José Luis Farías 13 de junio
de 2013
@fariasjoseluis
Corto
y Picante:
No entiendo cuál es la sorpresa. Las
injerencias aberrantes en áreas del saber tienen historia en el totalitarismo.
"La filosofía y la economía política no fueron las únicas especialidades
en las que se entrometió Stalin", escribió Martin Amis. "La vanidad
de Stalin era omnívora y quería y necesitaba inundar toda una sociedad con su
esencia (...) Tenía una insensibilidad absoluta al pudor más elemental".
El "genio universal", como lo llamaban, no se conformaba con poseer
los espacios materiales de Rusia. Recuerda Amis que "quería también los
espacios mentales. Quería entrar en todas las mentes". Sabía de arte y
política. Se encargaba de la astronomía y la historia. Dirigía la lingüística, la
religión y la biología. Era poeta y teórico. Hitler fue menos vanidoso, apenas
se inmiscuyó en la pintura y la arquitectura. En Cuba, Fidel designó al Che
presidente del Banco Central y ordenó escribir un libro sobre su
"pensamiento económico", vaya
atrevimiento.
El culto a la personalidad manipula
las características de los hombres adorados en el totalitarismo, no de modo
exclusivo. En el culto a Bolívar los venezolanos creamos una "cátedra
bolivariana" en la que se estudia el "pensamiento ambientalista"
y el "pensamiento educativo" del Libertador por unos pocos párrafos
que escribió sobre esos temas. Ya he oído a más de un infeliz proponer la
cátedra del "pensamiento chavista" como materia obligatoria en el
sistema educativo. El "gigante" sabía de todo y consideraba a sus
ministros "toderos". Los rotaba a placer de cartera en cartera. En
cierta ocasión llegó al colmo: designó a un veterinario, un tal Héctor Soto,
como ministro de la Cultura. Maduro consiguió su Héctor Soto en el INGENIERO
Argenis Chávez como director de la Magistratura. Soto fue un irrespeto más del
Difunto a la nación. Argenis en la DEM, además de un irrespeto, es producto de
presiones a un Nicolás que se evade en su gobierno de calle.
@fariasjoseluis
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