José Luis Farías 13 de julio de 2019
@fariasjoseluis
Corto
y Picante:
I.
Poco
o nada se sabe con propiedad, en torno a lo discutido y/o acordado esta semana
en Barbados sobre la “negociación iniciada en Oslo”, salvo que “se ha instalado
una mesa que trabajará de manera continua y expedita”, según lo expresado en el
escueto comunicado de la cancillería de Noruega.
Aunque
Nicolás Maduro pretendió presentarse como el proponente de la creación de la
“mesa de trabajo”, en un gesto oportunista y desesperado por ganar la
iniciativa política, se conoce que la presencia de su régimen en Barbados es
producto de la presión de sectores de la FAN y, sobre todo internacional, que
lo ha arrinconado. Y se sabe, además, que la “mesa” fue un mecanismo sugerido
por el gobierno mediador y aceptado por las partes.
Cabe
destacar que la continuación de la “negociación” (así califica el Comunicado la
reunión efectuada) es un buen indicio de poder “llegar a una solución acordada
y en el marco de las posibilidades que ofrece la Constitución”, refirió el
documento.
II.
A
juzgar por el enfriamiento de la movilización política contra el régimen, se
pudiera deducir que los venezolanos ven con poco interés y baja expectativa el
encuentro de Barbados.
Ciertamente,
hay un cansancio en la población y una disminución de la esperanza que
pareciera favorecer al régimen usurpador. No obstante la caída de la presión de
calle no supone un mejoramiento de la popularidad de Maduro y su pandilla ni
una disminución del deseo general al cese de la usurpación.
Otros
son los factores que explican la poca movilización contra el régimen, como el
agotamiento circunstancial de marchas y concentraciones (sobre todo en
Caracas), el miedo producido por la acentuación de la represión y sobre todo la
desesperanza inducida por el régimen y lamentablemente aprovechada por el
radicalismo opositor para atacar a Guaidó y a la oposición democrática
generando incertidumbre en la oposición.
III.
La
negociación en curso no está fuera de peligros. Factores internos del régimen
tratan de implosionarla. Diosdado Cabello negó rotundamente en su programa que
habría “elecciones presidenciales” y reiteró que “aquí el presidente es Nicolás
Maduro”. De igual modo, desestimó el TIAR como mecanismo de presión bajo la
excusa de que “nunca ha funcionado”, como suele repetir también el
colaboracionismo dialogante que se reúne a hurtadillas con el régimen en un
hotel capitalino. La falta de acuerdo en el Pranato sobre Barbados es celebrada
por el radicalismo delirante como una contundente prueba de que ya Cabello
“dinamitó” la negociación.
Esos
riesgos explican la exigencia de la cancillería de Noruega de subrayar “la
importancia de que las partes tomen la máxima precaución en sus comentarios y
declaraciones respecto al proceso”. En dos platos, que no salgan a hablar paja
porque “en boca cerrada no entran moscas”.
Sigamos.
No hay otro camino que no sea forzar. Sí, forzar, por diferentes vías, al
régimen a aceptar unas elecciones libres. Hay que torcerle el brazo al Pranato.
José
Luís Farías
@fariasjoseluis
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