Por Marino J. González R.
Dado que el futuro siempre
es incierto, la tendencia inicial es obviarlo. La preocupación por el presente
no deja tiempo para el futuro. Incluso en muchos países no se sale del pasado.
Las polémicas del presente consisten en reconsiderar hasta la saciedad el
pasado. Desde esa perspectiva, el pasado no es una fuente de aprendizajes, es
más bien una excusa para no enfrentar las decisiones del presente, mucho menos
las del futuro.
Imaginar el futuro, sin
embargo, es justamente una forma de darle coherencia al presente. De establecer
las restricciones que permitan avanzar. En otras palabras, las políticas
públicas son las vías que pueden facilitar el paso del presente al futuro.
Afortunadamente, el futuro así visualizado termina siendo clave para disminuir
la incertidumbre. Es por ello que cada día más y más los países avanzados
dedican mayores recursos a imaginarlo. Porque en la medida que lo disciernen,
encuentran pistas para actuar ahora. Lo que pueden modificar las políticas
públicas es justamente el futuro.
De todo lo anterior se
deriva que debería haber más preocupación por pensar en el futuro. Para lo cual
el primer paso sería saber cómo es la evolución del presente. Es decir, si se
sigue en el actual rumbo, ¿cuáles serían las consecuencias? Esta es la base de
los estudios de prospectiva. Tratar de identificar las tendencias actuales para
luego proponer las alternativas que permitan modificarlas. En consecuencia, el
primer paso es definir los retos que se derivan si el presente sigue en la
misma dirección.
Desde hace varios años el
Inter-American Dialogue, centro de análisis ubicado en Washington, DC, y el
Banco Interamericano de Desarrollo (BID), han cooperado, bajo la coordinación
de Sergio Bitar, para facilitar documentos y análisis centrados en la
elaboración de escenarios para identificar opciones de políticas y transformar
el futuro, especialmente en América Latina. Disponibles en internet se
encuentran reportes sobre distintos escenarios de América Latina, así como de
países en particular.
Del examen de la situación
de las tendencias mundiales, se han propuesto cinco grandes retos estratégicos
que se deberán asumir en América Latina. El primer reto está asociado con la
gobernabilidad. No solamente la del nivel nacional. Son evidentes las
limitaciones en la capacidad de gobernabilidad en los países de la región, en
unos con mayor intensidad que otros, valga solo mencionar los acontecimientos
recientes en Brasil. Argentina, México, Perú, Colombia, Venezuela. También es
clave la gobernabilidad en los niveles sub-nacionales o locales.
La multiplicidad de
gobiernos, así como las amplias restricciones para la institucionalización de
políticas públicas, en un tiempo en el cual lo local es un factor determinante,
hacen más exigentes la combinación de participación con efectividad de las
intervenciones
El segundo reto señalado es
la transformación productiva de las economías de la región. La ausencia de la
orientación para la creación de valor es un rasgo característico en la mayoría
de los países. De manera que no hay atracción de nuevas inversiones y recursos
humanos que faciliten el tránsito a sociedades de creación de conocimientos.
Sin cambios sustantivos en estas áreas, es poco probable asumir el tercer reto,
el de la inclusión social. Nada más estimando la cantidad de servicios de salud
y educación que serán necesarios para los cien millones de personas que nacerán
en la próxima década, se ilustra la complejidad de la tarea.
El cuarto reto es la
integración que se debe profundizar en la región. Todas estas demandas se
podrían satisfacer mejor si se consolidan amplias zonas de comercio y de
integración, que faciliten el flujo de personas y recursos. América Latina
tiene todo un camino por recorrer en este aspecto. Y finalmente, siendo una de
las áreas del planeta con mayor biodiversidad, los efectos del cambio climático
deberían ser enfrentados de la forma más efectiva, especialmente cuando existe
la percepción que en el contexto global no se está haciendo lo requerido, y de
que es posible, de continuar la actual tendencia, que el aumento de la
temperatura global alcance los peores pronósticos.
Tal como van las cosas, el
futuro de la región luce muy complicado. Ya es un buen paso conocer las
restricciones y las opciones. Es especialmente necesario que la región cuente
con los liderazgos, fundamentalmente políticos, que sean capaces de visualizar e
impulsar las transformaciones requeridas. De ello dependerá en gran medida, el
futuro que se pueda construir desde hoy
10-07-19
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