Por José Luis Betancourt,
05/01/2013
Tratar de entrar en análisis conceptuales sobre la ideología que impera en el concepto de las comunas y su asociación directa al comunismo -porque no hay que tener dudas de que el Estado Comunal planteado, es una versión tropical de comunismo- es una tarea que requiere más de una cuartilla.
Sin embargo, no se debe perder de vista cómo este intento inconstitucional del gobierno central, de imponer el modelo comunal (el mismo no se encuentra estipulado dentro de la Constitución de 1999 y fue rechazado como propuesta en 2007) puede afectar a distintos sectores de la vida nacional, especialmente en los de mayor impacto social y económico, como es el caso del sector productivo venezolano. El modelo de desarrollo económico comunal no estipula la convivencia de la propiedad privada con la propiedad social, ni garantiza que ésta última no llegue a estar sujeta a los intereses partidistas del gobierno nacional, lo que me lleva a pensar, en el debilitamiento, aún más, del aparato productivo nacional.
Otro aspecto a considerar, es cómo las comunas pretenden asumir las competencias de las alcaldías, como órgano ejecutor de las políticas públicas municipales y a su vez, genera una falsa ilusión de autogobierno local, que acompañado por las directrices del Ministerio para las Comunas, desemboca en la perversa centralización del poder político municipal y regional.
Un gran ejemplo de cómo la instauración del Estado Comunal exacerba la centralización del poder, lo encontramos en la revolución bolchevique, la consolidación de la Unión Soviética como la máxima materialización política del modelo propuesto por la teoría marxistas-leninista, donde la concentración del poder político y económico, despojo a miles de personas de sus propiedades y libertades individuales, al igual con lo ocurrido en China con la colectivización de las tierras y el empoderamiento del gobierno central chino de toda la producción agrícola, que trajo como resultado una hambruna que mató a más de 20 millones de personas.
Ante estos ejemplos y el crítico contexto político nacional actual, es válido preguntarse a qué nos estamos acercando. ¿Qué nos depara 2013? En Venezuela tenemos constitucionalmente un sistema político descentralizado y un sistema democrático moderno. Para qué debemos imitar modelos que han fracasado y solo muestran un hálito totalitarista.
Considero imperante, antes de entrar en una estridente discusión, abocarnos a proponer alternativas o reformas, que busque soluciones a la desigualdad social, a la ineficiencia de la administración de los recursos del Estado y la injusta distribución de nuestros inmensos recursos. Recursos que por cierto no son riqueza, pues solo lo serán, cuando logremos transformarlos con eficiencia, dándoles un altísimo valor agregado interno; y cuando esto suceda, hacer una distribución equitativa, de acuerdo al esfuerzo, capacidades y necesidades, para todos los venezolanos y nuestras futuras generaciones.
joseluisbetancourtr@gmail.com
Publicado por:
http://www.analitica.com/va/economia/opinion/5110722.asp
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