Luis Manuel Esculpi 02 de junio de 2020
@lmesculpi
En
más de 40 ciudades de los Estados Unidos se intensificaron las protestas el
pasado fin de semana, muchas de ellas no exentas de la realización de actos
vandálicos. Se expandieron durante varios días a raíz de la muerte de George
Floyd un hombre negro asesinado por un policía en Indianápolis. Las
manifestaciones contra el racismo continuaron pese al toque de queda existente.
La
prensa reseñó que el Presidente Donald Trump se refugió en un búnker en la
misma Casa Blanca. En paralelo las redes sociales afines al oficialismo y VTV
dedicaron importantes espacios a reseñar esas protestas y a censurar el racismo
y la represión, ignorando totalmente lo que sucede acá en Venezuela con las
manifestaciones populares ocasionada por el hambre y la gravísima crisis de los
servicios públicos.
Mientras los manifestantes norteamericanos pueden
hacer sentir su protesta en las proximidades de la Casa Blanca, en nuestro país
están prácticamente prohibidas las movilizaciones en el municipio Libertador de
la capital y resulta realmente imposible hacerlo en las proximidades del
Palacio de Miraflores. Con tal disociación valdría recordar el adagio “ver la
paja en el ojo ajeno y no ver la viga que está en el propio”.
El régimen de Maduro también ha ignorado las
denuncias, que han trascendidos hasta las organizaciones internacionales de
Derechos humanos, de la cantidad de crímenes cometidos por los organismos
policiales en las barriadas populares.
La discriminación se ha hecho rutina, desde que se
impuso el denominado carnet de la Patria, se han venido otorgando beneficios
económicos exclusivamente a los poseedores de esa identificación, en los
recientes anuncios de precios desproporcionados y diferenciales de la gasolina,
para acceder al combustible que no tiene fijado el precio a nivel del precio
internacional, se ha establecido como requisito el tener el referido carnet,
operando como un nuevo elemento discriminador cuando el documento que nos
iguala como ciudadanos es únicamente la cédula de identidad.
El otro anuncio importante de estos días, fue el de
las medidas adoptadas para flexibilizar la cuarentena, proceso que con sus
variantes ha venido adelantándose en otros países, principalmente en aquellos
lugares donde la pandemia ha llegado a su punto máximo, en cuanto al nivel de
contagios y de fallecidos, aunque en algunos han aparecido nuevos brotes, tal
es el caso de ciertas zonas de España y de Corea.
Nuestra
situación es sumamente distinta, hemos observado con preocupación como en la
segunda quincena del mes pasado, ascendió de manera significativa el número de
contagiados, si bien aún ese aumento no ha sido exponencial como el
experimentado en Europa, Estados Unidos y ahora en esta parte del continente,
especialmente en países vecinos, hay que tomar muy en cuenta que instituciones
como la Academia de Ciencias y algunos médicos especialistas, pronostican una
situación sumamente comprometida para este y el próximo mes, situación que por
supuesto no deseamos, en virtud del estado crítico de la atención hospitalaria
y de los servicios de salud en Venezuela.
El
régimen optó por una fórmula semejante a la diseñada por un grupo de
científicos del instituto Weizmann de Israel, basado en un modelo matemático
según el cual se trabaja cuatro días y se guarda cuarentena durante diez días.
La variable adoptada -que no sería aplicable en los municipios fronterizos- en
nuestro caso, es en los días laborables que serían cinco, en lugar de cuatro,
manteniendo igual el de diez en cuarentena.
Por
las razones antes expuestas los riesgos de la flexibilización, es que ella se
va a iniciar no en el momento de contención de la propagación del virus, ni de
“aplanamiento de la curva”, sino en la etapa en la cual comienza el aumento de
los contagios, aún si no se cumplen los pronósticos señalados, el peligro
continúa presente, de manera que está planteado el riguroso cumplimiento de las
medidas preventivas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, el
obligatorio uso del tapabocas, el lavado de las manos y el distanciamiento
social, son exigencias que deben ser cumplidas en su totalidad y no con la
flexibilidad y tolerancia, mostradas en algunas zonas de mucha concentración,
como ha ocurrido hasta ahora. No habiendo desaparecidos los riesgos del covid
19, el estricto cumplimiento de esas normas pueden ser un factor clave en la
disminución de los peligros del presente.
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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