Gonzalo González 03 de abril de 2019
Me
cuido de hacer afirmaciones rotundas, pero lo que está ocurriendo, sus efectos
y consecuencias me conducen a considerar que estamos en presencia del
desmoronamiento progresivo, paulatino y quién sabe si irreversible del régimen
chaviano.
Desde
hace un tiempo hay evidencias del agotamiento del proyecto chavista y de su
declive y perdida de legitimidad y apoyo por su incapacidad de gratificación
tanto simbólica como material. La cacareada “Democracia Participativa y
Protagónica” ha devenido en una dictadura (de nuevo tipo, más dictadura al fin)
y la “Economía Solidaria” puerta de entrada al bienestar y la justicia social
no pasó de un boom de consumo y terminó provocando la crisis humanitaria en
progreso.
El
sistema chavista ha resultado ser una distopía,- porque pretende reproducir el
modelo imperante en Cuba- y conducido al país a un retroceso claro en todos los
órdenes de la vida nacional. Su modo de
conducir al Estado es un coctel ingesto de atraso, ineficacia,
corrupción e indolencia sin precedentes desde hace un siglo más o menos.
La
tragedia humanitaria en progreso, profundizada por el colapso de los servicios
públicos producida en marzo (anunciada
hace tiempo, sin que el Gobierno tomara las medidas apropiadas para
evitarla) demuestra que quienes dirigen el Estado están superados por los
acontecimientos y no disponen ni de la voluntad política (han hecho gala de una
indolencia e insensibilidad humana altamente reprobable) ni de la experticia y
los recursos materiales para revertirla. El país está semiparalizado, en marzo
la actividad laboral y educativa se redujo y por los vientos que soplan tal
situación puede hacerse crónica.
La prioridad
absoluta de la nomenclatura roja es el continuismo a toda costa. Propósito que
es resistido por la mayoría abrumadora de la nación y por los Estados
democráticos del mundo quienes son los principales actores económicos del orbe;
es cierto que China la segunda economía del mundo apoya al régimen, pero su
apoyo al igual que el de Rusia no llega hasta el punto de subsidiar al gobierno
venezolano.
Considero
sumamente improbable que los propósitos continuistas tengan éxito en un
panorama tan grave y complicado. La coalición de fuerzas nacionales e
internacionales que se le oponen es más fuerte e influyente que las que lo
apoyan. Cómo he dicho en otras ocasiones, la carta que le queda al chavismo es
el terrorismo de Estado, está la FAN (su único sostén significativo) dispuesta
a embarcarse en tal despropósito, porque con los Colectivos no basta para tal
empresa.
La
estrategia del chavismo para enfrentar la operación “Guaidó Presidente” no solo
ha sido errónea sino demostrativa de la debilidad del régimen. Por mucho menos
de lo que ha hecho y significado Guaidó como amenaza para la estabilidad del
gobierno Maduro se encarceló a Leopoldo López, se inhabilitó a Capriles, se
obligó a exiliarse a Borges, se violaron flagrantemente los Derechos Humanos de
muchos y lo que es más grave se asesinó a Alban y a otros.
Reseño
todo esto para poner de bulto que quienes han demostrado una vocación represiva
de tal calibre han actuado con una contención, al menos sorpresiva e inusual.
Inhabilitar a Guaidó y amenazarlo con levantarle la Inmunidad Parlamentaria
luce como rollincitos al pitcher en las presentes circunstancias. No descarto
que ese talante cambie pero hasta ahora han jugado su principal carta de modo
comedido.
Lo del
anunciado y no desmentido cambio de Gabinete es llamativo y desata inevitables
especulaciones y conjeturas porque a dos semanas del mismo, este no se
concreta. Finalizo por donde comencé, creo que régimen sufre de algo parecido a
un Cáncer en fase de Metástasis. Predecir el momento exacto de la conclusión
fatal de esos procesos degenerativos no es sencillo.
Gonzalo
González
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