Por Heinz Dieterich
1. Venezuela sin
negociación
Pese a que la política de
Miraflores y de la MUD empujan el país cada vez más hacia un estallido social y
la instalación de un régimen militar abierto, no realizan negociaciones serias
para evitar tal catástrofe. La razón de esta paradoja radica en la esencia de
la negociación. Negociaciones serias sólo se realizan cuando las estrategias de
lucha presuntamente exitosas, que en términos lógicos son hipótesis sobre el
futuro, han sido derrotadas en la práctica.
Es decir, cuando los adversarios
han llegado a la conclusión, que no pueden imponer su agenda y sus intereses al
otro y, por lo tanto, tienen que negociar un compromiso. Este punto no ha
llegado en Venezuela, porque tanto la fracción socialpopulista como la
neoliberal de la clase política están convencidas, que con su estrategia actual
prevalecerán en la conquista del Estado y el botín real, la renta petrolera.
2. La Madre de todas las
negociaciones
El mejor modelo didáctico para
explicar la conflictividad en una sociedad de clase, es la guerra. Mientras un
Mariscal de Campo está convencido que ganará terminantemente en el campo de
batalla, no ve razones para negociar un quid pro quo (algo por algo)
con el enemigo. Por este motivo, Obama negoció una frágil "paz
caliente" con Cuba e Irán. O, cuando el imperialismo inició su gran
campaña militar (Plan Colombia) contra las FARC, se le dijo a un oficial
yanqui, que no podían destruir militarmente a la guerrilla. "Lo
sabemos", contestó. "Sólo queremos causarles 5000 muertos a las FARC,
para que acepten que no pueden ganar la guerra y que tienen que negociar un
arreglo." En Venezuela, ambos adversarios mantienen la ilusión de que van
a ganar la "guerra" con las estrategias empleadas. Ambos están
equivocados. Pero, mientras no hayan vivido la experiencia de su derrota
relativa, no negociarán en buena fe. El resultado inevitable de su ceguera
---un creciente caos social y político--- será un régimen militar abierto.
3. Cambio cualitativo en
el papel de los militares venezolanos
Los Estados Mayores del
Comando Sur (SOUTHCOM), de la Fuerza Armada colombiana y de la Fuerza Armada
venezolana ya tienen preparados sus "planes de contingencia", para el
caso de la toma del poder por las FANB. La situación (teatro de operaciones)
más compleja se presenta para los militares bolivarianos. Para los compañeros
en armas de Hugo Chávez no es una cuestión de querer asumir formalmente el
poder del Estado, sino de estar obligados por los políticos a hacerlo. No
quieren tomar el poder públicamente, porque la forma institucional en que lo
ejercen ahora es idónea para ellos. Sustituyen la austera, disciplinada y
monótona vida castrense de los cuarteles por las prebendas de altos ejecutivos
de empresas transnacionales o burócratas estatales, sin ser responsables del
desastre oficialista. Y sus esposas, un vector fundamental en la institución,
pueden abandonar los feos y aburridos casinos de oficiales y los confesionarios
de los curas (otro vector de poder importante), para vivir
"adecuadamente". En fin, disfrutan de las dulces mieles del poder
(Fidel), sin cargar con la corona de espinas de la responsabilidad pública.
Y tomar formalmente el poder,
significaría hacerse cargo de un problema, que es prácticamente insoluble para
ellos. No tienen el know how económico, ni el equipo humano, ni el apoyo
social, ni el internacional para hacerlo. Será una misión tipo kamikaze (de
inmolación). Y, a pesar de esto, tendrán que hacerlo, porque las dos facciones
de la clase política ---la cretina y la idiota--- implacablemente empujan al
país hacia tal desenlace.
4. Maduro no es el
problema
La incapacidad del gobierno
para resolver cualquier problema y los exabruptos del Presidente han hecho
nacer en las redes sociales la hipótesis, de que Maduro "no es apto para
gobernar". Pero, el hecho es, que Maduro no "gobierna". Maduro
no es más que el vocero de la camarilla dominante del PSUV, que controla
Cabello. Maduro sólo juega el papel que se le ha asignado en la división
política del trabajo de la camarilla. Quien realmente gobierna es Cabello. Y
Cabello es una peligrosa combinación de objetivos claros y una gravitación
natural hacia los métodos de la guerra sucia. La "errática" política
del gobierno no se debe a la ineptitud de Maduro, sino al objetivo estratégico
de la gobernanza oficialista: una intervención militar abierta. Incapaz de
desarrollar cualquier estrategia racional de superación de la crisis, la toma
del poder por los militares dejaría el paquete de la salvación nacional en
manos del Estado armado, no del partido y del Estado civil. Esto explica, porque
el bloque de los militares ---que ahora es el único poder real detrás de
Miraflores, con unos 25 militares como ministros y gobernadores en servicio
militar activo o reserva--- no ha intervenido decididamente en el catastrófico
curso del Titanic; excepto el bloqueo del desconocimiento oficialista del
resultado electoral. Está entre la espada y la pared. Si acepta el desenlace
del proceso actual se le aplicará la receta de Macri, la destitución de toda la
cúpula castrense actual. (En Argentina, 25 generales.) Si toma el poder
formalmente, fracasará y se vuelve insignificante.
5. El papel de la MUD y
Washington
Queda por explicar, porque la
MUD también participa alegremente en esa ruleta rusa. La política de la
oposición contribuye a esa dinámica, porque sabe que, debido a la correlación
de fuerza nacional e internacional, ganará la batalla, tanto dentro de un
escenario civil como en uno militarizado. ¿Y qué ganaría con la instalación de
un régimen militar abierto? La respuesta es obvia. Para llevar a cabo la
estrategia continental del "roll back" del desarrollismo
socialdemócrata, debe destruir no sólo el "bolivarianismo" civil y de
masas ---objetivo, ya casi logrado--- sino destruir su baluarte real: la Fuerza
Armada bolivariana. Ante una tarea insoluble, la idea y las fuerzas reales del
"bolivarianismo", quedarían aniquilados por mucho tiempo.
6. La Nación sin cabeza o
¿qué resuelve un régimen militar?
Un régimen militar ---aunque
pensado como transitorio hacia elecciones generales--- no resolvería la situación
actual. En primer lugar, porque las elecciones las ganaría la oposición con
creces. Y, en seguida, vendría el Thermidor ---la contrarreforma neoliberal
oligárquica de Macri--- con el descabezamiento de las FANB y la destrucción de
las pocas conquistas sociales que han quedado. Ninguna persona sensata va a
querer sustituir un mal por otro.
En segundo lugar, la economía
y el tejido social dañado no aguantarían los tiempos de proceder
institucionalmente. La solución debe implementarse de inmediato, con las
drásticas medidas económicas necesarias, una narrativa creíble de salvación
nacional y un nuevo liderazgo que puede convencer a las masas. El problema es,
que no se ve ninguno de esos tres elementos en la MUD, ni en el gobierno, ni en
las Fuerzas Armadas. La nación se encuentra hundida en una crisis nacional, y
sin cabeza. Y, de corto a mediano plazo, las elecciones se volverán
ineludibles, para todos los actores. ¿Qué hacer, entonces?
7. ¿Que hacer?
Bajo los supuestos de que la
cúpula militar pueda mantener la cohesión de la Fuerza Armada ante la
deteriorante situación socio-económica y las continuas estupideces económicas
del gobierno ---ver propuesta de default de Salas y su mentor español
en el país de los cuys (Ecuador)--- así como lo ineludible de nuevas elecciones
en un periodo de tiempo relativamente corto, no hay otra solución progresista
al impasse, que la creación de un Nuevo Partido pragmático del Centro.
Para la transición necesaria
hacia una economía autosustentable, Venezuela requiere de una especie
de Deng Hsiao Ping tropical. ¿Habrá alguien en el país que pueda
asumir ese formidable papel, crear un colectivo y salvar al país? Si no, el
caos, la oligarquía y el FMI se lo van a tragar vivo.
07-02-16
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