Por Roberto Patiño
La crisis sistémica,
producto del modelo del actual régimen, se ha agudizado a todo nivel. Se
deterioran de manera catastrófica las condiciones de vida de los venezolanos.
En el plano internacional la situación de Venezuela es caracterizada como de
enorme gravedad, con efectos significativos sobre toda la región.
En medio de este cuadro, la
imposición de comicios viciados expresa la clara intención, por parte del
régimen madurista, de conducir al país hacia una calle ciega de profundización
del aislamiento internacional, de agravamiento del caos y el colapso, y de
negación de posibilidades de coexistencia y bienestar para los venezolanos.
Es un momento sin
precedentes en nuestra historia, con emergencias alimentarias, de salud,
hiperinflacionarias y de inseguridad de magnitudes jamás vividas. Pero es
también un momento de reconocimiento. Todos los sectores del país están
teniendo conciencia del impacto de estas tragedias y, con igual
importancia, de la imposibilidad de superarlas exitosamente por separado.
Ningún sector está en
capacidad, por sí sólo, de enfrentar la crisis. Su escala y complejidad
hacen indispensable el encuentro de todos los integrantes de nuestra sociedad
para poder abordarla. Este encuentro debe buscarse y generarse, no se dará por
sí mismo sin un esfuerzo conjunto de las partes. En el proceso también deben
reconocerse los aspectos que pueden frenarlo, así como las condiciones
necesarias para lograr su materialización.
Debemos tener en cuenta los
problemas de fragmentación social, desconfianza y desconocimiento del otro, que
hemos venido padeciendo como sociedad desde hace años y que son aprovechadas y estimuladas
por el régimen. Este ha impuesto una narrativa divisionista y excluyente, de
guerra, resentimiento y revanchismo que ha profundizado las fracturas en la
convivencia de los venezolanos.
De igual manera debemos
replantearnos las formas de articulación, vinculación y participación que
conocemos y a las que estamos acostumbrados. La participación a través del voto
en un sistema electoral fraudulento o la manifestación y las protestas frente a
organismos de seguridad que violentan derechos humanos y constitucionales,
deben revisarse en el contexto de la situación antidemocrática que vivimos. A
ellas deben sumarse nuevas maneras de acción política en reconocimiento de
estas nuevas realidades.
Desde hace semanas venimos
reclamando la construcción de un Frente Amplio, ante el agudizamiento de la
crisis y la escalada dictatorial expresada en el llamado ilegal a comicios
presidenciales. Pero este frente también debe ser una respuesta a la
necesidad histórica del país de reencontrarse. No solo desde el rechazo al
actual régimen y su modelo, sino desde la convicción de que solo a través del
restablecimiento de lazos de convivencia, reconocimiento y respeto podrán
garantizarse el bienestar y el futuro de todos los venezolanos.
Se nos presenta ahora un
momento impostergable de reunión. Una oportunidad histórica en la que las
diferencias converjan alrededor de objetivos comunes y en el que puntos de
vista particulares construyan, en conjunto, una visión de país de valores,
expectativas y necesidades compartidas.
Voceros de la Conferencia
Episcopal, el movimiento estudiantil y Conindustria, entre otros, están
llamando a la constitución de este Frente Amplio. De igual forma lo ha hecho la
Mesa de la Unidad Democrática, expresando también su intención de desconocer estos
comicios ilegítimos y planteado la necesidad de realizar elecciones en
condiciones justas, junto con una propuesta de un plan de emergencia que
atienda la gravísima crisis del país.
Estas expresiones de
encuentro ya han generado respuestas en el régimen, que ha realizado propuestas
para aplazar un mes las elecciones, mostrando los alcances y las posibilidades
de cambio que puede tener una verdadera unión y articulación de los diversos
factores del país. En contraposición, son significativos los efectos de la
estrategia de división y exclusión sobre el mismo régimen que la acentúa y
fomenta: con la creación del partido oficialista Somos Venezuela y la negativa
a la propuesta de “mega-elecciones” se visibilizan fracturas internas y luchas
intestinas en el grupo en el poder.
Desde la dirigencia social y
política del país debemos abocarnos a la tarea inmediata de consolidación de un
Frente Amplio, y nuestros esfuerzos deben estar enfocados a movilizar a los
diversos sectores en torno a esta plataforma, en la que todos debemos estar
representados.
Es sin duda el mayor reto al
que nos enfrentamos de cara a la emergencia de la crisis y la imposición de un
modelo destructivo y dictatorial. Es también el reto que sin duda nos definirá
como ciudadanos y como país.
28-02-18
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