Por José Guerra
Poco a poco el país adelanta
los tiempos. Este fin de semana ajustamos nuestros relojes para retomar la hora
que nos corresponde naturalmente, la hora venezolana, y con ello despachamos
sin más otra de tantas ideas peregrinas y arbitrarias que engrosan el legado.
De igual modo, esta semana
la gente salió masivamente a las calles a estampar su firma para allanar la
ruta del referendo revocatorio, y con ello adelantar un poco más el reloj del
cambio constitucional que se activó el pasado 6D. Un cambio que el oficialismo
ha querido desconocer, obstaculizar, retrasar, pero que, al igual que con las
elecciones parlamentarias, al final no podrá desactivar. Y es que esta semana
se evidenció que la indignación nacional está alcanzando cotas verdaderamente
inmanejables, que la voluntad ciudadana para movilizarse políticamente está
intacta y que al régimen solo le queda un cartucho: la amenaza de reprimir
(solo la amenaza, porque reprimir masivamente como tal ya no puede).
Lo cierto
es que a Maduro le restan, a lo sumo, unos doscientos días en el gobierno, de
aquí a la jornada del revocatorio, y digo a lo sumo porque a lo interno del
oficialismo ya se atisban algunos destellos de lucidez y es posible que se
acojan a la enmienda constitucional o presionen por la renuncia.
Por su parte, esta semana la
Asamblea Nacional adelantó otro tanto su reloj, poniendo en su sitio la irrita
sentencia del TSJ que pretendía meterle mano a algo tan básico para el
funcionamiento del Poder Legislativo como su Reglamento de Interior y de
Debate. Queda claro que a la Asamblea le corresponde seguir cumpliendo con sus
funciones constitucionales y avanzar en la búsqueda de soluciones a los
problemas concretos de la gente, pues la agenda de saboteo en la que se ha
enfrascado el TSJ no es sostenible en el tiempo. Zanjado el intento por
neutralizar al Legislativo y activados los mecanismos constitucionales para el
inevitable relevo político, corresponde también adelantar los tiempos en
materia económica. En tal sentido, esta semana la Asamblea presentó una serie
de propuestas que, si este Gobierno no quiere implementar, quedarán para la
consideración de ese nuevo Gobierno que, por la vía del voto, se dará el pueblo
venezolano en los próximos meses.
El informe de la
subcomisión, conformada por representantes de ambas bancadas, contiene diez
propuestas elementales, sobre las cuales existe un alto grado de consenso entre
los especialistas y que ponemos a la consideración de todos. Oído al tambor,
porque para allá vamos: (1) garantizar la seguridad jurídica y el derecho de
propiedad; (2) disminuir la inflación y mejorar los ingresos de la población;
(3) apoyar la producción nacional; (4) estimular la diversificación de la
economía; (5) flexibilizar el control de precios; (6) unificar gradualmente los
tipos de cambio; (7) diseñar una nueva política petrolera; (8) establecer una
verdadera política social que reduzca los niveles de pobreza de manera
permanente; (9) refinanciar el perfil de la deuda externa; y (10) adelantar
políticas de transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción. Ya
habrá ocasión de comentar cada una de ellas en detalle, pero por lo pronto es
importante ratificar al país que sí existe salida a esta grave crisis económica
que atravesamos y que la alternativa democrático tiene toda la disposición para
el dialogo y la concertación en torno a una agenda de trabajo común. El reloj
del cambio ya está andando: tic, tac, tic, tac.
01-05-16
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