Miguel Méndez Rodulfo Caraca
10 de enero de 2014
De ordinario no soy muy dado a escribir sobre los temas de
actualidad porque hay muchos escritos al respecto; sin embargo, me ha conmovido
tanto que una familia entera pueda ser exterminada sólo por el motivo de
robarle sus pertenencias, que decidí expresar mi opinión. Este hecho barbárico,
que habla muy mal del país, ha sido reseñado con gran despliegue por la prensa
mundial. En todos los noticieros internacionales se muestra el estupor por la
manera como la violencia se ha apoderado de Venezuela. En Irak, un país en
guerra, se producen aproximadamente 10.000 muertos al año. En Venezuela, un
país sin conflictos internacionales, con una suerte de guerra interna deja casi
25.000 muertos en 2013. Entonces ¿qué nos ocurre? Más allá de lo que plantean
los expertos en términos de aumento del número de policías, del mejoramiento de
su dotación, del incremento de patrullas, del uso de cámaras y de centros de
información inteligente, del aumento del número de fiscales y jueces, del
incremento de las cárceles y del mejoramiento de su funcionalidad, más allá de
todo eso que es muy necesario y que digamos son las bases cuantitativas del
problema, hay cinco cosas fundamentales que hay que atacar simultáneamente.
La primera de ellas, tiene que ver con
nosotros mismos y la manera como criamos a nuestros hijos. Tiene que ver
básicamente con el amor que les inculcamos, con la protección que les brindamos
y con los valores que les transmitimos. Sin embargo, ello no impedirá la
existencia de hogares disfuncionales en los que se ignora a los niños, se les
maltrata o se les modela en forma distorsionada. Las otras cuatro tienen que
ver con el gobierno. Los gobernantes de un país deben ejercer el poder con
equilibrio, con inclusión, sin discriminación de nadie, sin instigar el odio,
sin exacerbar la confrontación de clases y por sobre todo preservando la paz
social. En segundo lugar un gobierno debe velar por la salud y la educación de
los niños, brindando unos servicios públicos de calidad que eviten la
marginación de la población infantil y le abran oportunidades para su
desarrollo como personas. En tercer lugar el gobierno debe emprender una lucha
frontal contra la pobreza, caldo de cultivo de toda suerte de violencia y de
desesperanzas. Mientras haya pobreza habrá más inseguridad. En cuarto lugar los
gobiernos deben desarmar a la población, deben hacerlo por medios persuasivos y
por medios coercitivos, lo importante es bajar el número de armas en poder de
grupos delictivos.
De manera que mientras tengamos a unos
delincuentes mejor armados que la policía, que estos ganen poco y no sean
suficientes, mientras su dotación sea escasa, no dispongan de soporte
tecnológico, haya pocos jueces y fiscales, las cárceles son el desastre que
vemos recurrentemente en la prensa, el gobierno, a través del Presidente de la
República, constantemente insulte, descalifique, niegue derechos e instigue al
odio; mientras que la inversión en obras sociales sea mínima y los servicios
públicos colapsan, en tanto que la educación en vez de promover el crecimiento
humano persigue la ideologización, visto que la pobreza la mantienen igual por
interés y la maquillan con cifras amañadas, mientras que el propio gobierno
tiene una guerrilla particular y arma a los colectivos violentos a su servicio,
poco o nada hará cambiar la situación actual de la inseguridad en el país.
Pocas esperanzas me dan las reuniones
que convoca Maduro para hacer creer a población que el problema de la
inseguridad es un problema compartido. En eso debemos ser muy categóricos, la
violencia y el imperio de la delincuencia es un problema gestado y alimentado
por el gobierno, por tanto de su exclusiva responsabilidad.
Caraca 10 de enero de 2014
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