Emily Avendaño 01 de abril de 2019
La noticia de la inhabilitación por 15
años a Juan Guaidó para optar a un cargo público en Venezuela cayó como un
balde de agua fría en medio de la reunión del Grupo Internacional de Contacto
sobre Venezuela. La declaración del GIC fue enfática en solicitar elecciones
“libres, transparentes y creíbles tan pronto como sea posible”, para lo cual
solicitan la reinstitucionalización del Estado. No obstante, para los
analistas, a Maduro “le interesan las negociaciones y los diálogos sobre
elecciones, pero no las elecciones en sí mismas”.
No
hubo una rebelión militar el 23 de febrero en Venezuela. La voluntad del
Presidente encargado Juan Guaidó para el ingreso de la ayuda
humanitaria se dio de bruces contra el muro que levantó Nicolás Maduro en
la frontera. Tampoco se concretaron las insistentes amenazas estadounidenses
que hablaban de que en el caso venezolano “todas las opciones están sobre la
mesa”. En cambio, los países del Grupo de Lima ratificaron que
no están de acuerdo con una intervención militar y, ahora, tienden puentes con
el Grupo Internacional de Contacto (GIC) –que lidera la Unión
Europea– y que se inclina a negociar con el régimen de Nicolás Maduro para
alcanzar el fin último común: lograr unas elecciones libres y transparentes.
“Creemos
que hemos llegado a una etapa en que debemos buscar convergencias con
todos los actores internacionales que quieran colaborar para que Venezuela
recupere su libertad y su democracia”, escribió el jueves en su twitter
el canciller Roberto Ampuero tras participar como invitado
en la reunión del GIC, celebrada en Quito.
En el
Grupo de Contacto solo hay tres países latinoamericanos: Ecuador,
Uruguay y Costa Rica. Solamente este último pertenece al Grupo de
Lima. Ecuador ha participado como observador en algunas de las reuniones de la
coalición, mientras Uruguay ha tenido posiciones moderadamente cercanas al
gobierno de Maduro.
El
andar del GIC comenzó en febrero y con el diálogo como bandera.
La declaración del 28 de marzo insiste en que
la “crisis múltiple que afecta a Venezuela solo puede tener una solución
política, pacífica, democrática y entre venezolanos” y enfatiza en la
realización de elecciones presidenciales “libres, transparentes y
creíbles tan pronto como sea posible”. En medio de la reunión llegó la
noticia de la inhabilitación
política de Juan Guaidó. El mecanismo condenó la decisión de la
Contraloría General de Venezuela -controlada por Maduro-, se refirió a los
presos políticos y a la importancia de respetar la inmunidad parlamentaria.
En el
punto de las elecciones fueron particularmente específicos. Solicitaron medidas
como la reinstitucionalización del Consejo Nacional Electoral (CNE), el
Tribunal Supremo de Justicia y las instituciones del poder ciudadano,
pidieron garantías para que todos los posibles candidatos y partidos políticos
puedan participar, la actualización completa del registro electoral (incluyendo
a los venezolanos en el exterior) y permitir el despliegue de misiones
internacionales de observación electoral. Sin embargo, el régimen de
Maduro estaría lejos de aceptar todas estas condiciones, de acuerdo con
analistas.
“Mientras
más ha avanzado el GIC en el análisis de la situación más se ha dado cuenta de
que quien impide o ha impedido cualquier tipo de solución negociada, pacífica y
democrática ha sido el gobierno. El jueves fue la decisión ilegítima,
absurda y política de inhabilitar a Guaidó por 15 años y efectivamente eso hizo
que hasta Uruguay haya tenido que criticar esa decisión. La realidad
los está endureciendo, en el sentido de que se han dado cuenta que tienen que
exigir una serie de compromisos previos por parte de Maduro antes de poder
esperar ningún tipo de inicio de negociación real”, asegura Sadio
Garavini, ex embajador de Venezuela y doctor en Ciencias Políticas y quien
además fuera ministro de Justicia.
Los
mismos dirigentes de la oposición al régimen plantearon sus dudas ante la
efectividad de la propuesta del Grupo de Contacto. Fue el caso, por ejemplo, de
la ex diputada, María Corina Machado. En Twitter escribió que el
apoyo que esta instancia puede darle a Venezuela “puede ser útil, pero
solo después de que Maduro y el régimen salgan del poder”.
En la
misma línea escribió Julio Borges, embajador de Venezuela ante el
Grupo de Lima: “No se permitan caer en la trampa del usurpador,
solo busca ganar tiempo para permanecer en el poder a punta de represión,
miseria y muerte”.
“La
solución electoral es posible, pero en este momento difícilmente probable”
La
declaración del GIC no es suficiente. “La tesis de los europeos es que
vale la pena todavía tratar de encontrar la salida negociada, que implica la
presencia de las Naciones Unidas, cuyo secretario general António Guterres se
ha mantenido muy neutral. Esa es la solución de los buenos de la
película. El problema hasta ahora es que de primera línea el gobierno nunca la
ha aceptado. Eso fue lo que que se discutió en la primera negociación
con el Vaticano, se discutió en República Dominicana -en donde estuvo
Chile como mediador- y ahora la Unión Europea dice que dada la presión y el
desastre interno de Venezuela y las presiones internacionales tan fuertes es
posible que el gobierno finalmente acepte esa vía”, explica Garavini.
Aclara
el internacionalista que en todas las opciones -sea la hoja de ruta que propone
la oposición venezolana, la alternativa planteada por el Grupo de Lima o lo
dicho por el GIC- al final siempre se llega a unas elecciones. El problema está
en cómo se llega a esas elecciones: “Tienen que ser elecciones
evidentemente no con este CNE, ni con Maduro presidente manteniendo el control
de todos los poderes institucionales y de fuerza. Todo está allí. La
solución electoral es posible, pero en este momento difícilmente probable”.
Para Miguel
Ángel Martínez Meucci, profesor de Estudios Políticos en la Universidad Austral
de Chile y doctor en Conflicto Político y Procesos de Pacificación, todo
parece indicar que las elecciones estarán al final del túnel, no al principio. “Maduro
y su entorno han decidido atrincherarse y resistir, contando para ello con el
apoyo que le brindan Rusia, China, Cuba, Irán y Turquía, y con la
expectativa de que la cohesión existente entre las democracias occidentales, al
no estar claramente dispuestas a desarrollar una intervención militar, termine
por desgastarse”, dice.
Martínez
Meucci recuerda que a Maduro “le interesan las negociaciones y los
diálogos sobre elecciones, así como el tiempo y el reconocimiento diplomático
de iure o de facto que estas tentativas le podrían brindar, pero no
las elecciones en sí mismas. Es muy difícil forzar un acuerdo para su
salida del poder con actores políticos que han demostrado no tener ningún
remordimiento por su responsabilidad directa en una debacle tan colosal como la
venezolana, o lo que es lo mismo, con actores políticos a los que no
parece importarle la vida de los venezolanos, y que además se encuentran
apoyados por diversas autocracias”.
A
Maduro le interesan las negociaciones y los diálogos sobre elecciones, así como
el tiempo y el reconocimiento diplomático de iure o de facto que estas
tentativas le podrían brindar, pero no las elecciones en sí mismas”, analiza
Miguel Ángel Martínez Meucci, profesor de Estudios Políticos en la Universidad
Austral de Chile.
El
costo de salida para Maduro es otro factor importante que retrasa la vía
electoral. Debe darse el punto en que al régimen le resulte más conveniente
llegar a una salida negociada. “El régimen todavía tiene el control de
la fuerza en Venezuela. Es un gobierno no de carácter básicamente político,
sino que tiene intereses de carácter criminal-económico. La fuerza que
mantiene al gobierno está ligada a sectores que controlan el contrabando de la
gasolina, del oro, del coltán, que controlan la reducida producción petrolera,
el narcotráfico. No es una negociación de carácter estrictamente
política como fue, por ejemplo, cuando se negoció la salida en Chile entre
Pinochet y los sectores democráticos. Estamos frente a un caso inédito y
dependerá de cómo percibe Maduro que va a ser su futuro”, argumenta
Garavini.
En ese
punto coincide Martínez Meucci: “Maduro resiste no solo para defender los
intereses del establishment chavista, sino porque en éste
convergen complicadas agendas geopolíticas y delictivas de carácter
multinacional y transnacional. En otras palabras, Maduro no es
enteramente libre de decidir: se debe también a esta compleja trama de
intereses foráneos. Me parece que los únicos comicios que él y su
grupo estarían en disposición de aceptar no se corresponderían con los
estándares internacionales de transparencia electoral”.
Llegar
a esos estándares implicaría cumplir con ciertas condiciones. Jesús
Castellanos, cientista político, especialista en Gestión y Políticas Públicas y
quien trabajó en Venezuela por más de 20 años en el CNE, advierte que lo más importante
es la modificación de la actual directiva del CNE, que se permita participar a
todos aquellos que han sido excluidos, inhabilitados, impedidos de postularse o
postular y que todos los venezolanos que cumplan con los requisito puedan
participar sin ningún tipo de restricción. Esto implicaría la revisión y
actualización del registro electoral, incluyendo a los más jóvenes que no han
tenido la oportunidad de inscribirse y a los venezolanos en el exterior. Así
como modificar el reglamento y la Ley Orgánica de Procesos Electorales para
que se incorpore la observación electoral internacional, pues hasta el momento
lo que existe es el acompañamiento internacional.
Diferencias
y coincidencias entre el GIC y el Grupo de Lima
Hay
similitudes y diferencias en las posturas asumidas tanto por el Grupo de Lima,
como por el GIC. Ambos coinciden en la necesidad de una salida pacífica y
democrática. No obstante, tienen sus matices, incluso entre ellos.
“La
posición de la Unión Europea frente a la crisis venezolana es la de un precario
consenso, dada la cantidad de partes involucradas”, asevera Martínez
Meucci. “Por un parte, está la reciente resolución del Parlamento
Europeo, la cual no fue apoyada por los socialistas europeos porque la misma no
rechaza explícitamente la posibilidad de una intervención militar extranjera en
Venezuela. Por otra parte, tenemos el comunicado del GIC y las
declaraciones de su líder Federica Mogherini tras la reciente
reunión del grupo en Quito, evitando referirse a Guaidó como Presidente encargado
de Venezuela y declarando que el GIC es la única instancia que ostenta
capacidad interlocución con todas las partes en disputa, lo cual en cierto
sentido pone en el mismo plano al establishment de Maduro y al resto de los
venezolanos”, agrega el experto en conflicto político.
“A
cualquiera que se le pregunte ‘qué prefiere usted: una salida negociada,
pacífica y democrática o quiere usted una salida violenta, con muertos e
intervención militar externa’. Nadie va a decir que está a favor de la segunda.
El punto está en que los europeos todavía siguen creyendo que eso es posible y
están tratando de ver si encuentran el camino correcto, a través de Guterres o
de quien lo pueda”, dice Saravini sobre la postura del GIC; y agrega que el
Grupo de Lima se ha inclinado más por las sanciones financieras y las presiones
diplomáticas.
“El
GIC se mantiene en una postura conciliadora con miras a lograr un acuerdo entre
venezolanos que permita ingresar ayuda humanitaria y realizar nuevas
elecciones. Quienes sí parecen estar endureciendo sus posturas son los
sectores conservadores y liberales del Parlamento Europeo, tal como lo
demuestra la promoción de su más reciente resolución y el apoyo a la
profundización de sanciones a la cúpula que preside Maduro. En cambio, el
Grupo de Lima ha expresado una posición prácticamente homogénea a favor de
incrementar la presión diplomática al máximo, pero sin llegar a
tolerar una posible intervención armada”, compara Martínez Meucci.
Agrega:
“No cabe duda de que hay coincidencia en dicho grupo con las propuestas del GIC
de propiciar el ingreso de la ayuda humanitaria y la realización de nuevas
elecciones; sin embargo, el Grupo de Lima sí expresa inequívocamente su
reconocimiento a Guaidó como presidente legítimo de Venezuela, con lo cual aún
hay ciertas distancias con respecto a la posición de varios actores europeos.
Está por verse, no obstante, si las posturas de ambos (Grupo de Lima y GIC)
podrían acercarse. Ahora mismo esa posibilidad no parece lejana”.
Por lo
pronto el canciller Roberto Ampuero valoró el reconocimiento
del Grupo de Contacto al rol de Chile ante la crisis en Venezuela, lo cual
quedó manifestado en el punto 12 de la declaración emitida el jueves. “El
Grupo expresa su disposición a aumentar los contactos con socios regionales e
internacionales para promover un entendimiento y una respuesta comunes a la
situación en Venezuela. En este contexto, celebra la participación del
Canciller de Chile, del Primer Ministro de San Cristóbal y Nieves (en su
capacidad de Presidente de CARICOM) y del Secretario General de CARICOM en la
sesión de trabajo con socios internacionales.
Con
ello, se analiza en el Ministerio de Relaciones Exteriores, se reconoce el rol
que el gobierno viene cumpliendo desde inicios de su mandato. En la semana,
además, Ampuero sostuvo encuentros con la Alta Representante de la
Unión Europea para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini y con el canciller de
Ecuador, José Valencia; y la semana pasada también se reunió con su
par uruguayo, Rodolfo Nin Novoa.
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