Américo Martín 01 de abril de 2019
Nadie
se atreverá a decir que Venezuela esté repitiendo historias recientes o
remotas. Su singularidad viene del predominio de la justicia internacional y la
esfera de los DDHH sobre los principios de no intervención y autodeterminación,
epifenómenos éstos de la descolonización detonada en la posguerra mundial. La
historia no se repite en este cambiante mundo, pero hechos del pasado son
modulares.
Imperio
es una estructura. Imperialismo es una conducta. Sin embargo, se habla
indistintamente de “imperio” e “imperialismo” aunque las ocupaciones imperiales
modernas ya no se anexan territorios, con la frecuencia del pasado. Así se
justifiquen las intervenciones bélicas de EEUU, suscitan resistencia interna.
Se pierden miles de jóvenes incluso en causas legítimas que sientan ajenas. Las
nuevas generaciones no se conforman con los recibimientos heroicos regados de
papelillos en las grandes avenidas. La ayuda humanitaria a Venezuela es
ampliamente respaldada en EEUU y el mundo, pero por eso mismo la causa debe ser
informada, mérito que ni el más contumaz adversario de Guaidó y la Asamblea
Nacional, podrán negarles.
No hay
fácil respuesta a la inquietud que se agita en el corazón de los
norteamericanos. ¿Por qué los que prestan la ayuda deban ser los que
proporcionan cadáveres a las bolsas negras? Por supuesto que en los conflictos
de los últimos años la explicación resulta obvia. Es extremadamente cándida la
creencia de que Maduro no haya sido invadido porque no se ha pedido formalmente
la aplicación del indicado artículo.
La
guerra es un asunto demasiado serio para suponer que dependa de que se invoque
o no una norma que ni conocían los afectados. Si ha de estallar lo hará con ese
o sin ese artículo, si no, se mantendrá la búsqueda de salidas
Sé que
la causa democrática es universal. Aprecio altamente la hermosa solidaridad que
se nos está brindando y respaldo la expansión de esa muestra sin par de
humanidad. Pero me resulta penoso el argumento de quienes se indignan porque la
Asamblea Nacional y Juan Guaidó “no apliquen” el artículo 187 numeral 11.
Esperan que, si lo hace, seremos invadidos así en la boca del arma lleven una
flor humanitaria.
–
Hazlo, Guaidó. Diles que aquí ya nosotros nada podemos hacer.
Cada
vez que oigo esa trabazón argumental, me pregunto cómo reaccionaron los
oponentes en EEUU al envío de tropas a matar o morir fuera de su país:
– ¿De
modo que además de la voluminosa solidaridad mundial, algunos aspiran a que les
completemos la faena que, según confiesan ellos mismos, ya no pueden cumplir?
No
quiero ser injusto con nadie. Semejante criterio no es mayoritario ni tiene
base. Claro que mucho se puede hacer y se está haciendo. Y si por desgracia
esto se precipitara al abismo de la violencia generalizada, los venezolanos no
buscarían sus libertadores, los parirían, como puntualizara en enero 1959
–según dicen- Rómulo a Fidel. Es más, lo están haciendo, me permito acotar.
Putin
pudiera acercarse a Europa a través del Grupo de Contacto ¡Cuánto disfrutaría
negociando en Latinoamérica! No extrañe que se muestre pacífico y colaborador a
cambio de legitimar su presencia. No le será fácil. Es una economía declinante
pese a su poderío militar.
El
deterioro del madurismo es imparable. El cambio democrático también lo es. De
la gloria roja del homicida habló don Rómulo Gallegos en doña Bárbara. Espero
que nadie sea distinguido con ella en la batalla por la libertad de Venezuela
Américo
Martín
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