Por José Vicente Carrasquero
Quizás por el torrente
petrolero que nos ha impedido acceder al desarrollo durante los últimos 59
años, los venezolanos tenemos una mentalidad de que todo lo construido, andado
o aprendido es desechable. Pero si miramos un poco más en la historia
encontramos comportamientos similares. Hemos tenido 26 constituciones a lo
largo de nuestra corta historia republicana. Ya se está hablando de un nuevo
proceso constituyente que nos daría una nueva carta magna. Eso, en mi opinión,
no habla nada bien de los venezolanos.
Este ánimo de borrón y cuenta
nueva lo han aplicado casi todas las clases políticas que accedieron al poder
ya fuese por la vía electoral o través de un movimiento de fuerza. La excusa
siempre fue lo mismo, lo anterior no sirvió, aquí llegamos nosotros que sabemos
hacer las cosas y dictamos nuestras propias reglas de juego. Esta visión de la
política en la cual nada se construye sobre lo elaborado está nuevamente
tomando cuerpo para llevarse a la MUD en los cachos.
Hay un grupo de políticos
opuestos al gobierno que entienden su ascenso a la cúspide del liderazgo
venezolano por medio de la sustitución, destrucción y sepelio de la MUD. No
podemos quitarle la razón a quienes critican a la MUD. La pregunta que nos
debemos hacer es si debemos construir un nuevo aparato político o hacer una
reingeniería del que ya tenemos.
Recuerdo que en 2015, la
mayoría de las opiniones que se leían en los medios de comunicación y las redes
sobre la MUD eran negativas o en el mejor de los casos, ponían en duda su
capacidad para adelantar un proceso electoral en el que el pueblo pudiera
quitarle la Asamblea Nacional al chavismo.
Como estudioso de la cultura
política del venezolano, estaba seguro de que el pueblo iba a castigar al
gobierno arrebatándole el poder parlamentario. Con base en encuestas,
resultados electorales pasados y algunos estudios cualitativos predije que la
oposición sacaría 113 diputados. Fui duramente criticado. Los argumentos de la
crítica muchas veces eran infantiles. Pasaban por aquello de que el pueblo iba
a rendirle tributo a Chávez y le ratificaría su poder. Que nos iban a robar las
elecciones y una cantidad de argumentaciones varias.
Lo cierto es que la estrategia
de la MUD convertida en operaciones electorales por los partidos políticos
rindió los frutos que tenían que cosechar en un ambiente en el que el rechazo
al gobierno era muy alto y la gente había perdido la fe en las posibilidades del
chavismo para resolver los problemas que aquejan al pueblo.
Anta la apabullante victoria
de 2015 el gobierno no tardó en reaccionar sacando a relucir su desprecio por
los valores de la democracia. Los factores de la MUD que venían apostando a las
reglas de juego no vieron venir lo que sería un asalto judicial al parlamento.
Uno que se comenzó a gestar cuando una Asamblea Nacional cuyo mandato había
sido oficialmente revocado por el soberano siguió adelante, violando la
constitución, con el nombramiento de un Tribunal Supremo de Justicia írrito
compuesto en su mayoría por operadores políticos del régimen.
En este momento de la lectura
es preciso recordar que la MUD es una organización paraguas que recoge los
esfuerzos de la oposición venezolana para establecer estrategias políticas
acordadas por las fuerzas que la componen. Desde el punto de vista de la
operación, la carga recae en los partidos políticos. Y allí encontraremos
responsabilidades en no haber previsto el comportamiento dictatorial de un
régimen derrotado por el pueblo.
Son los partidos políticos y
los líderes los que tienen que adelantar procesos de reflexión. De evaluación
de sus actuaciones. De definición del momento que estamos viviendo. De creación
y puesta en marcha de nuevas estrategias que tengan como finalidad la conquista
del poder.
¿Deben hacerlo a través de la
MUD? Conociendo a los políticos venezolanos me atrevo a decir que no hay otra
forma posible. La única alternativa sería una plataforma unitaria integrada en
un solo partido opositor con una directiva coherente y con un plan de país que
se le pueda presentar a los venezolanos. Lamentablemente, la visión de
terrenito político de todos nuestros dirigentes hace tal plataforma inviable.
Lo que queda entonces es la
MUD. ¿Esta MUD?
Evidentemente no. La MUD
necesita una reingeniería que la lleve a un punto intermedio entre lo que es
actualmente y el ideal de la plataforma integrada. Para ello, propongo que el
cargo de Secretario General de la MUD, que hasta ahora ha sido excelentemente desempeñado
por Jesús Torrealba, sea ejercido de manera rotatoria por los secretarios
generales de los partidos que la integran. Cada uno ejercería el cargo por seis
meses. Un ejercicio político y no meramente técnico.
Se espera que esa nueva MUD
tenga una rápida capacidad de reacción a las estrategias del régimen. Debe ser
capaz de adelantar las jugadas del chavismo y poner en acción tácticas que le
cierren posibilidades de triunfo al gobierno.
Esta nueva MUD debe denunciar
ante el mundo, de manera formal, que en Venezuela padecemos una dictadura que
no respeta resquicio constitucional alguno. De esta forma, las estrategias de
la MUD podrán y tendrán que ser consistentes con esa declaración.
El diálogo sigue siendo una
posibilidad. Pero los partidos políticos tienen que jugar fuerte. Deben
proponer a los facilitadores. Los actuales son del gobierno. El pueblo necesita
sus propios negociadores. Hay cantidad de ex presidentes latinoamericanos que
pueden desarrollar ese papel. Para ello es necesario arrancarle al gobierno un
compromiso formal con el diálogo. No esa actitud de perdonavidas que suele
exhibir Maduro cuando habla de esto.
El documento sobre el cual
discutir no puede estar redactado por organizaciones que como el catalán
Institute for Integrated Transitions, autor del adefesio que circuló
ampliamente, no conocen en profundidad el caso venezolano.
Es difícil tener que dialogar
con individuos que ponen sus intereses personales por encima de la
constitución. Individuos que son buscados por la justicia internacional o que
en mejor de los casos no tienen cómo explicar los niveles de vida que disfrutan
ellos y sus familiares.
Los partidos políticos y sus
líderes y no la MUD son los que tienen las responsabilidad de sacar la cara por
los venezolanos. Ya está bueno de esconderse detrás de un escaparate vacío que
no es más que la representación virtual de una unidad forzada por las
exigencias del pueblo venezolano.
Ojalá que el llamado que hagan
los líderes de los partidos pequeños y más pequeños sea el de rescatar el
proceso unitario más allá del nombre. De convertirlo en una plataforma de
acciones en las cuales los terrenitos políticos no tengan prioridad por encima
de las expectativas del soberano. Esperamos que el intento de destrucción de la
MUD no sea un artilugio para pretender la imposible conducción de la oposición
en solitario. Todo lo que se haga fuera del concepto de la unidad exigida por
el pueblo está condenado al fracaso.
El reto no es para la MUD. Es
para esos líderes políticos que adquirieron el compromiso de luchar por la
democracia y el país. El mandato es unidad, ustedes verán como la implantan más
allá de lo meramente comunicacional.
07-02-17
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