienen una finalidad propagandística, así de
sencillo.
Dado que el gobierno no
brinda información, desconocemos la magnitud del problema y cómo ciudadanos no
tenemos capacidad de prepararnos. Al igual que millones de venezolanos acabo de
vivir en carne propia un apagón de 4 días consecutivos, para el cual no estaba
preparado y sin tener la más mínima idea de cuándo iba a concluir.
Paliar o aliviar la
calamidad que padecen los ciudadanos, en medio de los apagones, no parece ser
una prioridad para el gobierno de Maduro.
En medio de los apagones,
tal como se están viviendo en Venezuela, quedamos no sólo a oscuras
sino desinformados y desconectados. No sabemos lo que ocurre, salvo
en nuestro entorno más inmediato, no tenemos capacidad de saber la magnitud del
problema, y perdemos la posibilidad de conocer el estado en el que se
encuentran familiares y amigos.
Me dice un buen amigo, los
apagones generan desesperanza y desespero. Y estas dimensiones
emocionales, parecen jugar a favor del gobierno. Aunque claro, todo tiene sus
límites, también el rédito político que el régimen le pueda sacar a la falta de
luz.
Escasez de información
Tan política oficial es la
omisión informativa que el ministro Motta Domínguez, hasta este 1 de abril al
frente del sector eléctrico, guardó público silencio desde el 7 de marzo. Y en
esas tres semanas, precisamente, Venezuela padeció apagones de diverso calibre
y extensión.
Pasan los días. Al contrario
de la escasez de alimentos o medicinas, en las que finalmente se encontraba un
paliativo, ante la falta de electricidad y la subsecuente ausencia de agua
difícilmente haya capacidad de adaptación.
La gente está resolviendo y
respondiendo ante cada apagón, pero el descrédito oficial crece con cada
falla, con cada interrupción. Aún no he escuchado, en medio de la oscuridad y
el sofoco, el primer grito que diga Guaidó CDSM.
02-04-19
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