Carolina Gómez-Ávila 01 de abril de 2019
En los
últimos meses, Juan Guaidó no ha dejado de insistir en la necesidad de
“construir las capacidades”, una frase que reclama reflexión y no la banalidad
de aplausos y coreo de consignas.
“¡Vamos
bien!”, “¡Sí se puede!” o la más reciente y reveladora “Vamos bien, porque
vamos juntos”, son arengas de ánimo que encapsulan promesas difusas y, por lo
mismo, muy riesgosas. Es fácil que los más superficiales crean que unas
palabras dicen algo que no dicen; propio de quienes esperan que otro haga algo
por ellos y, al final, se los regale.
Como
las consignas son así de cómodas, muchos piensan que si Guaidó dice que vamos
bien, él sabrá por qué lo dice y seguro que mañana (o pasado mañana, a más
tardar) nos sorprende con una grata noticia. Pero, para el resto, la clave de
su discurso está en otras ideas sobre las que insiste con frecuencia; aquí dejo
algunas reflexiones sobre “construir las capacidades” con la intención de que
cada quien haga las suyas propias.
Para
empezar, la expresión parece inspirada en las definiciones propias de la
gestión pública, que estudia los medios y la forma adecuada para alcanzar un
fin colectivo y que consiste, más o menos, en desarrollar y fortalecer
habilidades, aptitudes, alianzas, procesos y recursos necesarios para lograr el
objetivo propuesto. De modo que las capacidades vendrían siendo los medios para
lograr algo y su construcción, el camino para obtener esos medios.
Sucede
que la construcción de las capacidades requiere, necesariamente, una
transformación. Una interna y muy completa que se pueda mantener con igual
fuerza durante el tiempo necesario para lograr el objetivo. Y esto no es
posible sin modificar la manera de ver las cosas y la forma en que reaccionamos
ante ellas.
Así
que, cualesquiera que sean las capacidades, si Guaidó dice que hay que
construirlas es porque no existen y eso significa que faltan elementos para
poder llegar a la primera estación de la ruta que él propuso: el cese de la
usurpación
Es
momento de respirar hondo porque si en su mente está esa ruta (y su
inflexibilidad para que su orden sea alterado en el tiempo por distintas
circunstancias) es obvio que la carrera es de largo aliento. Tenga presente que
el hecho de que un procedimiento se dé en tres pasos, no significa que se dé
rápido.
Pero
me parece que lo más interesante de construir las capacidades, son sus
implicaciones para la ciudadanía. Nadie más que los involucrados se compromete
a un proceso de duración indefinida, de modo que una suerte de selección
natural evitará la intervención de elementos extraños al entorno.
Necesariamente habrá que modificar actitudes y aprender técnicas para responder
a la circunstancia nacional con un incentivo poderoso -que no será encontrar un
salvador sino una salvación, el verdadero objetivo común- y que bien podría
traducirse en un país con el nivel de vida necesario para producir
oportunidades suficientes para todos; esto debería mejorar nuestro desempeño
ciudadano y servirnos para instar a las próximas generaciones a que no imiten a
sus anteriores que creyeron que la democracia se cuidaría sola, sin requerir de
permanente participación y vigilancia. Además, no hay construcción de
capacidades sin integrar lo saliente, de modo que se pueda gestionar una
auténtica transición en vez de un corte abrupto y es de suponer que este es un
método efectivo porque lograría el objetivo en paz.
De
todas las cosas que dice Guaidó, “construir las capacidades” me parece la más
necesaria de comprender y transmitir. Por algo nos lo advierte casi a diario y,
tras su alocución del 27 de marzo presentando la Operación Libertad, está muy
claro que todos los demócratas de Venezuela lo asesoran, acompañan y asisten.
Ahora
le toca a la población hacer su parte, que es construir su capacidad de
perseverar, de organizarse, de sobreponerse con rapidez a los embates, de
encajar la frustración mientras espera activamente, esto es haciendo todo lo
que esté en sus manos y sin dejar de apoyar la gestión que adelantan los
demócratas para recuperar lo único que puede llevarlos a ellos al poder
mientras nos regresa a nosotros a la libertad: la democracia.
Carolina
Gómez-Ávila
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