ÁNGEL GÓMEZ FUENTES 10 de febrero de 2016
«Estamos
en manos de políticos ignorantes, que no conocen la Historia ni tienen cultura.
Solo se preocupan por conservar su sillón. Pasan el día escuchando la opinión
del contrario y pensando en qué respuesta darle. Así no se construye nada. No
hay líderes ni hombres de Estado y así nos va:la Unión Europea es un
edificio mal construido y se está derrumbando. La situación se hace más
desastrosa porque algunos han creído que se podían integrar los inmigrantes
musulmanes, y eso es imposible».
En
esta larga entrevista, Giovanni Sartori, de noventa y dos años, uno de losmayores
expertos en ciencia política, entre los más leídos y estudiados del mundo
-con obras de referencia imprescindibles como «Partidos políticos» o
«Teoría de la democracia»-, analiza con lucidez los asuntos de más candente
actualidad: inmigración, Europa, islam, multiculturalismo, xenofobia, guerra
de religión, superpoblación, etcétera.
Ideas proféticas
Profesor
en Florencia, su ciudad natal, y en Stanford, Harvard, Yale y Columbia, con
nueve «laureas honoris causa» y numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio Príncipe de
Asturias de Ciencias Sociales (2005), ha escrito con estilo vivaz y
muy directo ensayos que han abierto grandes debates: «Qué es la democracia»
(1997); «La sociedad multiétnica: pluralismo, multiculturalismo y extranjeros»
(2001); »Homo videns: la sociedad teledirigida» (1998). Publicó su último libro
en junio pasado: «La
carrera hacia ninguna parte. Diez lecciones sobre nuestra sociedad en peligro».
Por
sus diagnósticos y severas críticas sus obras fueron recibidas al principio con
recelo; pero muchas de sus ideas y pronósticos se han revelado proféticos. Por
eso, no le sorprende que, en un exceso de tolerancia que supuso «renegar de
nuestra cultura», media docena de estatuas desnudas fueran cubiertas en los
Museos Capitolinos de Roma para no molestar al presidente de Irán,
Hasan Rohani. «Fue una payasada, reflejo de un mundo imbécil que hace
solamente lo que encuentra útil y conveniente al momento. Uno tiene derecho a
que se respeten sus principios y tradiciones».
Falta de respeto
Puede
considerarse una anécdota, pero es un episodio significativo, como otros que se
han sucedido en el último mes y que reflejan que están cambiando mucho las
cosas en Europa, sobre todo en relación con la inmigración, que desborda las
fronteras del continente y pone en evidencia la dificultad de integrar a los
inmigrantes musulmanes, por su falta de respeto a valores muy arraigados en la
cultura europea, como son la tolerancia y la igualdad entre el hombre y
la mujer.
En Fin
de Año se produjeron en Colonia, y en otras dos ciudades alemanas,agresiones
sexuales de casi un millar de jóvenes árabes, en su mayoría marroquíes y
argelinos, a mujeres que encontraron en su camino. La noche que inauguraba
2016, en el país que ha abierto generosamente las puertas a casi un millón de
prófugos de Oriente Medio y de otras zonas en guerra, quedaba manchada por lo
que se ha considerado un gravísimo episodio deenfrentamiento de dos
civilizaciones. Se ponía de manifiesto que la relación del islam con
las mujeres es un asunto devastador y que existe un abismo cultural insalvable
entre la Europa rica y liberal y algunos de países árabes. Los datos lo
confirman: según una encuesta realizada por el centro de investigación Pew en
2013, más del 90 por ciento de marroquíes y tunecinos piensan que la
esposa debería obedecer siempre al marido.
Para comprender
mejor lo que representa la mujer en el mundo de Alá y por qué es agredida
sexualmente, el escritor argelino Kamel Daoud da esta explicación: «La
mujer es negada, velada, encerrada, poseída. El cuerpo de la mujer
pertenece a todos, pero no a ella, y no es visto como lugar de libertad».
¿Es
posible entonces que un inmigrante, educado en una cultura o una religión
distinta de la nuestra, como el islam, se pueda integrar, negando los
principios que forman parte de su educación, de su sensibilidad? Para el
profesor Sartori la integración ético-política es imposible: «El islam es
incompatible con nuestra cultura. Sus regímenes son teocracias que se fundan en la
voluntad de Alá,mientras que en Occidente se fundan en la democracia, en la
soberanía popular».
Sentido común
¿Qué
significa integrarse? Angela Merkel lo ha dicho claramente:
«Queremos que los inmigrantes absorban los fundamentos culturales de nuestra
convivencia»; es decir, el sistema de valores, de reglas y de comportamientos
que rigen entre nosotros. Tal proyecto está en contradicción con la idea del
multiculturalismo que se ha intentado imponer en Occidente, siguiendo la línea
de lo políticamente correcto.
Ese multiculturalismo se
basa en que en una sociedad puedan convivir sin problemas culturas diversas.
Según Giovanni Sartori, eso es imposible: «El multiculturalismo no existe.
En nuestra sociedad tenemos unas normas generales, unos principios. El
inmigrante puede hacer en su casa lo que quiera, pero debe aceptar las reglas
de el Estado que le acepta».
A este
respecto, cabe destacar al imán de Colonia Sami Abu-Yusuf, quien en
una entrevista declaró que la responsabilidad de las violencias sexuales de
Nochevieja no se debían atribuir a los jóvenes, sino a las mujeres que iban por
la calle medio desnudas y perfumadas. El imán lleva decenios en
Alemania, pero no ha dado un solo paso hacia la cultura que le ha acogido,
mostrándose como un invasor arrogante. ¿Se puede dialogar con un troglodita que
ve un demonio en la feminidad? El profesor Sartori lo tiene muy claro: «A
quienes no están dispuestos a aceptar nuestras normas, se les debe colocar en
la frontera para que se marchen a su casa».
Giovanni
Sartori esta considerado como un liberal progresista. Cuando le
digo que desde la izquierda le pueden reprochar sus ideas, o verlo como
xenófobo o conservador, responde con firmeza: «La izquierda ha perdido
su ideología. Utilizan la palabra multiculturalismo como una nueva
ideología, porque la vieja ha muerto. Pero no tienen ni idea. No saben lo que
es el islam. Son unos ignorantes. A mí no me importa la derecha o la izquierda,
sino el sentido común».
La
integración de musulmanes en sociedades no islámicas no se ha logrado porque,
asegura, «el islam no tiene capacidad de evolución». Cita, por ejemplo, a la
India, «donde hay 14 millones de musulmanes, muy pobres y maltratados;
después de mil años, resisten sin integrase, enemigos eternos de los hindúes».
Y ya más cerca, el profesor Sartori recuerda lo que ocurre en los países
europeos: «Los musulmanes de tercera generación no solo no se han integrado,
sino que son los más rebeldes. Odian a Occidente porque no
tienen trabajo y muchos se sienten atraídos por el islam fanático».
En peligro
La
inmigración actual se está produciendo sin un flujo ordenado,
porque, aparte de la que tiene motivaciones económicas, es fruto de guerras.
Ante la suspensión de los acuerdos de Schengen en
algunos países hasta ahora muy favorables a la inmigración, como Dinamarca o
Suecia, Sartori indica: «No se puede practicar una política de puertas
abiertas, como ingenuamente cree alguna izquierda. Está bien hablar de
solidaridad, porque los inmigrantes pueden ser un elemento positivo para
nuestra economía, pero los flujos migratorios hay que regularlos. Quien entra
en Europa debe tener documentos, una identidad segura».
En
definitiva, sostiene Sartori que «Occidente y sus valores están en peligro
porque no se está dando una respuesta adecuada al fundamentalismo islámico».
Hace ya quince años que, en el «Corriere della Sera», Sartori afirmó que
estábamos asistiendo a «una guerra inédita con cuatro características:
terrorista, global, tecnológica y religiosa». Hoy lo reafirma con más fuerza,
viendo el terrorismo del Daesh: «En una guerra hay que emplear todas las
armas que uno tiene a su disposición. Nosotros, Occidente, somos los agredidos,
con un terrorismo de una ferocidad que nuestra memoria histórica no recuerda.
Además, cuando un hombre-bomba, kamikaze por la fe, se hace
explotar en medio de civiles, el enfrentamiento ha llegado al máximo».
«Aparte
del componente militar, que es importante, pero secundario, es una guerra que
se gana o se pierde en casa -añade-. Se vence si sabemos reaccionar ante la
pérdida intelectual y moral en que hemos caído. Y se pierde si dudamos o nos
olvidamos de nuestros valores que dan fundamento a nuestra civilización
ético-política». ¿Y cómo acabará? Su respuesta no es muy reconfortante:
«Veremos. Este es un mundo que se está suicidando».
Sartori
está escribiendo la segunda parte de «La carrera hacia ninguna parte», ensayo
para el que pensó otro título, «La carrera hacia la ruina». «Caminamos sin
ideas sobre cómo progresar con tantos como somos, demasiados…», dice.
Precisamente, «la superpoblación es el cáncer de fondo de nuestra
sociedad». Es una de sus grandes preocupaciones, a la que dedicó «La tierra
explota, superpoblación y desarrollo» (2003).
Especialmente
crítico con la Unión Europea, asegura: «Es un monstruo. La Europa de los 28 es
una entidad muerta, no existe. No es capaz ni de parar la inmigración. En mi
nuevo libro aporto soluciones: Europa necesita un presidente experto en
economía».
El «tranquilismo»
«Yo
soy realista y tengo un lema muy claro -explica-: el pesimismo es peligroso si
nos lleva o induce a la rendición; el mal lo hace el optimismo o el
“tranquilismo” que conducen a no hacer nada».
No se
siente solo el profesor Sartori desde el punto de vista intelectual. Coincide
con su duro diagnóstico europeo el sociólogo francés Alain Touraine,que
acaba de recibir en Italia el Premio Nonino como «maestro de nuestro tiempo»:
«Los países europeos son hoy incapaces de integrarse completamente en la
economía mundial y globalizada. Acabo de volver de California y me ha
impactado, hablando con los americanos, que para ellos el mundo de mañana se
refiere solo a EE.UU. y China. Han abandonado Europa.No nos toman en serio.
Para ellos somos solamente un destino para sus vacaciones».
Desde
el punto de vista sentimental, Sartori siempre tiene cerca, también durante
esta conversación, a su mujer, Isabella Gherardi, pintora y fotógrafa, de la
que le separan «solo» treinta y nueve primaveras. ¿La receta de la
convivencia? «Buen humor y no preocuparse por el paso del tiempo». Así
concluye la entrevista el viejo y sabio profesor, que ha sembrado cultura
política en la derecha y la izquierda, y que todavía tiene mucho que enseñar:
«Al menos espero acabar este libro. Después, basta. No soy infinito».
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