Julio César Arreaza B. 16 de diciembre de 2019
@JulioCArreaza
Pudiéramos
caracterizar como negras las dos primeras décadas transcurridas de este siglo,
que resultaron negadoras de las aspiraciones de libertad y democracia que
brotaron como fuente de manantial aquel 23 de enero de 1958, fecha auroral en
nuestro destino histórico, cuando el pueblo conjuntamente con las Fuerzas
Armadas decidieron ponerle fin a la dictadura de entonces, que había proscrito
la soberanía popular.
Estos
20 años de vuelta a la barbarie, el latrocinio y la tortura desembocaron en la
destrucción de las instituciones y disolución de la república que fundó la
generación excepcional de 1810.
Frente
al paisaje desolador, creado adrede por la corporación criminal, está
emergiendo desde el abismo un país sólido jalonado por una conciencia ciudadana
que tiene como misión desmontar el desorden, la violencia, la inseguridad, la
ingobernabilidad y la sinrazón que se han impuesto como un modo de vida
contrario a nuestras raíces y naturaleza sociológica y que ha marchitado la
nación y abierto su territorio al narcotráfico y todo tipo de mafias que lavan
dinero sucio.
Sin
embargo, miramos con optimismo hacia la nueva década que despunta con el año
2020, al observar signos esperanzadores en lo que está ocurriendo desde las
artes, la cultura, el periodismo, la literatura, los emprendimientos, la
ciencia, el derecho, en fin desde la imaginación y la creatividad. Situaciones
que se reflejan en el mapamundi con la Venezuela posible que destaca como un
faro iluminador desde la diáspora.
Por
tanto, nos referimos a una esperanza bien fundamentada en fortalezas visibles e
invisibles, a un pueblo que brega bajo condiciones desfavorables impuestas por
el totalitarismo que persigue aniquilarnos. También surge la esperanza del
creyente cristiano, porque estamos dando el buen combate y Dios protege el
camino de los justos y concede su ayuda para alcanzar el destino histórico que
merecemos.
Los
que hoy torturan, matan y roban serán paja que arrebata el viento. La maldad no
tiene futuro y la venceremos.
Quienes
integramos la Venezuela posible hemos sabido resistir con firmeza, conscientes
de nuestras fortalezas y persuadidos que somos mayoría, a pesar que al final
hemos perdido el año que concluye, que se inició con tantos augurios y sin
embargo la inconsecuencia con la estrategia fijada desvió el rumbo. Provocó con
tal actitud la desconexión de los ciudadanos, al jugar con las ilusiones que le
vendieron al asumir actitudes de apaciguamiento, normalización y cohabitación,
causando frustración y desazón. No se puede transigir con los principios, lo
del préstamo de la CAF se inscribe en tales despropósitos.
La
verdad nunca es mala y hay que decirla. Ella es nuestra mejor amiga, nos libera
y alumbra para conseguir los objetivos.
¡No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
Julio
César Arreaza B.
@JulioCArreaza
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