Por Yorman Guerrero
Los testimonios de Gabriela,
Juan Pablo, Kelly, Juan y Rebecca están entrelazados por un sentimiento: la
incertidumbre. Se debaten en el dilema de quedarse en Venezuela a riesgo de que
su calidad de vida empeore, o emigrar pese al temor de ser rechazados. Prodavinci
conversó con cinco universitarios en Caracas para reflexionar, en primera
persona, sobre los retos de su generación: cómo lidian con la escasez, la
inflación y la criminalidad en una de las ciudades más violentas del mundo, y
qué aspiran para el futuro.
Gabriela
Rondón
19 años
Primer semestre de
Economía
Universidad Católica
Andrés Bello
Fotos Diego
Vallenilla
“No me gustaría vivir de
segunda en otro país y sentirme ‘no bienvenida’. Pero he oído tantas veces
decir: ‘mataron a tal persona’ o ‘robaron a no sé quién’, que creo que me iría.
Que haya más de cincuenta muertos en una semana no se ve en cualquier país.
Aquí un muerto es cualquier cosa. Eso se volvió normal y no debería serlo.
He pasado toda mi vida viendo
un solo Gobierno. De a poco nos han metido la idea de que aquí es difícil
prosperar, que no se puede crecer porque los precios de todo son inalcanzables.
Un sueldo mínimo no es suficiente ni para comer. Además, es imposible sentirse
seguro: no sacas el teléfono en la calle, cuidas tu manera de vestir. Nunca
llegas a estar cien por ciento seguro.
Yo solía estar enamorada de la
política, pero últimamente muchas cosas me han hecho cambiar de parecer. Que
los políticos no trabajen para la gente es muy grave. La mayoría de las decisiones
son tomadas arbitrariamente. Antes al menos disimulaban ‘preguntándole’ al
pueblo. Ahora eso no sucede.
La crisis económica me afecta
desde las cosas más pequeñas hasta las más necesarias para mi formación. Yo
solía comer afuera varias veces a la semana. Ahora es imposible. Si quieres
hacer algún tipo de estudios en el exterior, como un curso de idiomas, no lo
puedes conseguir porque todo es muy caro.
Aparte de estudiar Economía
porque me gusta, también siento que es un área importante para generar cambios
en el país. Por eso mi aspiración para el futuro es contribuir con Venezuela,
hacer que el cambio suceda. Hace falta gente que quiera al país, que quiera
ayudar.
Hay una parte de mi generación
que ha aprendido muchísimo de los problemas que está viviendo Venezuela. Muchos
de los que se han ido, pretenden volver porque este es su país.
Lamentablemente, otra parte de mi generación se dejó absorber por el sistema:
son mediocres, incapaces de fijar un criterio propio frente a lo que está
pasando. Eso nos afecta muchísimo porque el país está creando robots, piensan
igual.
“Irse es una decisión difícil,
pero si buscas bienestar es lo más factible. Uno necesita calidad de vida”.
Juan
Pablo
Jiménez
19 años
Tercer año de Medicina
en la escuela Luis Razetti
Universidad Central de
Venezuela
Fotos Maura
Morandi
“Pienso en la situación
económica del país todos los días. No puedo comprarme prácticamente ningún
libro de la carrera. Algunas cátedras no tienen prácticas porque los
laboratorios no tienen reactivos ni material de trabajo. Quizás muchos chamos
de mi edad se quejan de que no pueden divertirse. Pero lo que me preocupa es mi
educación como profesional.
El año pasado llegué a perder
ocho kilos. Es verdad que tengo un estrés constante por la carrera, pero a eso
hay que sumarle la deficiente nutrición por los problemas que todos conocemos.
Eso, además, se ve reflejado en el día a día: vivo cansado, exhausto. Es
complicado dar el cien por ciento.
Frustrada, así veo a mi
generación. Hace poco una amiga me dijo que estamos en la flor de la edad,
literalmente el momento en el que uno como individuo y ser humano florece. Se
supone que deberíamos estar desarrollando nuestras capacidades y aptitudes,
desde todo punto de vista. En estos momentos en el país es casi imposible
hacerlo o resulta muy difícil.
Desde hace ya varios años la
gente muestra una actitud hostil. Sólo tienes que ir al Metro de Caracas a una
hora pico y observar el comportamiento de las personas para entrar al vagón. Si
algo tan sencillo como eso se vuelve un infierno, es necesario que haya un
cambio a nivel social antes de plantearse una salida a la crisis que vive
Venezuela.
Otra idea que se me viene a la
cabeza a diario es la de irme o quedarme. Es una pregunta bastante polémica.
Quizás en algunas generaciones pasadas la gente no pensaba tanto en eso. Pero
en este momento de crisis es natural hacerlo. De hecho, no lo vería como una
mala opción.
Yo me iría para seguir
formándome y aprendiendo para ser un profesional eficiente. Luego buscaría una
manera de retribuirle la educación a mi país: como profesor o ejerciendo en un
centro hospitalario”.
Kelly
Alvarado
21 años
Segundo semestre de
Licenciatura en Informática para la Gestión Social
Universidad Bolivariana
de Venezuela
Fotos Diego
Vallenilla
“A pesar de la situación, yo
no me iría del país. Muchos quieren irse por la crisis, pero yo no. De irme,
sería sólo para aprender cosas nuevas pero regresaría porque amo a Venezuela.
Hay cosas que debemos resaltar y valorar: por ejemplo, todo lo bueno que hizo
el difunto presidente Hugo Chávez, que prácticamente dio la vida por el país.
Su amor marcó mucho.
No tengo hijos ni esposo, pero
sí una responsabilidad con mi mamá y mis hermanos en el hogar, por eso trabajo.
La crisis económica me afecta porque el sueldo no alcanza para cubrir mis
necesidades personales. Siempre me pregunto cómo hacen las personas que tienen
más responsabilidades que yo. Supongo que eligen entre comprar comida y sus
artículos de higiene personal, porque si hacen una cosa, no pueden hacer la
otra. Se repite mucho en las discusiones el tema de la guerra económica y yo
creo que sí hay un poco de eso.
Más allá de las opiniones
políticas, cada presidente sabe cómo manejar a su pueblo. Hay dos maneras para
salir de la crisis. La primera es que nosotros, como venezolanos, cambiemos:
ser más respetuosos, solidarios, calmados, más amigos. El cambio tiene que
darse desde el ejemplo. También es necesario hacer un cambio en el aspecto
económico, estabilizar los precios para que las cosas mejoren. Si no logran que
el sueldo cubra la cesta básica, no hacen nada.
"El cambio tiene que
darse desde el ejemplo"
A mi generación le hace falta
creer más en el estudio para superarse y salir adelante. Muchos de mi edad
dicen que no vale la pena estudiar, que prefieren trabajar por su cuenta. Un
gran número de venezolanos estudia y trabaja, pero también es cierto que hay
muchos delincuentes en el país. Por eso trato de no salir sola a la calle
cuando es muy tarde.
Mis aspiraciones desde que
entré a la universidad hasta ahora han cambiado mucho. Sobre todo porque estoy
en el turno de la noche y comparto con mucha gente grande que trabaja y
estudia. Eso me hace pensar: ‘si ellos pueden superarse, entonces yo también’”.
Juan
Zamora
18 años
Tercer trimestre de
Licenciatura en Química
Universidad Simón
Bolívar
Fotos Iñaki
Zugasti
“No tengo la posibilidad de
irme de Venezuela, por eso debo seguir luchando. Pienso que mi generación es
insegura. Muchos quieren irse porque creen que si se quedan no van a tener los
mismos beneficios que en el exterior. Si se diera la oportunidad me iría de
intercambio para estudiar y luego regresar.
La situación política que vive
el país ha generado mucho resentimiento en los estudiantes. Se supone que la
política es el arte de gobernar para generar paz y crear orden. Pero es
totalmente diferente a lo que estamos viviendo. Los que están en el poder
quieren todo para ellos y nada para el pueblo.
Mi mecanismo de lucha es
emprender. Aunque se han implementado muchas maneras para salir de la crisis,
ninguna ha dado resultado. Por ejemplo, las manifestaciones. Todos seguimos en
la misma situación. Pretendo graduarme de licenciado en Química, especializarme
en Petroquímica, y aplicar mis conocimientos a la industria petrolera de
Venezuela, tan importante para su economía. Esa es mi manera de aportar a la
mejora del país.
"Mi mecanismo de lucha es
emprender"
Me restrinjo de muchas cosas
en mi vida universitaria y personal. Hace tres años, cuando mi mamá estaba
embarazada, solíamos salir a comer cada vez que cumplía un mes. Ahora es
imposible hacerlo. La prioridad para mi familia es la comida.
La inflación de los productos
básicos hace que uno deba elegir entre ciertas cosas. No puedo tener lujos, ni
comprarme lo que quiero, así afecta la situación económica mi cotidianidad.
Todas las mañanas le pido a
Dios que me aleje de todo malandro que me quiera robar o de todo antisocial que
me quiera hacer daño. Esa es mi única protección contra la inseguridad. De
resto, vivo el día expuesto a lo que me pueda pasar, como cualquier otro
venezolano”.
Rebecca
Schwartz
18 años
Segundo trimestre de
Ingeniería en Producción
Universidad
Metropolitana
Fotos Gabriel
Méndez
“Es muy difícil verse en
Venezuela en diez años. Si mañana te secuestran y corres con la suerte de que
te liberen vivo, seguramente tu plan cambia y decides que lo más conveniente es
irte del país. Veo a mi generación un poco perdida, quizás porque no tenemos
nada seguro. No hay un camino fijo que podamos seguir, al contrario,
necesitamos un plan a, b y c. Por eso hay que estar preparados para todo.
No camino por la calle, no
salgo a pie: siempre me llevan o me traen en carro. Todas mis cuentas de redes
sociales son privadas, trato de no revelar ninguna información sobre mí en
público. Eso es incómodo. Cuando ves cómo vive la gente fuera del país, te das
cuenta de que acá estamos encerrados.
La situación política es
complicada. Antes parecía que había dos bandos, ahora se ve como si estuviesen
unidos. La mayoría de las personas no confían en ninguno de los dos. A veces
pienso que la oposición no se está oponiendo al Gobierno. La manera más
pacífica de salir de esta situación de crisis debería ser a través del voto.
Pero, por ahora, lo veo muy difícil.
"La universidad ha
alentado mis proyectos"
Si bien hay una crisis
económica profunda, en la Universidad Metropolitana se fomenta el
emprendimiento y te hacen ver que en estos momentos también hay oportunidades.
En un futuro me encantaría montar una fábrica de ropa en el país, que pueda
vestir a muchas personas. Eso sería lo máximo. La universidad ha alentado mis
proyectos.
Aunque he pensado en irme, lo
mejor es quedarme en Venezuela hasta obtener mi título. A nivel de maestrías
hay mucho atraso, por eso me gustaría buscar instituciones afuera con más
renombre.
Una anécdota de un viaje que
hice una vez a Lyon, en Francia, me hace dudar del plan de irme. Aunque mi
nombre no es latino, el simple hecho de no hablar francés y sólo comunicarme en
inglés hizo que me excluyeran. Era muy difícil conversar. A pesar de que la
ciudad me encantaba, no podía conocer casi nada porque ni direcciones me daban.
No es como aquí que la gente es más acogedora. En otros lugares están en contra
de los inmigrantes”.
13-02-17
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