Marta de la Vega 02 de febrero de 2020
@martadelavegav
Recientemente
hemos presenciado, al menos en Caracas, una abundancia variada de productos,
incluso superfluos, que en apariencia repletan sus espacios para suplir las
necesidades y preferencias de las mayorías, que ha sustituido a los frecuentes
estantes vacíos en muchos supermercados, a las carencias básicas de productos
indispensables de consumo masivo en muchas tiendas, a causa del recorte
drástico de las importaciones adoptada desde cuando empezó el gobierno de
Maduro. El pago en dólares estadounidenses se ha hecho corriente. ¿De dónde
provienen y cómo se distribuyen y circulan sin intervención del sistema
financiero? Trabajadores informales reciben dólares en efectivo a cambio de su
actividad; obreros, profesionales y proveedores de muchas empresas privadas son
pagados en dólares. Estalló de facto el control de cambio y se han dolarizado
el comercio y los diversos servicios, al ritmo del precio diario del dólar
paralelo.
El
Estado se ha hecho invisible, además de inservible, excepto para perseguir con
saña y despiadada crueldad a quienes disienten del modo como se ejerce el poder
en Venezuela o critican el régimen. O para seguir actuando
inconstitucionalmente y fuera de la legalidad, promulgando leyes desde la
ilegítima anc o desde el tsj usurpador, decidiendo con asombrosa celeridad todo
cuanto refuerce la dominación de la camarilla civil militar que presiden
Nicolás Maduro y sus cómplices, para aferrarse al poder.
Obedientes
a los intereses de Raúl Castro y la satrapía cubana, con sus agentes y operadores
en una invasión masiva que se ha enquistado en todos los ámbitos
administrativos y de funciones gubernamentales, al punto de que el Embajador de
Cuba podrá asistir a reuniones del gabinete del régimen como un miembro más,
según anunció con desparpajo Nicolás Maduro por cadena nacional de radio y
televisión, el chavismo sigue entregando
la soberanía nacional a la isla caribeña y a los regímenes más execrables del
planeta, convertidos en socios para saquear el país. La falta de escrúpulos
extiende sus tentáculos hasta la mente y actitudes de los seguidores del
supuesto “socialismo del siglo XXI” o de los llamados “enchufados” o de
quienes, oportunistas, negocian y se lucran sin pudor para enriquecerse no
importa cómo, transformada su conducta
moral en un “me importa un bledo” o un “sálvese quien pueda”. Se ha quebrantado
la ética pública. Se han generalizado en todos los sectores sociales la
transgresión de las normas y la anomia.
Es
un espejismo, una ilusión inconsistente esta aparente bonanza, pues en verdad
solo acceden minúsculas minorías que
pueden conseguir dólares, o se los traen del extranjero, o reciben remesas,
mientras la mayor parte de la población cuyos sueldos son en bolívares, se
derrumba por la desnutrición, la falta de medicamentos y tratamientos médicos
adecuados, el éxodo masivo, la imposibilidad adquisitiva de bienes esenciales,
no solo por los magros salarios sino por el desempleo camuflado tras el
“rebusque” y el comercio informal. Muy angustiante ver que esta “burbuja”
confortable en la que se mantienen muy reducidos sectores de la población puede
prolongarse indefinidamente, como en Cuba, mientras es diezmada la población
adulta y mayor o gravemente dañado el sector
infantil o adolescente en su crecimiento sano, por falta de proteínas o
simple abandono de sus mayores, por muerte prematura de niños a falta de
medicinas y tratamientos, y un gobierno ausente de sus obligaciones, porque no
hay Estado democrático, con instituciones que funcionen ni Estado de derecho.
Mientras
la gasolina es regalada y el precio que se paga es para beneficiar a los
operadores de las bombas, los precios en bolívares de servicios o bienes son
exorbitantes por la hiperinflación desenfrenada. Para colmo, las refinerías de
Amuay y Cardón acaban de ser apagadas, sus puertas cerradas. No va a ser
suficiente la gasolina importada, pues los usurpadores no cesan de enviar a
Cuba una parte mensual, evadiendo sanciones en altamar. Si los trabajadores, o
bien reciben de las empresas privadas su pago semanal en dólares, en promedio
20 US $, o bien ganan el sueldo mínimo mensual, no más de 6 US $ ¿cómo parece
haber una “normalización” de la economía? No ha crecido la demanda y el consumo
ha bajado drásticamente, además de un
descenso brutal del PIB acumulado desde 2013, del 62%, según
estimaciones de Leonardo Vera entrevistado por Hugo Prieto en diciembre de 2019
y el aumento de la pobreza por ingresos a casi el 94% de la población.
Hasta
2017, la crisis económica y un sobreendeudamiento acumulado desde 2011,
agudizaron la escasez porque las empresas producían cada vez menos y estaban
impedidas de importar bienes de capital e insumos con la consiguiente
destrucción del aparato productivo nacional, a la vez que la principal política
económica, basada en el control de cambios y en el control de precios, fue
destinar el mayor porcentaje de los ingresos por exportaciones al pago de la
deuda externa. A ello se agrega la fuerte caída de la producción de petróleo.
Las sanciones comerciales, que afectan el ingreso petrolero, no tienen más de
un año, pero el desastre productivo se ha incrementado desde 2013.
Sin
embargo, la estabilización de la miseria mayoritaria, el bienestar aislado y a
veces opulento de minorías, indiferentes o ignorantes del sufrimiento de los
otros, sean ellas de sectores oficialistas del alto poder, militares,
comerciantes o falsos empresarios que disfrutan de prebendas y beneficios con
dinero mal habido, mucho del cual hoy retorna al país, sean ellas de
empresarios decentes que han logrado sobrevivir en medio de la crisis,
pareciera condenarnos a una destrucción irreversible de la mejor Venezuela,
cuyas secuelas son aterradoras a mediano y largo plazo.
Sin
pausa ni tregua, venzamos el derrotismo o la resignación. El reto en 2020 para
los ciudadanos y la dirigencia de las fuerzas democráticas es seguir
impulsando, proactivamente, la resistencia contra la tiranía criminal que busca
paralizar y someter. La exitosa gira del presidente interino Juan Guaidó, en
Europa y América; la conjunción del apoyo internacional de los países
democráticos, pese a la vergonzosa actuación del gobierno de Pedro Sánchez y
Pablo Iglesias en España, son una esperanza cierta. Siempre y cuando ella esté basada en hechos y
acciones orientados a acabar con la usurpación, ahora extendida a una ilegítima
asamblea nacional de un grupo corrompido de diputados “comprados”
pseudo-opositores al régimen. Aunque no es fácil el pluralismo, se requieren,
por encima de apetencias personales, estrategias eficaces y consecuente unidad
de propósitos.
El
“Plan País” es sin duda un paradigma para la acción futura de reconstrucción.
Consiste en un acuerdo político para rescatar Venezuela de la crisis social y
del colapso económico. Han participado 56 equipos de trabajo con más de 300
profesionales y expertos en muy diversas áreas. Es el producto, ni improvisado
ni manipulado, de un esfuerzo mancomunado de ciudadanos conscientes y formados,
que saben anteponer el valor superior del bien del país a sus intereses
particulares o partidistas. En detalle nos referiremos más adelante a este
proyecto.
Marta
de la Vega
@martadelavegav
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