Por Simón García
Siento que hemos asistido a
una ronda de negociación con claridad respecto a lo que hay que obtener del
régimen. El capítulo de cierre, que no el final, evidenció a una de las partes
haciendo circular una mentira. Están en la mesa sólo para continuar la guerra
del régimen contra una población inerme. La percepción de estos dos
hechos constituyen una ganancia simbólica y política no desestimable.
La delegación oficial se
limitó a repetir lo que antes ha hecho: ganar tiempo para perder país. A pesar
de ello, recibiendo ataques por su permanencia, la representación opositora
demostró un consecuente apego a una salida pacífica, democrática y
constitucional.
Hay circunstancias de hecho
que aconsejan negociar con el régimen condiciones electorales justas: a ellos
los legitiman los fusiles, sus tribunales y el poder que les da un Estado
confiscado. A la oposición la legitiman los votos. Se puede añadir otra,
que la propaganda del Gobierno manipula: la comunidad internacional exige
elecciones limpias y el retorno de Venezuela a la democracia.
El régimen mostró en Santo
Domingo que frente a dos riesgos, salir por elecciones realizadas según la
Constitución o ser eventualmente expulsados por la crisis, todavía confía en
contener la creciente furia que subterráneamente prende en la sociedad, contra
su modelo, su gestión y su populismo. No acepta elecciones medianamente
competitivas.
La oposición debe
reflexionar sobre sus opciones si no hay acuerdo. Ajustar con urgencia sus
actividades a los escenarios probables y empeñarse en adoptar una posición
compartida por el mayor número de actores. Actuar juntos es una condición para
poder avanzar con eficacia ante una situación que brinda condiciones objetivas
para una derrota electoral del Gobierno. Esta conjunción de intereses supone la
participación de los castigados por la crisis sin tomar en cuenta sus
orientaciones partidistas. Una unidad país.
Las calamidades de nuestra
realidad conducen a una disyuntiva ineludible: si no votamos nos entregamos a
una perpetuación de la dominación comunista. El tema no es darle legitimidad a
una dictadura sino demostrar con votos que no tiene ninguna.
Los pasos a seguir los
conocen los dirigentes opositores, aunque duden en darlos: 1. Unidad sin
facturas, prejuicios o cálculos parciales. Candidato de consenso y campaña para
persuadir al país de lo fundamental que es salir todos a votar contra Maduro.
2. Conformar una plataforma de actores económicos, culturales y sociales
concertada con los partidos, pero sin ser sus instrumentos. 3. Privilegiar la
oposición social y protagonizar una inmersión en el descontento para expresarlo
y recomponer la confianza en el liderazgo. 4. Redefinir la calle como
organización, como movilización de ciudadanía responsable, como preparación
para la lucha contra el fraude y defensa masiva del voto. 5. Preservar a los
luchadores, sin exponerlos a sacrificios que no corra un dirigente. 6.
Reunificar a la sociedad en un plan de solidaridad con todas las víctimas de la
crisis y por la superación del hambre. 6. Mejorar la relación de la AN con
gobiernos y organismos solidarios con Venezuela. Y asegurar el respaldo
internacional a un triunfo electoral de la democracia.
04-02-18
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