Reinaldo J. Aguilera R. 09 de mayo de 2018
En los
tiempos que hoy vivimos en Venezuela, con la tragedia humana que se observa día
tras día, no deja de llamar la atención la opulencia y hasta el cinismo que
derrochan muchos en el alto gobierno de la “República Bolivariana”; es
sencillamente increíble en algunos casos como abiertamente los llamados “enchufados”
o protegidos por el gobierno y otros directamente beneficiados de toda esa
desigualdad, no quisieran que el país cambie, por el contrario que permanezca
como está o quizás peor, para continuar desangrando a la nación.
Mientras
por un lado sucede lo que les explico, por otra parte con el paso de las horas
todo se deteriora, enmarcando a nuestro país en el concepto de Estado fallido,
que es una idea contemporánea que da cuenta básicamente de las problemáticas,
deficiencias e imposibilidades de ciertos Estados para responder a las diversas
demandas que hacen sus ciudadanos.
En el
caso Venezolano específicamente, se materializan todos los escenarios y se le
agrega además el acto en el que el propio estado se opone a sus ciudadanos con violencia y el uso desproporcionado de la
fuerza, cuándo dicho estado ya no tiene elementos de valor para responder.
Vale
la pena recordar que fueron los internacionalistas Herman y Rartner, a
principios de la década de los años noventa, los primeros en utilizar el concepto
de Estado fallido, los analistas presentaron un nuevo modelo a través del cual
un Estado llegaba a ser totalmente incapaz de mantenerse como un miembro de la
comunidad internacional, con derechos pero también con deberes al no poder
responder con eficiencia y eficacia a las demandas de sus gobernados.
Cabe
destacar que según estos autores, un Estado fallido se configuraría al
presentarse el escenario, en el cual dicho estado colocara en peligro a sus
propios ciudadanos y con esta acción amenazaría a sus Estados vecinos, a causa
del flujo de refugiados, inestabilidad política, conflictos y otros factores
determinantes; por cierto, si les parece conocida la descripción, es justamente
porque nuestro país se enmarca en el análisis teórico que les explico y eso mis
respetados lectores es muy grave.
Me
atrevo incluso a agregar que no solamente el régimen del señor Maduro es
simplemente un estado fallido, es además un gobierno sinvergüenza y lo es
porque ante el cumulo de situaciones que se presentan a diario, tales como:
protestas por falta de alimentos, de insumos básicos, de medicinas, por cortes
eléctricos, por fallas en el suministro de agua y otras que no vale la pena
mencionar, se burla de sus ciudadanos, de todos, incluso de aquellos quienes
votaron ilusionados por el proyecto ¨Revolucionario del Siglo XXI¨ y fueron
engañados, es un gobierno que busca evitar las protestas utilizando la fuerza
pública, al mismo tiempo que manejando a su antojo las instituciones que son de
todos los venezolanos y que mantiene dominadas justamente por el modelo
prácticamente dictatorial que ejerce, impidiendo que existan las válvulas de
escape naturales, bloqueando todos los
caminos pacíficos, con el único fin de perpetuarse en el poder.
Es muy
preocupante y hasta triste diría yo, darnos cuenta como el día domingo próximo
pasado, el órgano rector de los procesos electorales (CNE), efectuó un
“simulacro” en el cual muchos de quienes manejaron y controlaron dicho evento,
estaban abiertamente uniformados con ropas plenamente identificadas con el
candidato y el partido político de gobierno, manipulando todo el material que
debería estar bajo la custodia y manejo “imparcial” de personal del ente
electoral; ésa es la degradación y el control institucional del que hablamos;
ésa es la manera de gobernar a el país que fue faro de democracia para toda
Latinoamérica 30 años atrás.
Para
poder enfrentar lo que aquí sucede y el panorama que cada vez luce menos
alentador, todos los que queremos que esto cambie debemos hacer un acto de
conciencia ciudadana, hacerlo como aporte fundamental en el intento de ser
mejores cada día, también por nuestros
hijos a quienes a cada momento inculcamos valores y para quienes deseamos un
futuro mucho mejor que el actual presente, finalmente por un país, que aun
siendo saqueado y golpeado, que sigue siendo noble y espera lo mejor de su
gente.
La
anterior reflexión obedece a la necesidad ya inocultable de una mayoría que
desea un cambio para Venezuela y que teniendo la posibilidad de lograrlo por un
mecanismo cierto y constitucional, se topa con la realidad de un gobierno que
por todos los medios coloca trabas y obstruye el curso natural de un proceso
anhelado por muchos.
Por lo
pronto como todo lo que inicia también termina, cada acto que ejecute el
presente mal gobierno y que vaya en contra de los derechos humanos
fundamentales, no prescribirá y los responsables tendrán que enfrentar a la
justicia tarde o temprano, de eso que no quede duda; entre muchas cosas por
irresponsables, por antidemocráticos, por tener doble moral y sobre todo por
sinvergüenzas, así de simple y sencillo.
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