Un gobierno que obliga a sus
ciudadanos a enfrentarse a las situaciones más adversas con la única finalidad
de sobrevivir. Podría ser el argumento para explicar una de las películas más
populares de los últimos años: Los juegos del hambre. Pero también la realidad
que afrontan los ciudadanos venezolanos diariamente. Una competición por
imponerse ante las pruebas más difíciles: la falta de alimentos, la
delincuencia y la ausencia de un sistema sanitario eficiente.
La clave para organizar unos
‘juegos del hambre’ es que las reglas sean impartidas desde el Capitolio o, lo
que es lo mismo, desde el poder central o ejecutivo. En este sentido, son los altos
representantes de la nación los encargados de imponer todas las restricciones
básicas que obliguen a los jugadores a vencer o morir.
Sin embargo, nada es viable
si primero no se establece un tablero del cual resulte casi imposible escapar.
De ahí, quizás, todas las limitaciones que se han venido creando en Venezuela
para evitar las oleadas de migración. ¿Acaso el control cambiario y las
irregularidades en los aeropuertos y fronteras no son una forma de menguar las
oportunidades de migración?
Otro aspecto a considerar es
que, mientras los jugadores arriesgan su vida de todas las formas posibles, los
líderes del Capitolio disfrutan del espectáculo desde la máxima comodidad posible.
De lo contrario, cómo podrían disfrutar del espectáculo si están encerrados en
una larga cola para adquirir productos básicos o privados de su libertad por
una banda delictiva. Por eso es que nunca se observan a los altos
representantes del Gobierno padeciendo las mismas calamidades que la mayoría de
la población.
Para que el ‘juego del
hambre’ no parezca una práctica salvaje. Los representantes del Capitolio deben
minar la imagen de los competidores y hacerlos ver como seres que no merecen
piedad o que se han ganado su padecimiento. El mejor canal para hacerlo son los
medios de comunicación masivos.
En este punto, sería
excesivamente inocente no recordar los grandes esfuerzos que ha realizado el
Gobierno por controlar la mayoría de los medios de comunicación y mantener una
programación basada en la denigración constante de quienes piensan distinto,
así como en el engrandecimiento de la imagen del Capitolio. ¿Acaso no pesa el
silencio dejado por RCTV, Globovisión y El Universal?
Los venezolanos son la pieza
fundamental en los ‘juegos del hambre’. Un peón que se ha movilizado para
satisfacer y entretener a los líderes del Capitolio, quienes sólo se preocupan
por ellos cuando consideran que cuentan con la organización suficiente para
enfrentar la monopolización del poder. El país, por lo tanto, está atravesando
una de sus partidas más salvajes: la opresión de muchos para satisfacer el
status y confort de unos pocos que, desde las alturas, se visten las pieles del
‘pueblo’ y la ‘soberanía’ para evitar el nacimiento de una verdadera
revolución.
06-09-15
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