Por Ángel Oropeza
La gente sabe de sobra que el
parapeto del 20 de mayo es un gigantesco fraude, pero se pregunta con razón qué
viene después de esa farsa. Frente a esta interrogante, muchos sectores de la
colectividad nacional lo han dicho claramente y de todas las formas posibles:
aquí nadie se rinde y lo que viene es arreciar la lucha.
El 20 de mayo no cambia nada.
Por el contrario, agrava todo. Porque a la inevitable agudización de la crisis
social y económica se sumará la crisis política derivada de la ilegitimidad de
origen del gobernante. Las protestas, ya de suyo en vertiginoso aumento, se
multiplicarán, pero hay que seguir vinculándolas entre sí para evitar la
fragmentación que le resta eficacia política. Por ello cuando se habla de qué
viene después del 20-M, una de las principales tareas es profundizar la
organización popular y la articulación entre sí de las manifestaciones de
legítimo descontento de la población, para que el resto de las modalidades y
acciones de lucha cívica que deben iniciarse logren el impacto y eficacia que
de otro modo difícilmente tendrían.
En los sistemas democráticos,
lo que hay que hacer para cambiar de gobierno es predecible y público. En las
dictaduras, no. Porque las dictaduras asumen el cambio político como
insurreccional y delictivo. Lo que se impone entonces, frente a nuevas
realidades, son nuevas formas de lucha, algunas de las cuales, aunque eficaces,
no siempre son visibles. Frente a las dictaduras tampoco cabe el paradigma de
una “hoja de ruta” lineal, de prelaciones consecutivas y públicas que conduzcan
de manera rectilínea al objetivo. Lo que aplica es una estrategia de tipo
situacional y sistémica, que privilegie la construcción progresiva de
condiciones que hagan inevitable el cambio político. Pero todo ello requiere,
para su éxito, de una condición esencial de tipo actitudinal, y que tiene que
ver con nuestra postura política personal.
Václav Havel era un admirador
de la obra Esperando a Godot de Samuel Beckett. A su juicio, ella
simbolizaba la espera de la gente sin esperanza. Y en su conocido discurso ante
la Academia Francesa de Ciencias Políticas en 1992, hablando de la lucha contra
el comunismo checoslovaco, se refiere a ello en palabras que hoy tienen mucho
que decir a los venezolanos.
Para Havel, se puede esperar
de distintas maneras. Una de ellas es la descrita en Esperando a Godot.
“Cercados y casi colonizados por el sistema totalitario, los ciudadanos perdían
la idea de salida, la voluntad de hacer cualquier cosa e incluso carecían del
conocimiento que se pudiera hacer algo. Perdían la esperanza y con ello la
posibilidad de vivir con sentido. Por eso esperaban a Godot. Perdida la
esperanza interna, aguardaban la llegada de una salvación incierta desde
afuera. Sin embargo, Godot no viene, pues simplemente no existe. No es una
esperanza sino una ilusión”.
Por el contrario, continúa
Havel, existe un tipo de espera basada en la conciencia que resistir tiene
sentido por sí mismo, y que se nutre del convencimiento de la justicia moral de
lo que se hace. “Este tipo de espera sí tiene sentido. No es una dulce mentira
sino una vida difícil junto a la verdad. No es una pérdida de tiempo; al
contrario: esperar la germinación de una siembra buena es distinto a pasar el
tiempo esperando a Godot”.
No se trata de preguntar
qué viene después del 20-M de manera pasiva, como pregunta un espectador que
quiere saber cuál es la siguiente escena, como quien supone que los actores son
otros, o se limita a suponer que la tarea le es ajena.
Lo que viene es luchar y
resistir. No faltará quien pregunte para qué sirve eso, dado que no se le
explica en detalle y con fechas cuándo será superada esta tragedia. Pero,
volviendo a Havel, la esperanza no es la creencia de que algo saldrá bien, sino
la certeza de que algo tiene sentido y que vale la pena luchar por él. Por eso
la esperanza no es un aguardar pasivo, sino una actitud de construcción, de
labrar lo que se busca conseguir. Esa es la actitud que si logramos convertir
en colectiva, y esa es la principal tarea, hará de después del 20-M un tiempo
del cual nos sentiremos orgullosos de vivir.
14-05-18
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