Por Marco Negrón
Uno de los rasgos más
sobresalientes de las ciudades es su capacidad para alojar miles, centenares de
miles, millones de personas desconocidas entre sí y que convivan en una
comunidad en la que prevalezcan el respeto, la confianza mutua y la cooperación
entre quienes no se conocen, aún con forasteros que apenas están de paso.
Esa capacidad se apoya en un
complejo sistema institucional que incluye, desde luego, las reglas formales
(leyes, códigos, normas, reglamentos, etc.) pero también –y quizás, sobre todo–
una compleja batería de valores, costumbres y tradiciones no necesariamente
explicitados, pero ampliamente compartidos (las reglas informales).
Obviamente, el desarrollo de
esa capacidad está estrechamente asociado a las políticas de las autoridades,
sean estas de ámbito nacional, regional o local, pero también a la influencia
de los medios de comunicación y del liderazgo social
Si bien nuestro país
presenta logros notables en lo formal –la Constitución de 1999, por ejemplo,
elenca un envidiable repertorio de derechos–, en la práctica un número
considerable de ellos son violados reiteradamente por las mismas autoridades o
permanecen como letra muerta. A ello, de por sí muy grave, se suma una retórica
que nace de la alta dirigencia oficialista orientada a condenar, descalificar y
humillar a quien ose disentir, práctica inaugurada por el propio Chávez
etiquetando como “escuálidos” a quienes discrepaban y ofreciendo “freír en
aceite” las cabezas de algunos de sus rivales políticos.
La gravedad de esa práctica
la puso en evidencia hace escasos días el informe sobre Venezuela del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que destaca cómo
nada menos que “el Fiscal General ha participado de una retórica pública de
estigmatización y desacreditación de la oposición y de quienes critican al
Gobierno…”, mientras que el Defensor del Pueblo “ha guardado silencio ante
la violación de los derechos humanos”.
El círculo se cierra con la
estrategia gubernamental de “hegemonía comunicacional”, también denunciada en
ese informe, concretada en la asfixia de los medios no afines y la persecución
y amenazas a los comunicadores críticos, con lo cual, además, se deja el campo
libre, sin espacio para otra información, a “Los medios progubernamentales
(que) difunden ampliamente esa retórica (de descrédito), por ejemplo, a través
del programa televisivo semanal ‘Con el mazo dando’…”.
Acontecimientos recientes
muestran el dramático tránsito de la retórica a la práctica: el asesinato, literalmente
molido a palos en prisión, de un militar bajo resguardo de las autoridades, o
los 58 perdigonazos disparados contra la cara de un adolescente por la
intervenida policía del Táchira desnudan un ensañamiento difícil de imaginar.
Todo esto traduce un
panorama, no siempre adecuadamente percibido, de corrosión de las bases éticas
de la condición ciudadana sin las cuales pierde valor cualquier obra física que
se intente levantar: el acelerado deterioro material de nuestras ciudades y de
los servicios públicos no es consecuencia exclusiva del declive de la
economía, también está asociado al desprecio y la pérdida del sentido de
ciudadanía.
Así como en el mundo de la
física toda acción provoca una reacción, tampoco en la esfera de la ética los
ofendidos y humillados, los discriminados, permanecen pasivos: tienden a
reaccionar pagando con la misma moneda no sólo a quienes los discriminan sino
también a quienes asocian a estos (“resentidos, descerebrados, chusma”).
Afortunadamente, como, además de tener prácticamente vedado el acceso a los
medios de comunicación sobrevivientes, el comportamiento de la mayoría del
liderazgo disidente es más consciente y mesurado, el daño generado es
menor, pero no se debe desestimar la suma de esos dos odios encontrados.
La reconstrucción del país y
sus ciudades no puede menospreciar esa circunstancia, que tiende a agravarse
con la permanencia del régimen; por ello, más allá de una política de
reconciliación, hay que diseñar desde ahora una estrategia de cultura ciudadana
de largo plazo para los días después.
09-07-19
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico