Por Gabriela Montero
En la última semana –días más,
días menos– me he sentido tremendamente decepcionada en dos ocasiones por el
uso que Gustavo Dudamel ha hecho de un precioso espacio impreso y de televisión
para no decir absolutamente nada.
Quien trabaja en el medio de
la música clásica sabe exactamente lo que se necesita para obtener toda una
página en el London Times o, aún más difícil, 10 minutos con Amanpour
en CNN. Requiere el apoyo de importantes estructuras de relaciones públicas y
Dudamel las tiene. Durante muchos años se ha beneficiado de una red global de
relaciones públicas financiada por el régimen venezolano, con varios
periodistas a su alcance.
Es profundamente simbólico
haber tenido que ver esta entrevista tortuosamente anodina en CNN hoy, día en
el que Luis Magallanes, un cantante del Sistema y víctima emblemática del
colapso del Estado venezolano bajo el chavismo, vuela hacia España para presentarse
en una audición del programa de Plácido Domingo en Valencia, gracias a la
generosidad de los contribuyentes a una campaña de crowdfunding.
Dudamel ha utilizado estas dos
entrevistas para distanciarse de la única declaración de algún relieve que hizo
en más de una década de declive vertiginoso, y en la que –tras la muerte de
Armando Cañizales hace exactamente un año– apeló a la restauración de la
democracia en general y sin condenar específicamente a ningún agente
gubernamental.
Veamos esto más de cerca.
Las protestas en las que el
joven Armando fue trágicamente asesinado se debieron a la usurpación ilegal de
la Asamblea Nacional de Venezuela por parte del régimen, que instaló en su
lugar una "asamblea constituyente" ilegítima.
Esa asamblea está encabezada
por Delcy Rodriguez, ex ministra de propaganda de Chávez y también ministra de
Asuntos Exteriores cuando presentó a Dudamel y a la OSB ante el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas como los mejores "ejemplos de la
revolución bolivariana”. Su departamento también está siendo investigado por
servicios de inteligencia internacionales por vender la nacionalidad venezolana
desde la Embajada de Bagdad a cualquiera que estuviese dispuesto a pagar por
ella, así como por lavar fondos de Hezbolá. Su departamento también proporcionó
pasaportes diplomáticos a los dos sobrinos de la primera dama de Venezuela,
condenados el año pasado en Estados Unidos por el contrabando en avión de 800
kilos de cocaína desde el hangar presidencial.
Tras la reciente muerte de
José Antonio Abreu, Delcy Rodríguez funge ahora como directora del Sistema
junto con el propio hijo del presidente, Nicolás Maduro jr. En otras palabras,
y por si alguna vez hubiese existido alguna duda, el Sistema es el régimen
venezolano.
Con Delcy Rodríguez –quien es,
por cierto, hermana de Jorge Rodríguez, ex vicepresidente de Chávez y amigo
íntimo de Dudamel– fungiendo ahora como directora del Sistema, no sorprende que
Dudamel esté llevando a cabo una ofensiva en la prensa mundial para retractarse
de sus palabras. “Mi intención no fue empezar una pelea", dijo en ambas
entrevistas.
Hablemos de tocar música y
pelear, pues el lema del Sistema es "tocar y luchar”.
La música no es solo una
herramienta para educar y desarrollar mentes jóvenes. Es, como nos han mostrado
los grandes compositores, un arma de disidencia y debe usarse como tal para
combatir el cáncer que debe erradicarse del paisaje venezolano de una vez por
todas, el cáncer personificado por gente como Jorge y Delcy Rodríguez. La
música no solo tiene que ver con la belleza, sino que codifica, más bien, la
totalidad de la condición humana, gran parte de la cual está lejos de ser
bella. Por cada Nocturno de Chopin hay una Sinfonía de
Leningrado.
Debido al desastre del
chavismo, cada hombre mujer y niño en Venezuela hoy, excepto aquellos dentro
del régimen que disfrutan de privilegios especiales, lucha por la comida, la
medicina y por el derecho básico a sobrevivir en un estado de caos sin ley.
Todos los días recibo mensajes de gente como Luis, implorándome que les envíe
dinero, comida, medicinas y, sobre todo, esperanza. Luis ha estado pidiéndome
con paciencia durante dos años que lo saque y él es uno de los afortunados para
quienes, debido a su obvio talento, hemos sido capaces de estructurar una estrategia
de salida viable.
Este caos sin precedentes –la
antítesis de la "belleza" indulgente y ofuscadora con la que Dudamel
espera distraernos constantemente– es la consecuencia directa e innegable del
chavismo, tal como lo imponen hoy los corruptos y narcotraficantes autoritarios
que mantienen a Venezuela como rehén de la desesperación; Rodríguez es una de
ellos y Dudamel es su marioneta ahora más que nunca, por lo que debe
apaciguarla públicamente.
Lejos de desistir de la pelea
porque Rodríguez ahora es directora del Sistema, lo que debería haber dicho en
estas entrevistas es "¡debemos luchar!”.
¿Eso implica poner en riesgo
temporalmente el Sistema? ¡Claro que sí! ¿Por qué debería un grupo privilegiado
ser inmune a las luchas de la sociedad en general? Existe un imperativo moral
para liberar y depurar el Sistema de una vez por todas de su asociación con el
régimen venezolano. Por un lado, a Dudamel y al Sistema se les debería prohibir
formalmente exaltar la belleza, al tiempo que se nombra como sus directores a
los mismos monstruos que han convertido a Venezuela en uno de los entornos
socioeconómicos más hostiles de nuestro planeta en la actualidad. Es una
asociación moralmente imposible y me sorprende que Amanpour no haya escarbado
más a fondo para exponer esa falacia atroz.
Por otro lado, si el Sistema
es sus músicos, y a esos músicos los mata de hambre el régimen que los
controla, ¿cómo podemos esperar que sobreviva? Mientras que el Sistema se jacta
de un crecimiento continuo para justificar la necesidad continua de
financiamiento, la realidad es que Venezuela está siendo objeto de migraciones
masivas. Volveré a ser testigo de ello hoy en pequeña escala cuando recoja a
Luis Magallanes en el aeropuerto.
La próxima vez que reciba un mensaje pidiendo medicinas, comida, un boleto de avión, o que ayude a pagar una factura de hospital –en un país cuyo salario mínimo mensual en un entorno económico de 82.000% de inflación ni siquiera puede comprar una paquete de garbanzos– debería simplemente responder: “Cuánta paz, amor, unidad y vínculos musicales de solidaridad”.
Debemos luchar. Debemos luchar
contra aquellos como Rodríguez, que han destruido nuestra democracia y han
reemplazado toda esperanza de belleza para los hombres, mujeres y niños de
Venezuela con una visión dantesca del infierno. No podemos permitir que Dudamel
use cínicamente el manto de la belleza para blindar a los miembros más
horrendos de la sociedad venezolana de la condena más amarga, una condena que
Dudamel se niega a expresar porque él y parte de la industria de la música
clásica han sido grandes beneficiarios del chavismo.
Ya basta. Tal vez el Sistema
podría centrarse más en el segundo de los dos imperativos que forman su lema:
“¡luchar!". De lo contrario, Dudamel no sonará más plausible que una
simple concursante de Miss Universo, a pesar de los años de entrenamiento de
Abreu.
08-05-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico