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viernes, 9 de febrero de 2018

No sé si llegará esto a donde quiero que llegue por @centrogumilla



Alberto Dorremochea s.j


Un saludo a todos los que están celebrando los 50 años del Gumilla. Soy cofundador con José Luis Echeverría y Gerardo Monreal de los Sociales de Barquisimeto en el año 1.966, dos años antes del Gumilla de Caracas, al que nos anexamos como el Gumillita de Barquisimeto cuando vimos que el recién fundado Gumilla de Caracas tenía unos horizontes similares.

El Gumillita fue el fundador de más de doscientas cooperativas de ahorro y crédito, algunas de consumo y las tan famosas cooperativas funerarias. Las funerarias de Barquisimeto, Caracas, Falcón y Maracaibo son obras nuestras. Y las cooperativas de Lara, Yaracuy, Portuguesa, Trujillo y casi todas las de Caracas son actividades del Gumillita.

Pero una de las actividades educativas más importante fue la cooperativa formada entre los caficultores de Lara, Portuguesa, Trujillo y una comunidad de Barinas. Al principio se llamó CRAMCO, pero al quedarnos solos los larenses se terminó denominando Copalar. Aquí estuvimos más de treinta años y por lo tanto hay muchas anécdotas que contar. Pero al tener que escribir no sé cuántas podré narrar.

El puente que hay en Villanueva sobre el río portuguesa lo hicimos nosotros el año 1.978 con la colaboración de las comunidades que iban a ser la base de la cooperativa. Un puente curioso pues tenía puerta de acceso con candado. Y tenían llave sólo los toyoteros que habían colaborado con mil bolívares para la compra del cemento, las vigas y cabrillas empleadas en su construcción. Desde el comienzo les enseñamos a los caficultores que toda ayuda que se les hiciera tenía que pagarla. Había 60 llaves, tantas como dueños de Toyota que habían cotizado. Algunos se reían de nuestra puerta, pero cuando llego el invierno y crecieron las aguas, entonces se cayó en la cuenta de la importancia de haber colaborado. Solo pasaban los que tenían llave. El puente está celebrando su 40 aniversario. Claro, ya está sin puerta.


Ya fundada la cooperativa, el P. Vicente un sacerdote australiano que atendía aquellas montañas, se metía con el P. Dorre diciendo que: sí, el P. Dorre mucho café, pero poca fe.

Y a los jesuitas nos llamaba jesuitos, pues el al aprender castellano siempre le dijeron que la A era femenino y los jesuitas no podían ser algo femenino, por tanto, lo correcto era jesuitos.

Cuando vinieron Micheo y Martín (calavera) a trabajar con los campesinos la gente decía: al Dorre se le ocurren las cosas, el Micheo las analiza y examina y el Martín las ejecuta.

 Micheo montó una planta eléctrica en otra comunidad de campesinos para que tuvieran luz. Instalaron todo, los cable y bombillos por las casas, probaron y todo funcionaba bien. Y al volver al mes siguiente a visitarlos, se hizo de noche y no había luz. Les preguntó si no tenían gasolina. Y el jefe de la comunidad le contestó: ¿Para qué luz si es de noche?

Los caficultores que llegaron a ser ochocientos producían unos 20.000 quintales de café y llegaron a exportar durante doce años a Europa tres contenedores anuales. Y ellos son los que cobraban en dólares. Llegó Chávez y acabó con la cooperativa al quitarles los dólares y la exportación.

Contaría más cosas, pero el tiempo no da para más. Les deseo una feliz reunión.

Abrazos desde esta lejana tierra (El Nula).

07-02-18




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