Emilio Nouel 01 de septiembre de 2018
@ENouelV
La
caída de las organizaciones internacionales promovidas por el castro-chavismo
en la región se ha iniciado. La deserción, por ejemplo, de UNASUR, lo
demuestra. Ecuador, Colombia y otros anuncian su retiro de ella.
La
Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA), por su
parte, fue una propuesta de supuesta integración formulada desde Venezuela por
Hugo Chávez y “secundada” por Fidel Castro. Este convenio fue impulsado
previamente por una declaración conjunta de esos dos países en el año 2004.
La
idea era enfrentar un promisorio proyecto de integración hemisférica, el Área
de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que ya tenía cerca de nueve años de
negociación, cuyo Tratado, hacia el año 2003, estaba bastante adelantado, a pesar
de quedar algunos asuntos aun por finiquitar.
La
deriva política en Sudamérica condujo a que varios gobernantes contrarios a
aquel proyecto continental llegaran al poder. Chávez, Lula, Kirchner, Correa y
Morales, se oponían al ALCA, era la visión que el Foro de Sao Paulo había
planteado respecto de las relaciones hemisféricas, particularmente, los
vínculos con EE.UU.
Sin
embargo, de cara al ALCA no solo mantenían su desacuerdo esas fuerzas políticas
ubicadas en la izquierda. Sectores moderados, centristas, las acompañaban en
ese rechazo, sobre todo, los alérgicos al libre comercio, a la lógica del
mercado.
Para
los gobiernos venezolano y cubano, la ALBA era una respuesta a la presunta
amenaza de dominación imperial.
Fidel
Castro señaló en su momento de manera muy sincera y clara de qué se trataba la propuesta:
“La idea de crear esa organización fue del propio Chávez, deseoso de compartir
con sus hermanos caribeños los enormes recursos económicos con que la
naturaleza había dotado a su Patria de nacimiento”. El viejo sueño del tirano
cubano de ponerle la mano a las riquezas venezolanas, se hacía realidad con
Chávez.
La
ALBA, con algunos matices, es expresión de la perspectiva que bosquejara en los
años sesenta del pasado siglo, el profesor marxista mexicano Rodolfo Puigross.
La integración económica planteada por la CEPAL, base de todos los proyectos
latinoamericanos posteriores (ALALC, CAN, MERCOSUR, etc), sería producto de la
ideología capitalista. La integración debía ser, según Puigross, una
manifestación de la lucha de clases contra los centros de poder imperialista.
Así,
la ALBA es un instrumento más de la política de confrontación a la economía
global de mercado y las instituciones del orden liberal levantado a partir de
la Segunda Guerra Mundial. Es parte también de una diplomacia personalista, como
se ha comentado, pero sus ideas básicas son la concreción de un enfoque
político formulado desde el Foro de Sao Paulo (FSP).
Fue
financiada por los petrodólares venezolanos. Mientras éstos abundaron la
“organización” tuvo vida, aunque nunca llegó a ser un verdadero ente
integrador, porque no estaba concebido como tal. Carecía de mecanismos
concretos para ello. Ha sido una instancia meramente política. Por eso se
equivocan quienes le adjudican aquel carácter.
En
tanto que delirio megalómano de un gobernante autoritario, sólo pretendía
promover un proyecto político-ideológico anacrónico y ganar adeptos para
él en el ámbito internacional.
Llegado
el tiempo de las vacas flacas a Venezuela, gracias a la destrucción sistemática
de su economía e instituciones, ocasionada por políticas absurdas, corrupción
desenfrenada y una ideología letal, la ALBA comienza a perder su base de
sustento (el fisco venezolano) y comienza la deserción de quienes sacaron
provecho del despilfarro de los petrodólares venezolanos.
Hoy,
al repudio y descrédito internacional del gobierno venezolano nadie ya quiere
ser asociado, excepto el país que más ha chupado a Venezuela: Cuba. Más de 20
mil millones de dólares en barriles de petróleo regalados a ese país hasta el
presente y ni un centavo ha pagado, ni pagará.
El
gobierno de Ecuador acaba de informar su retiro de ALBA. Utiliza como pretexto
la crisis venezolana que se desborda en cientos de miles de migrantes hacia
territorios del vecindario. Es un mazazo, sin duda, al tinglado internacional
bolivariano que se derrumba como castillo de naipes.
Los
micro-países que aprovecharon las ventajosas condiciones petroleras de
Petrocaribe toman también distancia discretamente del régimen chavista.
El
desvarío, la extravagancia, de Chávez, que pretendía construir un liderazgo
mundial a costa del derroche malversador de las riquezas del subsuelo
venezolano, se patentiza hoy en la catástrofe social que generó, profundizada
por su sucesor.
Mientras
tanto, ya se empieza a cavar la tumba, afortunadamente, de un proyecto absurdo
y desquiciado que sólo sirvió para la propaganda ideológica, la compra de
voluntades políticas y el hundimiento de Venezuela.
EMILIO
NOUEL V.
@ENouelV
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