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jueves, 16 de febrero de 2017

A Moisés Moleiro en la hora menguada del Parlamento por @froilanbarrios


Por Froilán Barrios


El 16 de febrero de 2002 dejó de existir Moisés Moleiro, uno de los más brillantes oradores del Parlamento nacional, comparado por colegas legisladores con un líder adeco, prócer de la democracia de los años cuarenta, como lo manifestara Teodoro Petkoff: “A Andrés Eloy Blanco no alcancé a oírlo nunca; pero su fama como parlamentario desborda esa circunstancia cronológica, y se me ocurre que si alguien se le parece, en estos tiempos de ahora, como discurseador en el Congreso, es precisamente Moleiro” (1987).

Sus adversarios políticos adecos y copeyanos reconocían su mordacidad sulfúrica, a tal punto de que Tarre Briceño reconocía que, siendo la Cámara de Diputados una permanente gallera, donde nadie era escuchado, cuando el presidente del Congreso anunciaba la palabra al diputado Moleiro, la algarabía cesaba, se convertía en suave y democrático murmullo para transformarse en atento silencio; manejaba abiertamente o sutilmente la ironía, y sabía provocar la risa sin herir y solo como corolario o adorno de una contundente argumentación.

En el mismo tono Canache Mata se refería a las intervenciones de Moisés, manifestando: “Yo oí de viva voz lo que queda ahora escrito en estas páginas, en su mayor parte para cañonear a mi partido Acción Democrática… He tenido que leer lo que antes había oído, pequeño suplicio en el que se compensan los golpes recibidos con la gracia de que hace gala quien los propina”.

Sus cualidades de orador trascendieron las fronteras venezolanas, como se refiere Petkoff, a decir de los italianos “un uomo de cultura”, en sus peripecias de noches parisinas recitaba en discursos capítulos del Quijote, como poemas de Malraux, o de Neruda. En fin, utilizó la pasión cervantina para interpretar lo complejo de la naturaleza humana, la política y caricaturizarla cuando se aleja de la ética y sus nobles fines.


Las raspaduras de piel generadas por su discurso frente al puntofijismo no le desenfocaron de su lucha por un sistema de libertades, cuando manifestara: “Un gobierno democrático es mejor que una dictadura, aun tratándose de una democracia más o menos ‘mapleta’ como la que tenemos en Venezuela; pero eso no puede ser argumento para aprobar la gestión administrativa de un gobierno” (1987).

Hoy, a quince años de su desaparición física pero de presencia permanente, es oportuno recordarle; su pasión de lucha con su irredento Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, fragua de una militancia noble que recorrió los caminos de Venezuela por lograr una nación independiente, autónoma y soberana.

Moisés vería con suma tristeza en lo que fue su escenario predilecto de tantas batallas y debates, el Congreso Nacional, cómo lo ha amordazado y mutilado el chavismo gobernante. Aquel Poder Legislativo que destituyó a un presidente, que debatía y aprobaba las memorias y cuentas de ministros y presidentes, y censuraba gestiones ministeriales, hoy ha sido reducido a cenizas, al ser cercenadas 55% de sus facultades, a través del TSJ, por un régimen de abierta vocación fascista.

Estas notas son el reconocimiento de un amigo y un discípulo, inspirado en la pose del irreverente Moleiro, “porque me da la gana”, su manera de enfrentar los molinos de viento de la adversidad.

15-02-17

http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/moises-moleiro-hora-menguada-del-parlamento_80909


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