Laureano Márquez 14 de octubre de 2019
@laureanomar
El
ahora autoproclamado “Super Bigote”, con su habitual “ingeniosidad” señaló hace
unos días que Venezuela e encuentra en
una “fase de pre prosperidad”. Esto lo dice en un país en el que, en la capital
del estado emblemático de la producción petrolera, la gente tarda semanas en
llenar de gasolina el tanque de su vehículo. Lo dice en una nación que tiene a
una cifra cercana al 20% de su población fuera del país, huyendo de la
catástrofe que el régimen ha ocasionado en 20 años de destrucción, en el país
con la mayor inflación del mundo, con los servicios públicos colapsados, sin
electricidad ni agua (siendo uno de los países con el mayor potencial
hidrográfico del planeta), con la salud en terapia intensiva, con la población
muriendo de inanición y comiendo de los basureros.
Ante tamaño despropósito le invade a uno las
dudas: ¿se ríe de nosotros o es tan brutal su desconexión con la realidad del
país?, ¿se mofa de la miseria que él mismo genera o realmente cree lo que
dice?, ¿es crueldad, indolencia o simplemente calculado cinismo? Sea cual fuere
la respuesta, es muy grave, extremadamente grave. Venezuela no está en una fase
de pre prosperidad, sino en estado de pre extinción, sometida al dominio de naciones
extranjeras, con su sistema productivo paralizado, con una economía colapsada,
con su territorio devastado y su gente sometida a inenarrables calamidades.
Pensar que a esto se le puede llamar pre
prosperidad reclama tratamiento psiquiátrico urgente, cuando menos, por
disociación continuada. Este régimen se ha vuelto enteramente orwelliano: la
enfermedad es salud, la muerte es vida, la corrupción honestidad, en
definitiva, dos más dos es igual a lo que al gran hermano se le antoje que sea.
La
prosperidad es siempre el anhelo de los pueblos, tratando de propiciarla se
libró nuestra guerra de Independencia,
en la creencia de que separados de España podríamos nosotros progresar.
Prosperidad, Super Bigote, son universidades florecientes, acceso a una
alimentación balanceada, incrementó en la esperanza de vida de la gente, niños
escolarizados, espacios abundantes para la cultura, bibliotecas, museos de
arte, salud, seguridad, bienestar, trabajo. Donde quiera que uno ve estas
cosas, que en nuestra tierra brillan por su ausencia, identifica claramente la
prosperidad, que para nosotros está en este momento más lejana que nunca. La
prosperidad podría resumirse, en definitiva, por esa sensación que invade a los
padres de que sus hijos tendrán una vida algo mejor que la que ellos
conocieron. Venezuela tuvo esta sensación, especialmente durante el siglo XX,
con el avance de la civilidad y la democracia en el país y la conocerá de nuevo cuando esta pesadilla haya pasado.
Es
inevitable volver a recordar -por su elocuente pertinecia- aquella anécdota del
presidente Carlos Soublette cuando enterado de que se le satirizaba en una obra
de humor, citó al humorista a palacio y le pidió que le leyera la obra.
Mientras el humorista leía con cierto nerviosismo, Soublette reía de buena
gana. Terminada la lectura le dijo al comediante lo siguiente: “ joven vaya y
monte su obra. Veo que usted se burla de mí, pero francamente esperaba más.
Vaya y monte su obra que Venezuela no se ha perdido ni se perderá porque el
pueblo se ría de su presidente, venezuela podrá perderse cuando el presidente
se ría de su pueblo”.No cabe la menor duda, se ríen de nosotros y es que hay
gente que uno no sabe si es puramente
perversa o vive ya en una fase de post perversidad.
Laureano
Márquez
@laureanomar
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