Fernando Mires 28 de febrero de 2018
Ya son
casi veinte años desde que Hans Magnus Enzensberger, uno de los más brillantes
publicistas alemanes, escribiera su breve ensayo “Los héroes de la retirada”
(Die Helden des Rückzugs). Y todavía es un punto de referencia en las
discusiones políticas y académicas.
El
tema es siempre actual. Trata de esos difíciles momentos que llevan desde el
fin de una dictadura hacia el comienzo de una democracia.
El
título dice mucho: Enzensberger designa efectivamente como héroes a personajes
que han hecho posible el ingreso de sus naciones a vías democráticas sin pasar
por cruentos traumas históricos. En la mayoría de los casos han sido políticos
conocedores del arte del dialogo. Sus armas han sido la inteligencia y la
cautela. Nunca pronunciaron frases gloriosas, más bien se distinguieron por su
tacto y su prudencia.
“Cada
cretino puede lanzar una bomba” –escribe Enzensberger- “Mil veces más difícil
es desactivarla”. Efectivamente, el trabajo de desmontar una dictadura implica
conocer técnicas que pocos dominan. Claro está que a los “héroes de la
retirada” nunca le levantarán estatuas. No llenarán páginas en libros, ni serán
objeto de homenajes públicos. Casi todos han sido enterrados en tumbas
modestas. Algunos ya fueron olvidados. Pero la deuda que dejan, es enorme.
Enzensberger
comienza su lista con Nikita Kruschev, aquel gris funcionario de Stalin que
tuvo en ese memorable 20. Congreso de la URSS el coraje de revelar los
espantosos crímenes de su predecesor. Desde ese momento la sospecha se
convirtió en verdad: El comunismo soviético había sido edificado sobre la base
de uno de los genocidios más grandes cometidos en la historia de la humanidad.
Kruschev
no democratizó a la URSS, pero sin el “deshielo” (así fue calificada su
política), nunca habría podido aparecer la Perestroika. En cierto modo la Perestroika fue iniciada
por Kruschev y tras el interregno burocrático de Breschnev, retomada por
Michael Gorbaschov, el segundo héroe de la retirada.
Los
héroes de la retirada provienen de las mismas entrañas de las dictaduras. Para
los puristas solo son cómplices del oprobioso pasado. Para los fans de las ex
–dictaduras –todavía hay muchos- grandes traidores. Ese fue, según
Enzensberger, el caso de Janos Kadar en Hungría.
Co-autor
de las masacres de 1954, Kadar desmontó al comunismo pieza por pieza. A la hora
de las grandes revoluciones de 1989-1990 la economía húngara era capitalista y
la política -en comparación con la de los otros países de la órbita- liberal.
En cierto modo la evolución “desde arriba” conducida por Kadar facilito la
revolución “desde abajo” que tuvo lugar en Polonia. Pero Kadar no sólo fue un
héroe de la retirada. Fue también un héroe de la ambivalencia. Una ambivalencia
sin la cual nunca habría sido posible la retirada.
¿Y
quién más ambivalente que el general Wojciech Jaruzelski cuando en 1980 dio un
golpe de estado en Polonia? Si no hubiera sido por el golpista Jaruzelski –el
general que nunca sonrió- la URSS habría invadido Polonia y cometido una
masacre al lado de la cual la de Hungría habría sido un juego de niños. En gran
medida el golpe de Jaruzelski protegió a Polonia y con ello a Solidarnosc. Así
lo reconoció el historiador Adam Mischnik quien, durante Jaruzelski, pasó largo
tiempo en prisión.
Para
Enzensberger un gran héroe de la retirada fue el español Adolfo Suárez al haber
planificado el tránsito hacia la democracia. Suárez, en verdad, hizo un verdadero
trabajo de joyería desde el franquismo, pasando por la monarquía, hasta llegar
a los sindicatos obreros, los socialistas y los comunistas. Pocos en España,
entre otros Felipe Gonzáles, saben lo que deben a Adolfo Suárez.
La
llamada RDA también tuvo héroes de la retirada. El más decisivo fue Egon Krenz,
estrecho colaborador de Honecker. Krenz, en contra de las presiones ejercidas
por la fracción estalinista conducida por Erich Mielke y Margot -fanática
esposa del dictador- dio la orden de abrir el muro.
En
América Latina –aunque no mencionados por Enzensberger- hay también algunos
héroes de la retirada. Quizás el caso más extraordinario fue el de Joaquín
Balaguer. Mano derecha de Trujillo fue él quien condujo la transición de la
República Dominicana si no hacia la democracia, por lo menos hacia una
república civil. Como presidente osciló en sus diferentes gobiernos entre el
neo-trujillismo y el neopopulismo. Nunca tuvo un principio, jamás siguió una
ideología y quizás por eso, aunque la palabra héroe le queda muy grande, fue el
actor que necesitaba su país para dejar atrás el siniestro pasado dejado por
“El Chivo”.
El
Chile que siguió a la dictadura de Pinochet tuvo, en parte, sus héroes de la
retirada. Por ejemplo, el general Matthei, quien reconoció el triunfo del NO en
el plebiscito justo cuando el dictador se preparaba para realizar un segundo (y
aún más sangriento) golpe. A su vez, el primer presidente de la Concertación,
Patricio Aylwin, si no fue un héroe de la retirada, lo fue al menos de la transición.
Beato más que religioso, temeroso más que prudente, reprimido más que
conservador, convirtió sus defectos en virtudes, justo las que requería el
difícil momento por el que atravesaba Chile.
¿Quién
será el héroe de la retirada en Cuba? Durante un tiempo no pocos creyeron que
ese rol le correspondería al hermano de su hermano. Mas, Raúl solo se ha
limitado a ejecutar reformas económicas. Pero en Cuba al menos ya no hay
socialismo. Lo que existe es un rígido capitalismo militarista de Estado. Las
libertades políticas -de reunión, de asociación y de prensa libre- continúan
pendientes. La retirada en Cuba menos que política, será biológica.
Y la
pregunta del millón: ¿Quién será el héroe de la retirada en Venezuela? Nadie
puede todavía saberlo. Lo único que sí se sabe es que un sistema que ha causado
la más grande crisis económica que ha conocido la nación, con una dudosa
legitimidad de origen y de ejercicio y que, a través de un mandatario brutal e
incompetente ignora los derechos de más de la mitad del país, tendrá que
emprender más temprano que tarde una retirada (retirada no significa
necesariamente caída). Quien o quienes serán los héroes de esa retirada no es
la pregunta decisiva. Lo importante es que sí habrá retirada. Sus héroes ya
aparecerán. Al final, siempre aparecen.
Referencia:
Hans Magnus Enzensberger Die Helden des Rückzugs (Los héroes de la retirada)
aparecido en la colección de ensayos del mismo autor publicada bajo el título
ZickSak, Editorial Surkamp, Frankfort 1997,
pp.55-63
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