Páginas

domingo, 12 de julio de 2015

Reinstitucionalización democrática y confianza, por @rafluciani

RAFAEL LUCIANI sábado 11 de julio de 2015
@rafluciani

Los procesos de recuperación de la legitimidad política en países que han vivido crisis como la nuestra, han pasado por una inversión humana enorme para recuperar la confianza perdida en un tejido sociocultural y político alternativo y humanizador. La confianza es uno de los elementos más poderosos de las sociedades globales. El mundo financiero toma muchas de sus decisiones apostando a la confianza que pueda generar en los potenciales inversionistas.

La confianza sociopolítica no se genera con la mera crítica de lo que vivimos a diario. Esta crítica es necesaria y fundamental, pero es sólo un punto de referencia que revela una lectura honrada de la realidad. La confianza es una dinámica que genera cambios reales pero funciona sobre la base de utopías alternativas y propuestas constructivas que hagan sentir a los más vulnerables que no serán abandonados ni rechazados, sino incluidos como sujetos primordiales en cualquier proceso de cambio.

Es cierto que la mayoría del país siente un profundo malestar ante la situación tan pesada que padecemos a diario, marcada por claros signos de deshumanización que atentan contra nuestro bienestar común. Pero esa gran mayoría -que en nuestro país está conformada por personas pobres- votará por quien lo reconozca y asuma como sujeto en la lucha diaria, al sentirse partícipe de las estructuras de poder y la toma de decisiones.

El desafío de la reinstitucionalización democrática pasa, necesariamente, por asumir el tema de la inclusión social como clave de cualquier oferta política. Éste no se construye desde hermosas promesas, sino desde el entusiasmo por un imaginario político alternativo que nazca de la empatía confiada que pueda generarse entre esa gran mayoría pobre y los líderes políticos alternativos.

Una de las grandes victorias de la élite oficialista ha sido la de ir procurando que sus adversarios no sólo sean excluidos y discriminados sino que, ante todo, pierdan la confianza en sí mismos, en el porvenir y en las posibilidades de cambio que pudiesen generar. Les han hecho creer que no son capaces de conectar con las grandes mayorías.

Como explica Bauman: «cuando falta la confianza, se trazan fronteras, y cuando se siembra la sospecha, las fronteras se fortifican con prejuicios mutuos y se reciclan en frentes de batalla. El déficit de confianza lleva inevitablemente a un marchitamiento de la comunicación; cuando se evita la comunicación y no hay interés en renovarla, la "extrañeza" de los extraños no puede sino profundizarse y adquirir tonos cada vez más oscuros y siniestros, lo cual a su vez los descalifica de forma aún más radical como potenciales interlocutores en la negociación de un modo de cohabitación seguro y agradable para ambas partes».

La pérdida de confianza alimenta la polarización y la conflictividad, generando miedo y ansiedad ante el futuro. Cualquier alternativa debe frenar los elementos que caracterizan a este espiral que se nos ha venido imponiendo al fomentar la agresividad, la desesperanza y la apatía. De ahí la necesidad de recuperar espacios de encuentro. Pero esto sólo acontece si hay confianza.

Se impone el reto de responder a la estrategia oficialista de haber redistribuido los circuitos electorales. Contar con la mayoría de los votos no se traduce necesariamente en una mayoría de diputados. Ante la falta de logística de la oposición para llegar a las localidades, y no sólo a las grandes ciudades, urge contagiar un sentimiento de confianza nacional, lo que significa que la propuesta de unidad nacional no puede ser coyuntural, sino programática y prolongada.


Rafael Luciani
Doctor en Teología
rlteologiahoy@gmail.com

@rafluciani

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico