Por Oscar Tenreiro
Ayer 2 de Febrero hablé en
la Universidad Politécnica de Alicante, tal como lo había hecho en la
Politécnica de Valencia insistiendo en la indisoluble relación entre nuestra
disciplina y el contexto, el cual definí en el caso venezolano
como hostil. Al final se me acercaron dos estudiantes, ella de San
Cristóbal, él de Caracas, y tal vez porque me parecieron mis nietos o por lo
que acababa de decir sobre recuperar nuestro futuro, los abracé y pensé
por un momento, emocionado, en tantos de los míos que, como a ellos, se les ha
arrebatado su país. Horas después, de nuevo en casa de mi hija, me entero
de los últimos acontecimientos (la prisión de Aristeguieta, cuyo sobrino
es de mi familia, su hermano Adolfo, fallecido, mi amigo) y llego a
algún artículo que hablando de eso insiste en la tarea absurda y negativa
–inquinas personales o mezquindad– en hablar horrores de la MUD, hoy afectada
por un descrédito que es el mayor triunfo que ha logrado la Dictadura,
alimentado, no por los comprensibles errores de la MUD, sino por la estupidez
de los iracundos y sabihondos.
Y negándome a situarme en
2018 como en 1958, voy a lo mío: la urgencia de centrarse en la participación
en las elecciones chimbas convocadas por el Régimen, el peor error que han
cometido. Ordeno mis razones:
1.
Comencemos con la situación catastrófica que
estamos viviendo. ¿Es posible pensar que alguien que no
sea enchufado o ideologizado –grupos de la población que no suman
demasiado en números– va a votar a favor de un gobierno que ha sido el responsable
del caos? No lo creo, la gente no es tonta: tenemos puesta la mesa para
derrotar al gobierno.
2.
Estamos todos claros, y el gobierno lo sabe,
que las elecciones son ilegales. El que gane de la oposición–esto es muy
importante– no puede aspirar a quedar como Presidente. Primero las artimañas
dictatoriales y el miedo de la camarilla no se lo permitiría y segundo porque
él deberá saber que no es Presidente constitucional y que su papel será de
líder conductor hacia el enfrentamiento civil que tendrá que ser definitivo,
elecciones ganadas en mano, con la camarilla gobernante, incluida su
falsa constituyente, para alejarlos del Poder. Ya veremos lo que ocurrirá.
Los militares democráticos tendrán –la catástrofe la conocen ellos– una
oportunidad clara para decir su palabra. Tendrán ante ellos los resultados
electorales –actas en nuestro poder– presencia de calle y presión
internacional, y resultará obvio, y las cosas obvias terminan imponiéndose, que
la Asamblea Nacional verdaderamente legal intervenga para establecer los
procesos jurídicos –nuevo CNE. nuevo Tribunal Supremo– que conduzcan hacia unas
elecciones constitucionales con participación garantizada y democrática, sin
privilegios, del chavismo. Y la oposición deberá elegir en primarias
sin inhabilitados su candidato, quien podrá ser, o no, el líder que
compitió en estas elecciones chimbas.
3.
¿Porqué creo que lo que acabo de decir será
posible? En primer término porque la catástrofe hará con seguridad que se
caliente la calle (tanto durante la campaña electoral como con un
triunfo) y se haga sentir, si no en marchas –que siempre
terminan en fallidos traslados dentro de la ciudad– sí en concentraciones
presididas por nuestro líder, primero como candidato, luego triunfante,
líder coyuntural (razón por la que debemos aceptar a quien elija
el cogollo) y además porque no es tan fácil, en clima post electoral y en
definitiva bajo la cercana y tensa mirada internacional, reprimir con éxito una
o varias grandes concentraciones (las marchas, cerrándoles simplemente el paso,
son mucho más vulnerables y se disuelven por sí mismas). Un líder, sea
quien sea, hablará por nosotros y contribuirá a unirnos hablando claro,
duramente como lo necesitamos todos, porque dura es la tragedia que nos afecta.
4.
Todo lo anterior sólo será posible en la
medida en que en lugar de refugiarnos vía Internet en redes sociales que como
se ha dicho ya bastante por todo el mundo, respecto a las cuestiones
político-electorales se revelan muy manipulables (en Francia estudian penalizar
las noticias falsas en tiempos de elecciones), lo que debemos es hacer campaña
directa, promover reuniones, acercarnos a los votantes CLAP y los del desvalido
mundo rural, para lograr una presencia masiva tanto en el voto como en el
control del voto, hasta ahora dejado sólo a los partidos.
La lucha es pues por ir a
votar para convertir estas elecciones chimbas en un paso esencial
para el desmontaje de la camarilla, lo cual también interesa al chavismo
democrático
Termino diciendo algunas
cosas sobre quien soy, por ejemplo que no estoy afiliado a ningún partido, soy
un profesional, un profesor si se quiere; luego, que culpo de muy poco a
quienes han hecho política contra el Régimen, es más, los admiro y apoyo; que
no creo en militares sino en personas, y mucho menos en golpes militares;
pienso, eso sí, que ellos están obligados a respetar la Constitución vigente y
no obedecerle a ninguna camarilla; aclaro que no sueño, ni en broma,
con marines o cascos azules; no pertenezco a ninguna mafia; no vivo
en Miami ni me interesa comprar un apartamento en ninguna parte del mundo y aún
menos allí, porque, entre otras cosas, estoy arruinado como el país y dependo
de mis hijos; y la última, no soy, ni me interesa ser, una persona
pública; soy uno más del montón que no quiere dictaduras en el Poder y
reivindico la historia de mi país para decirlo.
07-02-18
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