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domingo, 5 de febrero de 2017

Con el gobierno hemos topado, por @FelixPalazzi



FÉLIX PALAZZI 04 de febrero de 2017
@FelixPalazzi

La expresión original de nuestro título proviene de la ya expresión coloquial “con la Iglesia hemos topado, Sancho” proveniente El Quijote. Esta expresión es comúnmente usada para expresar alguna desavenencia entre la institución eclesial o alguna autoridad y cualquier otro sector de la sociedad. En este caso el origen de la molestia de la mayoría de los venezolanos no proviene de los gestos y las palabras oportunas de los obispos de Venezuela o de la Iglesia en sí. Pues, por más que el Estado se haya empeñado en descalificarla, no ha logrado socavar el nivel de aprecio y alta valoración de la sociedad en general hacia la Iglesia.

Recientemente, luego de la ausencia de Monseñor Celli de la mesa de diálogo, la exhortación de la Conferencia Episcopal Venezolana y la homilía de Mons. Antonio López en la procesión de la Divina Pastora, se percibe un fenómeno extraño. Aquellos mismos que invitaban a algunos curas que, por cierto, sólo asomaban sus cuellos clericales en masivos programas de televisión apoyando las medidas del gobierno, ahora consideran a estos curas y a los obispos personajes molestos por sus opiniones “políticas”. Pero sobre esto no vale la pena argumentar, pues ya es sabido que los argumentos lógicos no son tan lógicos en la política del gobierno. Todo se basa en criterios de conveniencia y oportunismo.

En los pasados días, la Iglesia ha sufrido varios ataques directos. También es conveniente recordar la memoria de aquellos sacerdotes y religiosos que han muerto a manos de la delincuencia común. Cosa que obviamente, nada tiene que ver con las últimas agresiones a la Iglesia, sino con el grave deterioro de nuestro tejido social, donde los parámetros cada vez más se desvanecen de nuestro horizonte. Los recientes acontecimientos afortunadamente no han llegado a cobrar la vida de ninguno de nuestros pastores. Los ataques a las residencias de habitación de varios obispos y la toma de una iglesia por parte de “colectivos” podría evidenciar dos cosas. Una: que los grupos del gobierno quieran, por medio de la coacción, obligar a la Santa Sede a retomar su papel en el diálogo, enfilando sus baterías hacia la Conferencia Episcopal Venezolana, lo cual sería un grave error, ya que la Santa Sede (o el Estado Vaticano) y la Iglesia venezolana no son entidades diversas, a pesar de la pluralidad de opiniones que puedan existir entre ellas (teniendo por resultado un reagrupamiento de los fieles en torno a la Iglesia y sus ministros).

Dos: que estos actos no estén de alguna forma promovidos o no sean protegidos por el gobierno, lo que demuestra una anarquía total en el control de estos grupos y sus estrategias de acción (esto podría meter al gobierno y a la misma población civil en un espiral de violencia difícil de sanar.

Sea la una o la otra o cualquier otra razón por la que estos inconvenientes entre la Iglesia y el Estado se han presentado, a la mayoría de la población lo que nos queda es un profundo dejo de frustración ante la presencia de una dinámica política que tiende a reducir la dignidad de la persona humana a un simple objeto o medio para alcanzar su fin: la prolongación de su poder totalitario a través del tiempo.

Mons. Ovidio Pérez Morales ha recordado, en una entrevista en el programa a Tiempo transmitido en Unión Radio, que a la Iglesia no se la puede catalogar como oposición por defender “algo que está en la línea de la coherencia cristiana, porque, moralmente, no se puede aceptar la violación de los derechos humanos, ni tampoco que el Estado se conciba como dueño de las personas”. Por ello se trata de mantener la coherencia cristiana y humana en medio de tanta frustración. Quien lea algo de historia de la Iglesia y conozca su naturaleza entenderá que coaccionar o tratar de callar a la Iglesia por medio de la violencia causa el efecto contrario al deseado.

Félix Palazzi
felixpalazzi@hotmail.com
@FelixPalazzi

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