MARÍA DENISSE FANIANOS DE CAPRILES jueves 2 de enero de
2014
Estas últimas semanas he escuchado a
más personas que piensan irse a vivir a otro país. Entiendo y respeto,
profundamente, que tomen esa decisión. Pero lo que sí no acepto es que se
pongan a hablar mal de Venezuela o de los venezolanos. Que se pongan a decir
que aquí la gente no lucha, que la gente no quiere un mejor país, etc. Y mucho
menos permito que se pongan a meternos miedo a quienes hemos decidido ¡con
profunda convicción! quedarnos en nuestra patria y luchar ¡hasta el final!
Les pido a quienes se van, que así
como nosotros los entendemos a ustedes, nos entiendan a nosotros también. Que
entiendan y respeten nuestra decisión de seguir contra viento y marea, luchando
aquí por un futuro mejor para todos.
Y sobre todo les pido que no nos
llamen irresponsables a quienes decidimos luchar por nuestra patria, con hijos
incluidos, porque un irresponsable no es quien quiere a su país y a su gente.
Un irresponsable no es quien ha decidido formar aquí una familia y sacarla
adelante; ni aquél quien ha invertido hasta "el alma" en este país.
Eso no es ser irresponsable, eso es ser valiente y tener fe. Y sobre todo tener
mucha esperanza.
Quiero que sepan, algunos que no nos
entienden, que muchos de quienes hemos decidido quedarnos aquí no tenemos miedo
ni siquiera a la muerte. Sabemos que esto es solo un paso a nuestra patria
definitiva que es el cielo, y que la muerte llegará cuando Dios quiera y como
Él quiera. Hace poco un amigo, quien hace como 5 años trató de irse a vivir a
Canadá y se regresó porque no aguantó, me dijo: "chica, todos nos vamos a
morir. Así como nos pueden pegar un tiro, nos puede dar un cáncer o nos puede
atropellar un carro, pero yo de aquí no me voy ¡Y punto!". Eso se llama no
tenerle miedo a la muerte. Y no le tenemos miedo a la muerte porque vivimos
íntegra y honestamente, ¡de cara a Dios! Quienes viven de cara a Dios, y no
tienen miedo a la muerte, son los más temidos por aquellos que quieren mantener
el poder a costa de lo que sea, porque ellos saben muy bien que quien no tiene
miedo a la muerte ese sí es verdaderamente poderoso ante los ojos del mundo y
de Dios.
En cuanto a la angustia que nos tratan
de sembrar por lo que va a pasar mañana, el mes que viene, el año que viene,
¡no nos interesa! Entiendan que nosotros estamos luchando por el día a día y no
nos estamos atormentando con lo que pueda pasar en el futuro. ¡Hoy! vivimos y
luchamos como si fuera nuestro último día. ¡Y qué bien la pasamos, y qué
felices somos, a pesar de los pesares! Digan lo que digan, hagan lo que hagan,
pase lo que pase ¡no vamos a desmayar, ni vamos a perder la esperanza!
Es ahora cuando el ejemplo de Cuba
ayuda mucho. Vemos tantos cubanos, en la isla, sufriendo y luchando sin
descanso para que la justicia y la libertad lleguen a esa isla. Y hemos oído a
otros tantos cubanos que se fueron y nos han dicho: "¡no se vayan!, luchen
por su país, ¡no se vayan!".
¿Que aquí vamos a tener problemas?
¿Que vamos a pasar mucho trabajo? ¿Que estamos arriesgando la vida? Yo pienso
en tantos de nuestros abuelos, pienso en Juan Pablo II y en tanta gente que
sufrió en la guerra, en tantos grandes de la historia que lucharon y
triunfaron. Esa es la gente a quien queremos imitar, la gente en quien pensamos
y de la que nos apoyamos. Quienes hemos decidido quedarnos aquí no nos importa
pasarla duro, ya tenemos tiempo en esta historia y nos hemos convertido como en
seres de hierro. Eso no nos hace menos felices, al contrario nos hace ¡más
felices!
El 25 yo veía a mi suegra rodeada de
sus 6 hijos que quedan (ya uno está enterrado aquí con mi suegro), de sus
yernos, sus nueras y sus 18 nietos (varios universitarios) todos ¡felices! En
esa casa no se escucha un solo plan de emigrar, ¡para nadie!, solo se oye:
"lucharemos hasta el final".
Porque como dijo Valentina Quintero
hace días: "los países no se entregan. Tu país es el tuyo, donde tú naciste, que te pertenece. Tú no puedes
decir: yo me voy y que apague la luz el último... No podemos decir: nos mudamos
todos del país... No hay nada más triste que ser un inmigrante cuando tú tienes
tu país donde tienes tus afectos, tu familia, tus sabores, tus aromas, donde
están enterrados tus muertos, ese es tu país y ese es el que todos queremos
tener".
Espero que quienes se han ido, y
quienes se van, nos entiendan y que en lugar de criticarnos ¡o preocuparnos!
nos ayuden con sus oraciones, porque esas sí las necesitamos. Nosotros también
rezamos por ustedes para que les vaya muy bien y para que algún día podamos
todos juntos abrazarnos en nuestra patria amada en libertad, justicia y paz.
Más temprano que tarde recogeremos los
frutos de tantos millones de venezolanos que están dejando, y seguirán dejando
¡el pellejo! en este maravilloso país que nos vio nacer y que nos ha dado
¡tanto! ¡No lo vamos a dejar porque no podríamos vivir con la conciencia
tranquila! ¡Así de simple!
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