Por Henry Ramos Allup
La guerra con Colombia y el
decreto de estado de excepción son maniobras distraccionistas para desviar la
atención de las encuestas, según las cuales más del 80% de los venezolanos
responsabiliza a Maduro de todas sus calamidades.
Jean François Revel, el prolífico escritor liberal francés, decía que todos los regímenes socialistas inventaban la existencia de tres enemigos imaginarios a quienes responsabilizar por sus inevitables fracasos: el enemigo anterior, el enemigo interior y el enemigo exterior. Aplicado el ardid por el régimen chavista, el enemigo anterior es todo lo que precedió al luminoso advenimiento del comandante eterno, muy especialmente los regímenes del llamado “puntofijismo” de la denostada IV República, causantes de lomejor de nuestra historia de país en los 203 años de vida republicana con que contamos. El enemigo interior incluye a todas las personas, organismos y circunstancias que no encuadren en las ejecutorias disparatadas del régimen, cuyas consecuencias está padeciendo Venezuela. El enemigo exterior es, claro está, el imperialismo yanki, el capitalismo salvaje, la globalización, la derecha internacional, etcétera. Para infortunio de lo que sobrevive del menguado chavismo en vísperas de su estruendosa derrota electoral de las elecciones parlamentarias del 6D, nadie se cree el estrujado argumento de los tres enemigos, entre otras cosas porque lo pulveriza la cotidianidad del desabastecimiento, la inseguridad, el costo de la vida, el hampa impune, el colapso de los servicios públicos y demás calamidades que agobian a los ciudadanos de a pie, quienes en más del 80%, según todas las encuestas, responsabilizan a Maduro y al gobierno. A nadie más.
Así las cosas, nada tiene de
raro que pensando en nuevos potes de humo distraccionistas (fracasados los
anteriores de la invasión yanki, el decreto Obama, la guerra económica, el
sabotaje, los supuestos magnicidios y golpes de Estado, el Esequibo, los
descuartizadores y demás), el gobierno recurra a la supuesta defensa de la
frontera con Colombia que por 16 años entregó como territorio para que
dispusieran a capricho sus panas de la guerrilla narcoterrorista colombiana
(FARC-ELN-paracos) quienes la utilizaron como burladero a la persecución del
ejército colombiano, aliviadero para reponer sus fuerzas y escenario para
perpetrar impunemente delitos de todo tipo, desde asesinato de civiles y
militares venezolanos, extorsión, secuestro y vacunas hasta como autopista
segura para la exportación de droga colombiana hacia Europa y Estados Unidos.
El gobierno ha decretado el
primer estado de excepción de su currículo, lo que no hizo ante circunstancias
gravísimas que lo ameritaban, tales como el deslave de La Guaira en diciembre
de 1999, el vacío de poder y subsiguiente golpe de Estado del 11 de abril del
2002 y el paro petrolero de diciembre de 2002 a enero de 2003. Los pretextos
del gobierno para emitirlo fueron la agresión armada contra militares
venezolanos por parte de delincuentes comunes (que pudieron haber sido
aprehendidos por medios policiales ordinarios) y para evitar el contrabando de
extracción y el bachaqueo, delitos que por años han venido perpetrándose con la
anuencia de autoridades civiles y militares de ambos lados. A propósito de la
medida, se han cometido excesos de todo tipo que afectan a civiles venezolanos
y colombianos. Como epílogo de este nuevo disparate, siguen intactos y
agravándose en la frontera y el resto de Venezuela los mismos problemas que el
gobierno prometía eliminar con la excepcional medida.
PS.: La talanquera hacia
acá está tan bajita que se pasa sin saltarla.
06-09-15
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